Uno de los temas que ocupa la atención de la ciudadanía es la suerte de Itaipú. Ade­más de las elecciones genera­les del 30 de abril, que concita el inte­rés de la gente porque habrá cambio de gobierno, sin duda, la situación de la hidroeléctrica es otro de los asuntos de gran importancia. Hasta ahora, el Para­guay ha aprovechado muy poco a Itaipú. Y ya llegó la hora de usar ese extraordi­nario generador de riqueza para empujar el desarrollo.

El Tratado de Itaipú, que firmó Para­guay con el Brasil el 26 de abril de 1973, entró en vigencia el 13 de agosto de ese año. Entre los distintos capítulos de dicho documento tiene el Anexo C, que sienta las bases financieras y de pres­tación de servicios de electricidad de la hidroeléctrica, que incluye dispo­siciones de cómo atender los requeri­mientos de los mercados de Paraguay y Brasil, que son los socios. En el nume­ral VI de este importante capítulo del tratado establece que las disposiciones del mencionado anexo deben ser revi­sadas después de haber transcurrido 50 años de su vigencia; es decir, el 13 de agosto de este año, dos días antes de que asuma el nuevo gobierno constitucional que gane las elecciones el próximo 30 de abril. Lo que se establezca en la revisión del Anexo C este año tendrá una funda­mental importancia de aquí al futuro para uno de los recursos económicos más importantes que tiene el Paraguay: la hidroeléctrica de Itaipú, cuyo 50% le corresponde.

¿Qué hacer con Itaipú para el tiempo que vendrá? ¿Cómo articular las normas que preserven los derechos de nuestro país? ¿Qué errores del pasado hay que corregir en las nuevas disposiciones de ese capí­tulo del Tratado de Itaipú?

Invitación al canal de WhatsApp de La Nación PY

En cinco meses y cinco días más se cum­ple el plazo mencionado y el Gobierno y sus negociadores deben tener muy claro lo que se va a negociar.

Una de las verdades fundamentales de la que no hay que apartarse es que el Para­guay tiene que ejercer efectivamente su soberanía, utilizando la energía que le corresponde para beneficio del país. Que el 65% de la energía paraguaya que se le cede actualmente al Brasil a valor irri­sorio se canalice en nuestro país para las industrias y entidades que utilicen ener­gía para su producción, lo que ayudará a transformar la economía nacional. Para eso, el Gobierno y las entidades estatales deben crear una política de inversión con amplias ventajas para captar capitales, incluso ofreciendo tarifas bajísimas sub­sidiadas, con tal de conseguir la venida de más empresas. ¿Por qué la energía paraguaya de Itaipú que hoy se le cede a Brasil a un poco más de US$ 9 el MWh no le podemos vender a ese mismo precio a las empresas que inviertan aquí? (La tarifa en Brasil, Argentina y otros países está por encima de US$ 100 el MWh).

No hace falta querer conseguir más dinero con la tarifa eléctrica, sino prin­cipalmente atraer industrias que con su producción y sus efectos multiplicado­res traerán riqueza y más empleo para el país. La renta que no se obtenga con la tarifa eléctrica local se conseguirá con creces mediante el aporte económico, financiero e impositivo de las empresas que vengan a instalarse.

El no interesar la venida de industrias mediante tarifas bien atractivas para instalarse aquí es uno de los más gran­des errores que el Paraguay ha cometido en los 40 años y que pasaron desde el funcionamiento de la central hidroeléc­trica. Solo se fijó la atención en el precio de venta y no en las ventajas que con­lleva el abaratamiento fabril, una equi­vocación que se debe corregir.

Para ello hay que establecer políti­cas energéticas bien claras y ambicio­sas, como no se han hecho hasta hoy. No dejarle a la Ande que establezca la polí­tica energética, sino que intervengan el Ministerio de Industria y Comercio y organismos estatales especiales. Tal vez haga falta un Ministerio de Energía para esa importante tarea. Una entidad especializada que se dedique en forma exclusiva a esa función y cautive a los interesados.

Ahora que ya se pagó la deuda de Itaipú, urge que el país utilice esa gran riqueza energética para dinamizar la industrialización. No tiene sentido tener una mina de oro y no explotarla adecuadamente.

Dejanos tu comentario