• Por Juan Carlos dos Santos
  • juancarlos.dossantos@nacionmedia.com

Es muy cuestionado el papel que cumple la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a través de su Agencia para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio (UNRWA, por sus siglas en inglés) en el conflicto que se desató puntualmente a partir del 7 de octubre pasado entre Israel y el grupo terrorista islámico Hamás.

Desde hace años se ha venido denunciando que esta agencia fue infiltrada por militantes del grupo terrorista, sobre todo en la Franja de Gaza. UNRWA es la encargada de atender situaciones de salud, educación, servicios sociales y emergencias de alrededor de cinco millones de refugiados palestinos asentados en los territorios de Jordania, Siria, Cisjordania y Gaza.

Para cumplir esta misión, apoyar en esas áreas a los refugiados palestinos, reciben fondos provenientes de algunos países que, además de aportar para la ONU y varias de sus otras agencias, también desembolsan una considerable cantidad directamente destinada a UNRWA.

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El ataque del 7 de octubre pasado a poblaciones civiles del sur de Israel, donde los terroristas de Hamás lograron infiltrarse en la otrora impenetrable defensa israelí, produjo una reacción sin precedentes del ejército hebreo en lo más profundo de la Franja de Gaza, feudo de Hamás desde 2005, y no dio tiempo al grupo terrorista de borrar las huellas del estrecho vínculo que formaron con la agencia de la ONU en todo estos años.

Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos, Austria, Finlandia, Rumania, Estonia, Letonia, Lituania, Japón y Australia han suspendido temporalmente su aporte a esta agencia de la ONU tras confirmarse que al menos 12 terroristas de Hamás y que participaron activamente de la masacre del 7 de octubre son funcionarios de UNRWA.

Philippe Lazzarini, el comisionado de la agencia, prometió una profunda investigación, pero su credibilidad ya estaba por el suelo con tantas pruebas, aunque menos consistentes, pero igual de relevantes que los israelíes fueron hallando a medida que profundizaban la invasión a Gaza, como depósitos con armas y explosivos de Hamás, escondidos en cajas con logos de UNRWA y la presencia de algunos rehenes en residencias de empleados de la agencia de la ONU, algo que se sigue investigando.

El fin de semana, el ejército de Israel informó del hallazgo de un túnel a 18 metros de profundidad y con una extensión de 700 metros justo debajo del edificio central de la agencia, en la ciudad de Gaza.

Este túnel no era muy diferente en su construcción que todos los demás hallados hasta ahora en diferentes puntos de Gaza, pero la utilidad que le daba el grupo terrorista difería de los demás kilómetros de estas construcciones que serpentean el subsuelo del enclave palestino.

Era el centro de comando tecnológico de Hamás y compartía el uso de la energía eléctrica con la UNRWA en una macabra simbiosis, entre el supuesto bien y el mal. La ONU nació para preservar la paz luego de la tragedia de la II Guerra Mundial y todas las pruebas demuestran que una de sus agencias no ha comprendido esa finalidad.

Las culpas se pueden delegar, no así las responsabilidades y el hecho concreto es que UNRWA, agencia de la ONU, ha estado al servicio de un grupo terrorista, parcial o totalmente.

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