• Por Fabio Franco Pacuá
  • Psicólogo Comunitario

¿Quién quiere aprender en una escuela que excluye?

La escuela, como escenario social de convivencia, puede representar múltiples vivencias para sus estudiantes. Imaginemos dos escenas cotidianas que comienzan desde el portón de entrada, recorren los pasillos y culminan en el aula: una marcada por la aceptación y el reconocimiento, y otra por el rechazo y la desvalorización.

¿Qué ocurre con quien se siente sistemáticamente excluido?

¿Qué impacto tiene en su vida ser rechazado o invisibilizado día tras día?

¿Quién desea permanecer en un espacio donde no puede vincularse ni ser feliz?

¿Es posible aprender en un ambiente hostil?

Pensar la educación inclusiva en este contexto –una escuela que acoge frente a otra que excluye– es clave para comprender las múltiples dimensiones que debe contemplar cualquier proceso de transformación.

¿Qué dice la comunidad educativa al respecto?

Durante el Congreso ION 2024, directivos, docentes, equipos técnicos, familias y estudiantes dialogaron sobre estos desafíos, construyendo una polifonía de voces, experiencias y esperanzas.

- Las familias expresaron el deseo de que sus hijos e hijas sean aceptados y reconocidos como sujetos de derecho.

- Los estudiantes manifestaron sentimientos de injusticia y desigualdad.

- Los equipos técnicos señalaron una deuda histórica y la falta de apoyo y herramientas para implementar una educación inclusiva efectiva.

¿Qué proponen?

- Generar espacios de formación y círculos de aprendizaje para docentes, familias y estudiantes, con agendas construidas colaborativamente.

- Promover la formación en valores y el desarrollo de estrategias de enseñanza - aprendizaje, como el Diseño Universal para el Aprendizaje (DUA).

- Implementar programas de tutorías y aulas colaborativas.

- Diseñar métodos de evaluación flexibles, adaptados a las necesidades individuales.

- Establecer sistemas de supervisión y control que aseguren el cumplimiento de las normativas de inclusión.

- Garantizar la presencia de docentes de apoyo en todas las escuelas.

- Incluir en el currículo escolar programas de habilidades para la vida.

- Investigar, generar evidencia y socializar buenas prácticas y resultados de experiencias inclusivas.

¿Y la ley?

Aunque la Ley 5135/13 establece el marco legal para una educación inclusiva, su implementación enfrenta múltiples desafíos. Por eso, resulta fundamental escuchar a quienes viven la desvalorización en carne propia: estudiantes y familias que, día a día, enfrentan un sinfín de barreras.

Ellos deben ser parte una red de apoyo llamada comunidad educativa y una escuela que los acepte, valore y entienda que la educación inclusiva no es una opción, es un derecho que debe hacerse realidad en cada aula.

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