Cuentan que, en sus últimos años de vida, un anciano decidió dar rienda suelta a su apetito. Y puesto que no le quedaba mucho tiempo, se daba lujos que antes no se permitía, pero en cierta ocasión el médico lo reprendió por su glotonería. ¿Cómo vas a comer esas milanesas?, le recriminó.

Como respuesta, con una sonrisa, el anciano le contestó: “Doctor, usted vive privándose de todo lo que le gusta y cuando muera va a ser el muerto más sano del cementerio”.

Las relaciones entre las personas son tan complejas, que muchas veces los que creen ser más sabios, no siempre tienen la razón. Y lo peor es que en estos tiempos, el nivel de toxicidad social se generalizó al punto que es normal, esto lo refiere una experta en clima laboral como Carolina de Bestard.

En el periodismo hubo casos últimamente que llamaron la atención por subírseles el humo a algunos a la cabeza. Unos se burlaron de sus compañeros, otros los maltrataron y humillaron. Y nos preguntamos. ¿qué clase de conducta es esa? ¿Qué derecho se arroga un supuesto líder para pisotear a los demás? Un trabajador, cada día se despierta, se viste y se despide de su familia con la intención de realizar una buena jornada productiva, como debería ser, pero llega un momento en el que el ambiente laboral se torna tan denso que incluso le hace sentir menos, que no se adapta. Y al final del día se da cuenta de que el problema no es ese trabajador, sino el jefe acostumbrado a pisotear.

Hace más de 30 años atrás, una estudiante, con mucho orgullo, había ingresado a la “facultad de periodismo” llena de anhelos y proyectos para mejorar el mundo y denunciar a los malos. Hoy no quedan ninguna de sus ilusiones y el “plagueo” y los malos tratos son una constante. Los que la rodean le temen y no se atreven a expresar una opinión objetiva. Y vive creyendo que tiene la razón, se acostumbró a no escuchar criterios de otros.

Uno de los posteos recientes de esta especialista en RR. HH. y cultura organizacional reflexiona sobre aspectos clave del liderazgo y el clima laboral. Por ejemplo, si cada vez que un jefe hace una pregunta lo único que recibe es silencio, claramente hay un problema. Ese silencio habla de miedo, los colaboradores callan porque saben que, en ese entorno, el mensajero suele ser castigado.

Cuando un líder se convence de que sus colaboradores no aportan valor y cree que él es el único que mantiene al equipo en marcha, debería replantear su postura. En muchos casos, los empleados de menor rango buscan mantener la producción formando alianzas entre ellos.

Sin embargo, para que eso funcione, el líder debe entender que ceder constantemente ante los más cercanos no es el camino correcto. Lo que en un principio fue solo “un favor”, con el tiempo puede convertirse en un “derecho adquirido”.

Según el Índice Global de Derechos de la Confederación Sindical Internacional (CSI), los países con los peores climas laborales entre 2023 y 2025 son Bangladesh, Bielorrusia, Ecuador, Egipto, Filipinas, Túnez y Turquía, debido a reiteradas violaciones de los derechos laborales.

Las empresas en Paraguay deben tomar nota, ya que la exposición constante a un entorno laboral negativo termina pasándoles factura a los trabajadores. Se manifiesta en consultas médicas frecuentes, dolores de cabeza, conflictos en el hogar, quejas persistentes, presión, ganas de explotar, llorar o simplemente de no querer volver a la oficina. Todo porque el ambiente se volvió insano. Literalmente. Enferma.

Así como en el ámbito militar, el de menor rango no puede pasar por encima de un superior, en las empresas privadas los colaboradores no pueden pasar por los jefes y menos los gerentes o directivos.

Pero, ¿qué hacer cuando ese grupo está enfermo a causa de un líder tóxico? Las consecuencias se notan cuando los resultados disminuyen y los directivos no entienden por qué. Mientras, cuanto más presiona el jefe, menos rinden los colaboradores.

La anécdota de las milanesas es real. Hay “doctores” que viven en su nube de razón, sin embargo, esa burbuja ideal es una mentira. Un jefe solo es jefe porque todavía tiene la confianza de los directivos para alcanzar metas. La humildad es un buen remedio para comenzar a cambiar.

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