• Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

Si les digo que tenemos un “segundo cerebro” no es para enloquecer a los estudiantes de Medicina que puedan estar leyendo esta columna ni para que nos creamos superhéroes indestructibles por tener por ello mayor inteligencia. Para nada. El término “segundo cerebro” se refiere al sistema nervioso entérico (SNE), que es una red compleja de neuronas que se encuentra en el tracto gastrointestinal y que se utiliza debido a su complejidad y su capacidad para funcionar de manera relativamente autónoma.

Hay varias razones por las cuales se le atribuye este nombre. El SNE contiene una cantidad considerable de neuronas, aproximadamente 100 millones, lo que es similar en número a la médula espinal. Esta cantidad de neuronas forma una red compleja y permite que el sistema entérico realice funciones independientes de manera bastante sofisticada. Igualmente, el SNE puede operar de manera independiente, controlando muchas funciones del sistema digestivo sin intervención directa del cerebro central. Puede coordinar la digestión, la absorción de nutrientes, la regulación del flujo sanguíneo y la respuesta inmunológica local sin requerir instrucciones constantes del cerebro.

Pero aún hay más. Aunque el SNE funciona por sí mismo, está en constante comunicación bidireccional con el cerebro a través del sistema nervioso autónomo, es decir, el que funciona de manera absolutamente involuntaria y automática, manejando funciones como los latidos cardiacos, la frecuencia respiratoria o los movimientos peristálticos (de las vísceras abdominales). Esta comunicación influye en la forma en que procesamos las sensaciones y emociones relacionadas con el sistema digestivo. Es por eso que existe una creciente comprensión de que el SNE puede influir en el estado de ánimo, las emociones y ciertas condiciones neurológicas, lo cual ha llevado a la idea de que el sistema entérico no solo influye en la salud digestiva, sino también en la salud mental.

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Desde el punto de vista anatómico, el SNE es una red compleja de neuronas que se encuentra en el tracto gastrointestinal y se extiende desde el esófago hasta el ano. Está compuesto por millones de neuronas que forman circuitos complejos similares a los del cerebro, lo que le confiere, como dijimos, la capacidad de operar de manera independiente al sistema nervioso central. El SNE tiene tres capas principales: la mucosa, la submucosa y la muscularis, y está involucrado en una variedad de funciones clave. En primer lugar, la regulación de la actividad muscular del tracto gastrointestinal, permitiendo la contracción y relajación coordinadas que son necesarias para la digestión y el movimiento de los alimentos a lo largo del sistema digestivo. También la producción de enzimas, ácidos y otros productos químicos necesarios para la digestión adecuada. El SNE, además, detecta y responde a las condiciones del tracto gastrointestinal, como la distensión, la presión y la composición química de los alimentos en el interior del intestino, interactuando además con el sistema inmunológico para influir en la respuesta inmune.

Es apasionante conocer el funcionamiento de nuestro segundo cerebro, el sistema nervioso entérico, que como vemos, es fundamental para regular y mantener el funcionamiento saludable del sistema digestivo y tiene una influencia significativa en la comunicación entre el intestino y el cerebro. O sea, es también una cuestión DE LA CABEZA.

Etiquetas: #segundo#cerebro

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