Esta semana asumieron los nuevos intendentes y otros reelectos en los 261 distritos de nuestro país. La asunción de cargos se da en un contexto sensible por la serie de carencias en cada rincón de nuestra República, producto de malas administraciones a las que se suman los efectos muy perjudiciales de la pandemia del covid-19 reforzada con altos índices de corrupción. Esta situación exige aún más la mejora de gestión en cada municipalidad y una herramienta imprescindible que por nada puede ser descartada en ninguna administración: la transparencia.
Terminaron las elecciones, por ende el proselitismo, y cada autoridad municipal electa o reelecta debe abocarse a servir a la ciudadanía, no a los operadores. Es inminente la necesidad de gestiones eficientes, cautelosas en el uso del dinero público para no repetir los mismos vicios de siempre de repartir sueldos a hurreros y planilleros.
A diario saltan denuncias de herencias desastrosas en la construcción de infraestructuras, merienda y almuerzo escolar, déficit sanitario y pobreza por malos manejos de fondos sociales. Deben acabarse los negociados detrás de licitaciones, el manoseo de dinero para ayuda social, la repartija de puestos, etc.; ya que los intendentes manejan recursos demasiado importantes para las necesidades primarias de la ciudadanía.
Las autoridades comunales deben ser conscientes de que los contribuyentes están más atentos que nunca al uso de los recursos, de hecho, este rol más activo dio lecciones a varios intendentes que desafiaron la paciencia del electorado con sus malas prácticas. Rendir cuentas del gasto público es una obligación, el autoritarismo como el secretismo perdieron vigencia. Todavía hay intendentes que se creen dueños de los recursos públicos, se desentienden de sus obligaciones de transparentar los gastos de sus respectivas administraciones y esto no es solo una mala costumbre de colorados como quieren instalar algunos medios de comunicación.
En estos días salieron en la prensa informes oficiales de la falta de rendición de cuentas del uso de Fonacide de la época de Miguel Prieto, intendente reelecto en Ciudad del Este, con alta popularidad, pero con una deprimente administración por la serie de denuncias de corrupción que pasa desapercibida para los entes de control.
Las administraciones municipales que no rinden cuentas del uso que le dieron al dinero público, principalmente los provenientes de fondos bien reglamentados en su ejecución como Fonacide y royalties privan a sus ciudades de recibir los recursos en tiempo y forma. La falta de transparencia debe terminar para que las transferencias corran con agilidad, lleguen a destino y se traduzcan en calidad de vida para los contribuyentes.
Es inconcebible que, a regañadientes, por presión de la prensa los intendentes reporten sus rendiciones de cuentas a la Contraloría General de la República. Culmina el año y sigue habiendo media docena de intendentes en falta con la transparencia en la ejecución de Fonacide y royalties.
La ciudadanía debe monitorear a los gobiernos de sus comunidades para bloquear a tiempo los posibles robos. La Contraloría como la Dirección Nacional de Contrataciones Públicas también deben encontrar la manera para no llegar demasiado tarde a las intervenciones de malas administraciones.
Hay intendentes y políticos muy burdos en sus manejos administrativos que gozan de impunidad. Cocinadas de grandes licitaciones, el caso de Ciudad del Este es alevoso cómo repartieron fondos para el combate al covid-19 entre los amigos que de manera tramposa se alzaron con millonarias licitaciones. Existen varios otros casos en los que llamativamente los intendentes “se casan” con un mismo contratista o proveedor generando un monopolio que atenta contra los intereses del Estado al eliminar la cantidad de oferentes y, por ende, se pierden precios competitivos.
Un nuevo período municipal debe dejar atrás las mañas, apuntar a la eficiencia optimizando los recursos y rindiendo el desempeño a la ciudadanía, que en derecho es la beneficiaria de los servicios provenientes de las instituciones públicas.