Los datos sobre los contagios y sobre todo los de las internacio­nes y fallecimientos a causa del covid-19 son en este momento alentadores. Hoy vemos cómo se han achicado las cifras que hasta hace pocos meses nos mantenían en estado de alerta y pendientes del triste recuento diario de pacientes internados en las abarrotadas unidades de terapia intensiva y los falleci­mientos de personas de todas las edades, que dejaron a sus familias diezmadas por el dolor y también gravemente afectadas económicamente.

Hoy, los hospitales de referencia donde los trabajadores de blanco pelearon sin pausa contra el flagelo del virus van recupe­rando su aspecto anterior a la pandemia, con más camas de atención destinadas a otras enfermedades que quedaron poster­gadas debido a la urgencia y gravedad del covid-19. Ya no se ven las escenas de fami­lias atribuladas aguardando noticias de sus seres queridos en carpas montadas en sus alrededores donde compartían angus­tias y también vivían momentos dramá­ticos a la hora de enfrentar los enormes gastos que representaba la falta de medi­camentos e insumos.

Ahora, las vacunas llegan en mayor número y están disponi­bles desde hoy para quienes aún no han recibido –por la causa que sea– su primera dosis y la segunda, de acuerdo al calenda­rio y especificaciones que se publican a diario, y hasta se dispone de una tercera dosis para trabajadores de salud y mayores de 50 años, de acuerdo a lo publicado por el Ministerio de Salud. La situación, como dijimos, ha cambiado y las medidas res­trictivas se fueron levantando paulatina­mente hasta llegar a una realidad que nos permite muchas posibilidades y libertades de movimiento, encuentros y reuniones.

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Sin embargo, es ahora el momento más importante para evitar que el coronavi­rus regrese con fuerza y nos someta nue­vamente a la zozobra y el dolor. Y en este momento, las medidas restrictivas pasan a ser preventivas y está en nuestras manos, como ciudadanía, respetarlas y no bajar los brazos para mantener alejada la posibili­dad de un retorno a los peores momentos.

En todo el mundo, hoy se habla de la importancia de los métodos sencillos y eficaces de protección que disminuyen los riesgos de contagio como el lavado fre­cuente de manos con agua y jabón y el uso de tapabocas en lugares cerrados como aulas, transportes, oficinas, reuniones, etc. Dos medidas tan simples que inclusive han impedido que a la par del coronavirus se padezcan de otras enfermedades res­piratorias que se contagian de la misma manera. Y, por supuesto, las vacunas.

Es importante poner atención especial a esas medidas y lograr que la cobertura de población vacunada con por lo menos dos dosis sea lo más alta posible, ya que se ha demostrado fehacientemente en todas partes del mundo que es la única manera de evitar los casos graves de covid, que tanto dolor y pérdidas nos han causado. No hacerlo sería una temeraria decisión que no solo pondría en riesgo la vida de quien se niega a recibir las vacunas, sino de quienes conviven o mantienen contacto con esas personas en casas, trabajos, sitios de estudio y en todos los espacios.

Es importante que ahora, cuando los datos publicados por Salud nos hablan de que el virus afecta en menor medida a nuestra población, pero no deja de estar presente y en variantes potencialmente peligrosas como la Delta, sea nuestra con­ciencia y empatía las que guíen nuestro comportamiento. Para ello, debemos cui­darnos y también hacer un esfuerzo por cuidar a nuestros seres queridos y a todas las personas que están en contacto con nosotros, para evitar la reincidencia de una situación que nos ha causado dema­siadas pérdidas en todo sentido, especial­mente en irrecuperables vidas humanas.

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