A un poco más de seis meses de las elecciones generales en que la nación paraguaya escogerá nuevas autoridades para conducir el país durante los próximos cinco años, la principal preocupación política es la economía. La expresión no es un simple juego de palabras. Es que las autoridades políticas que se elijan para el próximo quinquenio indefectiblemente tendrán que preocuparse principalmente de restablecer la alicaída situación económica y social que afecta al país. Y se halla en este delicado panorama no solo por factores adversos imputables a la buena o mala suerte, sino por la inoperancia de los políticos que actualmente conducen la nación, que hasta ahora no han sabido reaccionar ante la adversidad.
El infortunio que afecta a un país no es un castigo de la mala suerte que no se pueda remediar mediante la inteligencia y la voluntad de los responsables de esa sociedad. No se trata de una fatalidad imposible de encarar y que no se pueda convertir después en el bienestar de las mayorías.
La historia de la humanidad está llena de ejemplos de países y pueblos que supieron enfrentar con valentía las calamidades de las guerras, de las pestes o los desastres naturales y salir victoriosos de esos contratiempos. Pudieron hacerlo gracias a la acción de su clase dirigente que supo optar por la política adecuada, tuvo la valentía de idear un proyecto y trabajar con fuerza por la solución. Los logros fueron posibles mediante la intervención de políticos leales, que pusieron siempre en primer lugar el interés de su patria, por encima de sus apetencias y simpatías de grupo.
La República del Paraguay se encuentra actualmente en una encrucijada de la que tiene que salir lo antes posible. Su pasado demuestra que ha podido levantarse de las más terribles adversidades, y ahora también lo logrará. Pero a condición de que su clase política sea capaz de encontrar los caminos que la lleven hacia la dirección conveniente. Por esa sencilla razón, se necesita que la gente más capaz y patriota se haga de las manijas del poder político, y se margine a los badulaques que han demostrado con creces su inutilidad.
No se puede esperar con pasividad que solo el próximo gobierno que venga se ocupe de levantar a la nación. Es una tarea que corresponde, antes que a nadie, al gobierno actual, al presidente de la República y a los principales responsables de la administración que están actualmente al frente del Estado. Teniendo en cuenta la premura de conseguir soluciones, el país no puede esperar hasta el 15 de agosto del 2023 para que se trabaje en reactivar los diferentes sectores de la vida nacional. El problema es de aquí y ahora, y requiere una respuesta rápida.
Si aman realmente al país, las principales autoridades nacionales deben dejar de lado las peleas internas del Partido Colorado y tener en su agenda un solo tema: gobernar haciendo todos los esfuerzos necesarios para que el Paraguay pueda superar sus principales dificultades y se levante rápidamente del pozo económico en que se encuentra. Si no lo hacen así, no solo se merecen el repudio de la ciudadanía. Deberían ser calificados como delincuentes, porque traicionar al país y a su gente es uno de los más graves delitos.
El Gobierno debe comprender que el principal tema político nacional es actualmente mejorar el panorama económico y la vida de la gente. La ciudadanía no necesita políticos que solo piensan en las papeletas partidarias, sino funcionarios conscientes que se ocupen de los delicados temas que interesan a la nación, como la pobreza, la gran cantidad de desocupados, la creciente inseguridad y la posibilidad de obtener un bienestar.
Si la administración actual no tiene planes ni sabe muy bien qué hacer para salvar la situación, debe salir urgente de la política. Tiene que conocer lo que pasa en las calles, en los hogares, en los negocios, lo que se palpita en la realidad cotidiana. Y luego, en un acto de responsabilidad, ocuparse de su tarea trabajando para apurar la reactivación de los más diversos sectores y la mejoría de los grupos sociales más desprotegidos. Procurar que la mayor parte del país no llegue a la ruina económica y social.