El escenario global caracterizado por los conflictos geoestratégicos persistentes en Medio Oriente como en la zona bélica entre Rusia y Ucrania, sumado a la cuestión arancelaria y el tipo de interés de la Reserva Federal en los Estados Unidos, como también a que los bancos centrales del mundo no están pudiendo bajar las tasas de interés debido a la persistencia de la inflación y la caída de los precios de varios commodities, todo ello muestran volatilidad en los mercados internacionales que arriesgan el crecimiento de las economías.
Este contexto no puede ser desconsiderado en Paraguay. Somos parte de una región y de un mundo en constante cambio. Enfrentamos, quiérase o no, vicisitudes de todo tipo, las cuales afectan directa e indirectamente nuestras vidas y como país.
En términos directos, citemos a los precios de los commodities que conciernen al ingreso de divisas a nuestro territorio, repercutiendo a su vez sobre el empleo y las inversiones en general.
Indirectamente, un cambio en las tasas de referencia monetaria por parte de la Reserva Federal de los Estados Unidos propicia más o menos cantidad de dólares hacia esta parte del mundo. No hay forma en que un país no se vea involucrado. Los intereses están ahí y no se pueden descartar. No hay compartimientos estancos en el comercio internacional, la economía y las finanzas públicas.
Este trípode de situaciones puede significar oportunidades como amenazas para los países. Es una oportunidad si un país es ordenado en sus cuentas fiscales y su moneda permanece estable por su prudente política monetaria. A esto hay que agregar inexorablemente si tiene la capacidad de elevar su producción y productividad en aquellos sectores donde es competitivo tanto interna como externamente.
A contrario sensu, ante ese contexto incierto del cual nos referimos más arriba y que está sucediendo en este momento en el mundo, si un país en sus cuentas no es ordenado ni tiene políticas ciertas que hagan posible enfrentar con éxito los shocks externos, pues entonces no podrá contar con oportunidades de salir airoso de su situación, sino más bien se enfrentará a constantes amenazas.
El resultado de todo ello será que aquel país ordenado en términos fiscales y monetarios con medidas sensatas hacia la microeconomía relacionadas a la inversión y al empleo privado, su economía no tendrá mayores inconvenientes y hasta podría darse el caso de hacer crecer su producto. Para el país desordenado en los términos expresados, contrariamente, el resultado será el aumento de la inflación, del desempleo, la desinversión y la inseguridad, con problemas graves de orden social.
Las preguntas que al respecto no podemos dejar de respondernos los paraguayos y extranjeros que vivimos en esta hermosa tierra guaraní, son las siguientes: ¿Somos aquel país de oportunidades o aquel otro de amenazas? ¿En cuál de las dos situaciones mencionadas está Paraguay? Las respuestas a estas interrogantes no pueden dar cabida ni a la mentira ni al populismo.
Así tenemos que, y de acuerdo a los análisis internos como externos llevados a cabo por expertos que no son precisamente parte del Gobierno, nuestro país creció en los últimos meses a un ritmo sostenible, impulsado por la construcción, el sector agropecuario, forestal, la minería y la manufactura. Estamos ante un marcado crecimiento de la inversión y el consumo. Nuestra moneda, el guaraní, se apreció últimamente con relación al dólar por la debilidad global de esta última y por los ingresos en el sector del turismo y las emisiones del Tesoro.
Consideramos que más allá de las diferencias que se puedan tener desde las aristas propias de banderías políticas, la ciudadanía en general sabe que Paraguay es un país de oportunidades, como de hecho y fuera de toda duda lo atestiguan las numerosas familias extranjeras que últimamente vienen a solicitar residencia en nuestro territorio.
Son familias de diversos orígenes, especialmente de Europa, que motivados por sus deseos de mejoramiento y de libertad en todos los órdenes han escuchado de Paraguay (y por qué no, quizás muchos de ellos incluso oyeron al presidente Santiago Peña en sus viajes para conseguir mercados para nuestros productos) y luego se embarcaron hacia aquí para dedicarse a trabajar y a invertir, porque saben que aquí encontrarán oportunidades y no amenazas para su futuro como ocurren en otros lugares.