La alerta que habían pronosticado sobre epidemia de dengue desde hace meses desde el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (PSPyBS) se está cumpliendo. Lastimosamente nos sorprende con los mismos errores de precaución no aplicados, principalmente en políticas de limpieza, básicas para amortiguar la expansión de la enfermedad.
Desde octubre pasado que la cartera sanitaria viene avisando el inminente ingreso de una epidemia de dengue en nuestro país y las autoridades sanitarias manifestaban su preocupación ante un posible desborde para la infraestructura y recursos humanos disponibles. Incluso alertaron sobre “la peor epidemia” por el impacto negativo que puede tener en la salud de la población, principalmente ante posibles casos del DEN-3 que actualmente afecta al Brasil.
Lastimosamente, los pronósticos de Salud Pública se fueron concretando y la cantidad de casos que vienen siendo reportados desde las diferentes unidades sanitarias del país son inquietantes.
En estos días recibíamos las primeras tristes noticias con el fallecimiento de una niña de 6 años que se convirtió en la primera víctima fatal a consecuencia del dengue, que se dio el lunes pasado en Caacupé. También se confirmó la muerte de un adolescente de 15 años en Ciudad del Este, el domingo 31 de diciembre, y hay dos decesos sospechosos en Encarnación. Hasta los últimos días de 2023, el Ministerio de Salud registró 33 fallecidos, 16.414 casos confirmados y 31.751 casos sospechosos.
La enfermedad se dispersó en varias regiones, la ministra de Salud articula respuestas para la emergencia con alianzas sanitarias, entre ellas con el Instituto de Previsión Social. En zonas como Ciudad del Este se tiene el peor escenario en dengue; de los 139 casos confirmados en Alto Paraná, 80 corresponden a residentes en la capital departamental, lo que representa el 57,5 %.
Hay una tendencia preocupante de aumento de epidemia del dengue, esto en un contexto en el que también se presentan fuertes cuadros de contagios del covid-19. Las filas se alargan, la desesperación se expande, hay vidas perdidas, pero la inconciencia en cuanto a los hábitos de limpieza y eliminación de criaderos está estancada en lo mismo.
Casas abandonadas sucias y con criaderos de mosquitos, agua acumulada en piletas y recipientes de todo tipo, malezas en lo alto en predios baldíos, que además de sitios para larvas, son para todo tipo de alimañas.
Los jefes comunales y sus respectivos funcionarios del aseo urbano principalmente no logran articular tareas de limpieza y de concienciación que sean expansivas como de impacto contra la epidemia del dengue, una penosa situación de todos los años.
Los municipios deben necesariamente aplicar medidas de prevención con trabajos de limpieza que acaben con los criaderos de larvas, de lo contrario seguirán siendo cómplices de la desgracia por inoperancia en la gestión.
Necesariamente también tienen que comprometer al Ministerio Público en la misión de ir contra los que incumplen normativas municipales de limpieza de propiedades, más aún en tiempos de emergencia como el que estamos viviendo de vuelta.
La salud pública no puede seguir siendo hostigada por la desidia en prácticas tan elementales como la limpieza de las ciudades, sitios públicos y particulares.
Los intendentes deben ser suficientemente capaces de imponer normas de limpieza en sus respectivas comunidades, de hecho, es una de sus principales responsabilidades. Apoyar a Salud Pública evitando más propagación del dengue es urgente, si no queremos seguir lamentando más sufrimiento.