Si bien siguen siendo enormes las deudas que tiene el Estado con sus habitantes, no se puede descono­cer los trabajos enfocados en la realidad de la gente que implementó este gobierno, que ya lleva dos años. Aunque las mejorías se observan en algunos ámbitos, hay que reconocer que aún falta mucho, un aspecto que no satisface a muchos, pero eso no debe subestimar el valor que han tenido los programas sociales que se están llevando adelante con interesantes oportunidades principalmente para sectores vulnerables.

Considerando el nivel de oposición y per­secución a las iniciativas de este gobierno, algo inédito en la etapa reciente del país, puesto que en la época del favorito de los medios, Mario Abdo Benítez, puede inter­pretarse que los resultados hasta hoy son más que exitosos.

Todavía quedan muchas cuestiones que reclamar, casos relacionados con la salud, la educación, el mismo costo de vida que presiona precisamente por la demanda existente en el mercado, propia de una dinámica promovida por inversiones que generan circulante de dinero, etc. Sin embargo, este contexto no debe desorien­tar sobre lo urgente que se está resolviendo y que tiene que ver con los temas sociales que le están ayudando a salir de la pobreza a muchísima gente.

El desafío es gigante, el Gobierno plantea ambiciosos compromisos considerando los problemas arrastrados por décadas y que requieren del apoyo de todos los secto­res. En su discurso aniversario, el presi­dente ratificó la meta de fortalecer a la clase media/trabajadora, que en los próximos años viva en un país donde trabajar, educar a los hijos, cuidar de la salud y llegar a fin de mes no sea un privilegio, sino un derecho. Esto y los logros innegables en el ámbito social son dignos de mantener la confianza de la ciudadanía.

“Vamos a reducir el costo de la canasta básica, para que el salario rinda más y las familias vivan mejor”, reiteró el presidente cuyo gobierno viene tomando decisiones con rigor, en lo que refiere a la protección del consumidor pese a la presión que ejer­cen los grupos de poder acostumbrados a la impunidad con burdas maniobras como las típicas campañas de desprestigio.

Si hacemos el conteo, no estamos igual que hace dos años, hemos mejorado en lo importante, en lo esencial. Los estudios indican que 118.000 personas salieron de la pobreza, la pobreza extrema se redujo del 4,7 % al 4,1 %, 30.000 personas menos, logros apalancados principalmente por los programas sociales como Hambre Cero con más de 1 millón de niños beneficiados, que da empleo a 20.000 cocineras que ya ingre­saron al seguro del Instituto de Previsión Social (IPS), además de las mipymes y otros puestos de trabajo de manera indirecta.

Los 118 mil nuevos empleos formales con seguro social y 147 mil nuevos contribuyen­tes son datos no menores en la batalla a la informalidad que solo genera retroceso. La universalización de la pensión para adul­tos mayores con 340.000 beneficiarios, el programa Tekoporã Mbarete con 200.000 familias atendidas, la construcción de cen­tros integrales para la primera infancia son avances que impactan y se expanden por fuera de las zonas urbanas.

No se puede dejar de mencionar la titula­ción de tierras a favor de la población pos­tergada históricamente, las cerca de 40.000 soluciones habitacionales con la entrega de viviendas con especial énfasis en la clase media, marginada por años, pese a sus posi­bilidades. Las grandes infraestructuras sanitarias con hospitales modelos de alta complejidad, la dotación de equipamien­tos médicos, las más de 200 ambulancias entregadas por la binacional Itaipú, hoy muy bien enfocada en las inversiones socia­les.

En seguridad, la recuperación del control de las cárceles. La pelea al crimen organi­zado y la continua incorporación de agentes de seguridad especializados están haciendo frente al flagelo de la delincuencia. En economía seguimos siendo ejemplo para muchos, por el crecimiento sostenido en torno al 4 % anual, la obtención del grado de inversión y la reducción del déficit fiscal del 4,1 % en 2023 al 1,9 % en 2025.

En infraestructura y transporte, mucho avance y mucho por hacer. La ruta de la Soberanía, la ruta Graneros del Sur, la fase B de la Defensa Costera de Pilar, el Corre­dor Bioceánico son parte del fortaleci­miento en infraestructura que obedecen a planes de conectividad muy importantes.

Vamos bien, queda mucho por hacer y los proyectos deben seguir priorizando objeti­vos sociales, la realidad de la gente tiene que ir mejorando, es una tarea impostergable.

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