Mientras el Gobierno hace esperar su tan mentado plan de recuperación económica, que se había anunciado a mediados de abril, urge la necesidad de acele­rar el crecimiento de la economía, que es uno de los sectores más golpeados por la pande­mia. Para ello hay que recoger las ideas e ini­ciativas que proponen hacer del Paraguay un país con más dinamismo en su maquinaria productiva mediante las propuestas innova­doras que lanzan los especialistas y las inver­siones que se tendrán que impulsar.

Un país sin ahorro interno como el nuestro tiene, sin embargo, de donde obtener recur­sos para invertir, siempre que se utilice la inteligencia y el patriotismo en la gestión pública. Lo peor que le puede ocurrir a una persona o una nación es que en medio de la desgracia solo se ponga a lamentar su mala suerte sin ponerse a trabajar por salir de ella y obtener nuevas conquistas en su desarrollo.

Por eso las propuestas que viene haciendo en este diario el ex ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite, son muy oportu­nas. Las proposiciones que ha señalado son técnicamente viables y financieramente realizables, además de muy necesarias. Hay que conocerlas, discutirlas y proponer que se las vaya adoptando como parte esencial de la política del Gobierno, como algo de realización impostergable. El crecimiento con ritmo acelerado de la economía para­guaya es y debe ser la prioridad. Pues el país no se puede contentar con ir progresando en forma lenta y sin aprovechar los recursos y las oportunidades que tiene.

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Para financiar este crecimiento, el colum­nista ha propuesto la creación del Fondo Soberano Blindado (FSB), que se obtendría descontando los ingresos futuros de Itaipú, aplicándolos a un fideicomiso que esté “blin­dado de las apetencias políticas y aventu­ras económicas”. Sostiene que el Paraguay tiene que emprender una acelerada carrera que le permita crecer al ritmo de dos dígitos durante por lo menos un quinquenio.

Para lograrlo, propone destinar los recursos del mencionado FSB, primero a asegurar la estabilidad económica y, luego, aplicarlos al plan de crecimiento acelerado y al desarro­llo estratégico. Sostiene que estas acciones tienen que ir más allá de las medidas de reac­tivación económica prometidas hasta ahora y que no se han puesto en práctica aún, por­que después de la pandemia quedaremos tan mal que vamos a necesitar un crecimiento de mayor envergadura.

Resalta que, para la estabilización de la eco­nomía, la prioridad del Gobierno debe ser la recompra de la deuda externa. Señala que en la próxima década el promedio de repago por año es de 780 millones de dólares y los aho­rros que se hagan por este concepto deben destinarse a Salud y Educación, “pero con un nuevo enfoque”.

En cuanto al crecimiento y desarrollo estra­tégico, el ex ministro incluye al desenvol­vimiento de la infraestructura interna, de transporte, viviendas y energía, que son sec­tores que generan empleo. También propone aplicar políticas industriales de diversifica­ción económica y de apoyo a la agricultura familiar.

Luego de estudiar qué sectores tienen mayor peso en el crecimiento de la economía y más ponderación en el empleo, destaca que parte de los fondos mencionados deben dirigirse a la industria, la construcción y proyectos de inversión eléctrica. Con esto se llega­ría a impactar en más del 33% del Producto Interno Bruto (PIB) del país, además de inci­dir en la creación de empleos.

La exposición del ex ministro Leite es amplia, pues se introduce en los detalles de cómo, dónde y por qué invertir en los diver­sos sectores que menciona. El mensaje prin­cipal es que nuestro país debe emprender de inmediato la tarea de acelerar su crecimiento con la intervención del Estado y la participa­ción del sector privado.

Para ello nuestro país debe asegurar primero la estabilidad macroeconómica, que está en peligro a causa de los golpes que ha recibido por la pandemia. Y al mismo tiempo tiene que emprender con energía el rápido creci­miento económico mediante las inversiones en los sectores más importantes del aparato económico.

No hay tiempo que perder. Las autoridades nacionales y personas con responsabilida­des en la marcha del país deben tomar nota de estas propuestas e incorporarlas a los pla­nes del Gobierno para posibilitar el éxito de nuestra salida de la calamidad en que nos ha metido el covid-19.

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