• Por Laura Ramos
  • Socia del Club de Ejecutivos

Un tema recurrente en la sociedad argentina, que se discute y se plantea por parte de uno de los candidatos a la presidencia, contempla la posibilidad o más bien la necesidad de dolarizar su economía como parte de la solución a sus problemas económicos, atacando directamente a la inflación.

Por un lado, podemos analizar cuáles podrían ser las distintas variables afectadas en una economía al respaldar su solidez económica en la moneda de otro país. Por otro lado, también podemos analizar la importancia y orgullo de la moneda paraguaya al ser la más antigua de la región con sus 80 años. Además de esto, sin haber eliminado ningún cero en su denominación.

Si queremos analizar las variables afectadas, al utilizar la moneda de otro país en una economía, podemos ver que es razonable ya que al no tener la capacidad el Banco Central local de seguir emitiendo para cubrir sus necesidades de pagos, generará una mayor confianza en el mercado. Es por ello por lo que la dolarización es buena para ayudar a gestionar las expectativas de inflación. Pero si no se alinean las cuentas fiscales, entonces simplemente terminamos con otras distorsiones y otros problemas. Es necesario seguir destacando que tener las cuentas fiscales disciplinadas, tasas bajas y un crecimiento monetario adecuado, son absolutamente clave para controlar la inflación.

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Por otra parte, desde Paraguay podemos decir, y con mucho orgullo, que nuestra moneda es la más antigua de la región, valiéndose de varias décadas de un trabajo muy disciplinado en las políticas monetarias aplicadas y en la responsabilidad fiscal, ambas manteniéndose con la misma línea en los distintos gobiernos de turno.

Cabe señalar que la estabilidad del guaraní ha sido clave para lograr un crecimiento económico sostenido, que se ubica alrededor del 3,7% anual, mientras que la inversión ha crecido en promedio un 4,7% anual en el mismo periodo. Así, de cara al futuro, el principal desafío del guaraní es seguir persistiendo en su dinámica de ser un signo monetario fuerte, creíble y predecible.

Por lo tanto, podemos concluir que la confianza en la moneda de un país es determinante para el desarrollo y crecimiento de una economía, por lo que si un país debe valerse de la confianza en las buenas prácticas de otro país, deja al descubierto su falta de autodisciplina y de capacidad para cumplir con las expectativas de sus ciudadanos.

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