Olvidados entre el polvo de un desván, o adquiridos a precio de ganga, algunos cuadros se revelan ser obra de grandes maestros y salen a la luz generando sorpresa y emoción en el mundo del arte.

Este jueves pasado, el gobierno español bloqueó la inminente subasta por 1.800 dólares de un cuadro atribuido al círculo del pintor José de Ribera, por sospechar que en realidad sería del maestro italiano Caravaggio. Estas son cuatro historias de obras de maestros súbitamente reaparecidas.

Cimabue entre la cocina y el salón

El “Cristo burlado” de Ceno Di Pepo, conocido como Cimabue, gran pintor del preRenacimiento italiano, decoraba el interior de la casa de una anciana en Compiègne (norte de Francia), colgado modestamente entre la cocina y el salón.

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Los propietarios pensaban que se trataba de un icono e ignoraban todo sobre su origen. Durante una mudanza, un análisis reveló que se trataba de una obra rarísima de Cimabue.

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A fines de 2019, este elemento de un díptico de 1280 fue subastado por más de 24 millones de euros (USD 28,8 millones). Pasó así a convertirse en el cuadro de obra prerenacentista más caro subastado en venta pública en el mundo.

Francia prohibió la exportación de la obra, comprada según la prensa por una pareja de coleccionistas chilenos, y permitió así su adquisición por colecciones nacionales.

Caravaggio en el desván

La obra representando a “Judit decapitando a Holofernes” dormía desde hace lustros en el desván de una casa cerca de Toulouse, en el sur de Francia. Sus propietarios la descubrieron en abril de 2014, al querer reparar una fuga de agua. Un experto descubre bajo una espesa capa de polvo una obra de trazos vivos, con una escena expresiva y un dominio perfecto de los juegos de luces.

Tras meses de examen, el experto Eric Turquin la atribuye al gran maestro italiano del claroscuro, el Caravaggio. Es evaluado en más de 120 millones de euros, casi 145 millones de dólares. La obra es vendida en junio de 2019. El comprador sería el coleccionista estadounidense Tomilson Hill.

Rembrandt en sala de ventas

El coleccionista holandés Jan Six tiene una gran pasión por Rembrandt. Su antepasado, burgomaestre de Amsterdam, fue retratado por el gran pintor en 1654. En noviembre de 2016 el retrato de un joven del siglo XVII atrae su atención. En su catálogo Christie’s anuncia la venta de esta obra atribuida al “entorno de Rembrandt”.

Poco antes de la subasta, Jan Six viaja a Londres, examina discretamente el cuadro, y llega al convencimiento de que este “retrato de un joven hidalgo” es de Rembrandt. No dice nada y el 9 de diciembre se hace con el cuadro en la subasta por 160.000 euros (unos 180.000 dólares), el precio que se pagaría por una obra de un alumno de Rembrandt.

De vuelta a Amsterdam, somete el cuadro a una batería de peritajes. Todas coinciden en atribuirlo al maestro del Siglo de oro holandés. Hoy varios especialistas consideran que se trata de un verdadero Rembrandt, la 342ª obra conocida del pintor.

Gauguin en la estación de Turín

Una mujer y dos sofás de mimbre en un jardín, una naturaleza muerta con un perro amarillo recostado en un rincón: de estos dos curiosos cuadros, nadie quería saber nada en 1975, antes de la subasta de objetos encontrados en la estación de tren de Turín.

El subastador tuvo que hacer una nueva oferta, a menor precio. Nicolo, un obrero de la Fiat amante de arte, se los llevó por 45.000 liras (equivalente de 238 euros, 285 dólares) y los colgó en su salón. Durante años el hijo de Nicolo vivió hipnotizado por estas dos pinturas “anónimas”. Quiere descubrir su misterio. Un día, reconoce en una biografía de Bonnard a “su” jardín, el de su cuadro, en segundo plano de una foto del pintor.

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Para la naturaleza muerta, el misterio es aún mayor, pero serían policías especializados quienes aclararían el enigma en 2014. Estas obras de los maestros postimpresionistas Pierre Bonnard y Paul Gauguin habían sido robadas en 1970 en Londres de la casa de unos ricos herederos, fallecidos sin descendencia.

Tras una investigación, las dos obras, estimadas actualmente en 5 millones de euros (unos 6 millones de dólares) y 35 millones de euros (41 millones de dólares), fueron devueltas por la justicia italiana al obrero, ya que fueron adquiridas por éste “en total buena fe”.

Fuente: AFP.

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