Está confirmado por los estu­dios oficiales que el año que termina en pocos días más con­cluirá con una caída de la eco­nomía de tan solo 1%, cuando se esperaba que sería mayor. Según la evaluación de organismos internacionales, seremos el país de la región con menor deterioro, lo que no deja de ser una noticia buena en los malos momentos. También cobra fuerza la perspectiva de que en el año entrante se tendrá un crecimiento del 4%, con lo que estaríamos dejando los graves efec­tos de la emergencia económica. Lo que no quiere decir que ya estaremos en plena reactivación, pero ciertamente ya habre­mos dejado lo peor de la crisis que esta­mos viviendo actualmente y a punto de comenzar una nueva etapa.

La semana pasada, el Banco Central del Paraguay (BCP) dio a conocer el informe del tercer trimestre en el que puntualiza que la actividad económica va mejorando, en este caso mediante la buena marcha de la construcción y el agro. Aunque el des­envolvimiento económico fue de -1,2% entre julio y setiembre, lo importante es que representa una menor caída que la del trimestre anterior cuando el descenso fue del 6,4%. Estos números revelan que se está saliendo de la etapa más dura del desplome económico ocasionado por la pandemia.

La construcción fue uno de los principa­les elementos de la mejora, ya que tuvo un alza del 15,8%, por encima de lo anotado en el trimestre anterior cuando creció 10,4%.

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Otro elemento que ayudó a apuntalar el ascenso es el desempeño que tuvo el sec­tor primario donde hubo buen compor­tamiento de la soja, la caña de azúcar, el arroz y el maíz. La menor producción de trigo y de mandioca hizo que creciera menos, por lo que el incremento fue del 1,2% en la variación interanual, que es inferior al 15,1% que se había anotado en el segundo trimestre del año. La cons­trucción, que acumula hasta setiembre un alza del 15,8%, representa la cifra más sig­nificativa con relación a los demás secto­res de la economía.

La oferta de electricidad y agua mejoró y se recuperó frente a la caída del segundo trimestre, pues en el tercero alcanzó una variación interanual del 1,1%, aunque su crecimiento debería aumentar para poder salir del área negativa ya que tiene un -1,4% acumulado.

Lo peor de la economía se pudo obser­var en la ganadería, en el área forestal, la pesca y la minería, ya que el -4,8% con­seguido revela la reducción registrada frente al tercer trimestre del 2019. El hecho se debería a la menor faena de vacu­nos y de aves, pero la buena producción de cerdos y leche cruda disminuyó la baja, que podría haber sido mayor.

En el tercer trimestre siguió bajo el des­empeño del comercio, de los restaurantes, de los hoteles, lo mismo que los servicios, lo que produjo un -3,9%. Las telecomuni­caciones, la intermediación financiera y los servicios gubernamentales obtuvieron un mejor rendimiento.

De los tres trimestres del año estudia­dos por el BCP, el que mejor desempeño tuvo fue el primero. Esto porque de enero a marzo, el producto interno bruto (PIB) creció 4,4%, gracias principalmente a la agricultura (18,1%) y a la construcción (13,1%). El segundo trimestre fue el de peor comportamiento, con -6,4%, debido a la caída de los servicios (-10,9%), elec­tricidad y agua (-8,6%), manufactura (-5,8%). Por todo ello, la retracción de tan solo 1,2% en el tercer trimestre representa un paso importante que va a aminorar el mal rendimiento alcanzado desde abril y que ha hecho pronosticar a la autoridad monetaria que el desarrollo del PIB en el 2020 será de -1,0%.

Para que pueda arrancar la recuperación se tendrían que dar algunas situaciones que ayuden a lograr ese objetivo, como que los cultivos de la temporada tengan el clima favorable, que no se puede prede­cir con certeza. Y que la pandemia y sus efectos colaterales permitan que se dedi­que más tiempo, recursos y esfuerzos para impulsar la actividad económica. La reactivación no caerá del cielo como un regalo. Será fruto del trabajo inteligente que realice el sector productivo, acompa­ñado de medidas acertadas que adopte el Estado.

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