A pesar de los esfuerzos que se pudieron haber hecho en los últimos años, seguimos adoleciendo de muchas falencias que puedan tener un efecto multiplicador, siendo las obras de infraestructura a nivel país una de las principales teniendo en cuenta el efecto multiplicador o derrame que siempre los ha caracterizado, en beneficio de nuestra microeconomía.

La limitada disponibilidad de recursos económicos generados por el fisco a través del cobro de impuestos y otros tributos y la mala calidad del gasto público hicieron que nuestros niveles de endeudamiento se incrementaran en forma exponencial para hacer frente a las ingentes necesidades vía préstamos canalizados a través de organismos financieros multilaterales (BID, Banco Mundial, CAF), entre otros, además de los derivados de las emisiones de bonos soberanos en el mercado externo, como también a nivel doméstico, que a la fecha ya ascienden a aproximadamente USD 17 mil millones.

Independientemente a todos los problemas y discusiones que acarrea la aprobación del PGN en el Parlamento cada año derivado de cuestiones políticas antes que técnicas, hace que sigamos tropezando con las mismas dificultades de siempre, pues bien sabemos que las necesidades son y seguirán siendo ilimitadas, pero por el contrario los recursos disponibles son finitos o limitados.

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La calidad del gasto público debería ser objeto de una reingeniería a fondo que nos permita tener un PGN más equilibrado, ya que de lo contrario no quedaría otra alternativa más que la de tener que seguir asumiendo deudas externas para poder hacer frente a obras de infraestructura que son muy necesarias para una mayor competitividad de nuestro país, a nivel regional y de extrarregión.

El problema de nuestra educación es de carácter estructural, no siendo fácil superar todos los grandes obstáculos que venimos arrastrando desde hace décadas, pero que en algún momento habrá que tomar “al toro por las astas” y buscar la forma de darle una solución integral, puesto que con los niveles mínimos de inversión realizados vs. el PIB (el más bajo de toda América Latina) dentro de un mundo cada vez más globalizado, exigente y competitivo jamás podremos darle la verdadera solución que esperamos en lo que a calidad educativa atañe.

Esperemos que los recursos que el Gobierno destinará para el combate del hambre en nuestros chicos a través de la provisión de alimentos para desayuno, almuerzo y merienda puedan dar los resultados esperados, que permitan que nuestros alumnos del ciclo primario y medio, puedan entender y comprender, lo que se los transmiten sus maestros dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.

Resulta triste cuando muchas veces salimos al exterior a hacer cursos de posgrado y debido a nuestra limitada formación académica nos vemos en la necesidad de hacer previamente cursos de pregrado de nivelación, dado que universitarios de otros países nos siguen superando “por varios cuerpos” y en algún momento el nivel de calidad educativa transmitida a los niños y jóvenes debería ser de calidad comprobada.

Si bien las obras de infraestructura traen progresos a nuestro país, de poco valdría enfocarnos en ellos si en contrapartida carecemos de niveles de salud y calidad educativa que nos permitan poder desarrollar nuestras aptitudes y conocimientos y aprovechar las ventajas comparativas y competitivas que ofrece Paraguay a nivel regional y de extrarregión.

Como país de economía emergente seguimos esperando que nuestra calidad educativa sea mucho mejor, pues es sabido que si un país no cuenta con la infraestructura vial que precisa, escuelas y colegios en buen estado, definitivamente en pleno siglo XXI no será competitivo a nivel regional y mucho menos con países de extrarregión, por lo que las inversiones en educación dentro de los ciclos primario, medio y superior, incluido la reparación urgente de miles de aulas maltrechas que tenemos en todo el país, obligando en muchos casos que nuestros niños y jóvenes sigan dando clase en pleno siglo XXI debajo de los árboles seguirá siendo una limitante primaria.

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