No hubo carácter. Ni convic­ciones. Ni patriotismo. Para el gobierno de Mario Abdo Benítez, Itaipú nunca fue una causa nacional. Prefirió el camino del internismo caníbal dentro de su propio partido. Perdido en el laberinto de una precandidatura presidencial que no des­pega, la del vicepresidente de la República, Hugo Velázquez, el propio mandatario atizó aún más la desorientación oficia­lista cuando anunció que pugnará por la titularidad de la Junta de Gobierno del Partido Colorado. Apeló, incluso, a la gue­rra sucia, recurriendo a procedimientos torcidos y a instrumentar a las institucio­nes públicas para tratar de alcanzar sus objetivos. Hasta ahora, sin ningún resul­tado. Pero, en contrapartida, se desenten­dió totalmente de los complejos asuntos de gobierno que son competencias exclusi­vas del jefe de Estado. Por el sendero de la improvisación es la inercia la que maneja estas cuestiones. Entonces, nuestro socio condómino de la represa hidroeléctrica, el Brasil, impone sus criterios y la tarifa de manera unilateral e inconsulta.

Nadie conoce las conclusiones de aquella mesa multisectorial convocada y consti­tuida por los directivos de Itaipú, aunque muy prontamente algunos de sus miembros más prominentes ya habían renunciado. El ex canciller Euclides Acevedo, en reiteradas ocasiones aseguró que las negociaciones están muy avanzadas y por buen camino, aunque sin exhibir pruebas fundamentadas de sus asertos. Hasta que un día se fue del cargo para lanzarse a su campaña hacia la Presidencia de la República. Después de su último encuentro con el presidente brasi­leño Jair Bolsonaro, Abdo Benítez informó que se buscaría un punto intermedio entre los 18,95 KW/mes fijado por Brasil y la posi­ción nuestra de mantener en 22,60 KW/mes. Hasta hoy, a mitad de año, Itaipú no cuenta con una tarifa única aprobada por el Consejo de Administración de la entidad.

Hace tres años que fue abortada la firma de un acta bilateral, también conocida como secreta y entreguista, que fue cali­ficada como una traición a la patria, pues, prácticamente, estábamos regalando nuestra soberanía energética al Bra­sil. Uno de los promotores a favor de la firma de dicho documento fue el vicepre­sidente y actual precandidato presiden­cial Hugo Velázquez. Del otro lado esta­ban los denunciantes, el ingeniero Pedro Ferreira, quien, a raíz de ese conflicto, se vio obligado a renunciar a la titularidad de la Administración Nacional de Electrici­dad (Ande), junto con el ingeniero Fabián Cáceres, ex gerente técnico de la misma institución. Precisamente, este último declaró a los medios de comunicación que, en el tema de la tarifa, “Brasil ya no va a volver atrás. Paraguay propuso tarde su posición, con mucha improvisación, y la tarifa va a quedar en 18,95 dólares”.

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Improvisación es la palabra repetida, tanto por ex presidentes de la Ande como por ex directores de las binacionales, para calificar estas negociaciones con Brasil. Como refutando al citado ex ministro de Relaciones Exteriores, el ingeniero Cáce­res argumentó que sistemáticamente desde el poder se venía desinformando al pueblo, “porque nunca realmente hubo avances” en este tema. Y remató con una realidad que refleja el sentimiento colectivo de la ciudadanía pensante: “El Gobierno debe asumir la responsabili­dad histórica por el daño que ocasionará al Paraguay, pues no se llevó adelante una propuesta seria y responsable para obte­ner mayores beneficios sobre la tarifa”.

La campaña Itaipú Ñane Mba’e divulgó un manifiesto donde resalta que “sigue avan­zando una política de hechos consumados en función a los intereses de Brasil, con la anuencia de Mario Abdo, quien cele­bró feliz esta entrega”. La mayoría de los expertos, salvo raras excepciones, argu­mentan que no se tiene una estrategia defi­nida para defender los intereses naciona­les en el tema de Itaipú y, por el contrario, esta es una posición que favorece al Brasil.

Lo dicho al principio: El presidente de la República está más interesado en las internas del Partido Colorado que en los grandes temas que afectarán al país en un futuro cercano. Y el daño irreparable que pueda surgir de unas negociaciones des­ventajosas para el Paraguay será, proba­blemente, un trágico legado cuya respon­sabilidad no podrá evadir el señor Abdo Benítez. La historia será implacable con él. Y con todos aquellos involucrados en esta lamentable política entreguista.

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