El ministro de Economía Sergio Massa –también precandidato presidencial por el oficialista Frente de Todos (FDT) devenido luego de una operación de rebranding en Unión por Todos (UP)– procura del Fondo Monetario Internacional (FMI) un waiver o perdón por los incumplimientos de Argentina en el acuerdo rubricado meses atrás con ese organismo multilateral para refinanciar cerca de USD 50.000 millones que este país adeuda. Es la deuda más importante que esa institución registra en el mundo.

En ese contexto, Massa apunta a obtener un desembolso de aproximadamente USD 4.600 millones para reforzar las reservas del Banco Central (BCRA) que, de acuerdo con coincidentes analistas y consultoras privadas, “están en rojo”.

Así las cosas, el anuncio realizado por el ministro acerca de que una misión oficial partiría días atrás hacia Washington para ultimar los detalles de ese perdón no se concreta aún y no se conocen aquí señales de que –como está actualmente la negociación– lo gestionado llegue a buen puerto. En principio Argentina –que debía pagar al FMI una semana atrás cerca de USD 2.600 millones– no lo hizo y pospuso la fecha de pago por 30 días. Esa facilidad la tienen todos los Estados parte del FMI.

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El objetivo ministerial –anunciar formalmente esos intentos para presentarlos como un éxito cuando sean realidad– no es sencillo de conseguir porque para ello, en Washington, le exigen una devaluación del peso frente al dólar estadounidense y una reducción de los gastos fiscales que, tanto Massa como sus socios en UP, el presidente Alberto Fernández, la vicepresidenta Cristina Fernández y el diputado Máximo Kirchner, rechazan de plano porque además solo faltan 35 días para las elecciones primarias abiertas simultáneas y obligatorias (PASO) en las que el ministro Massa emergerá probablemente como aspirante formal a la sucesión presidencial.

También esa doble condición de Massa hace que las discusiones con el Fondo sean más complejas porque si bien el directorio y la burocracia institucional desde largo tiempo hablan con el ministro no dejan de considerar que también podría ser el presidente que viene. No es fácil.

Las encuestas, que en todos los casos coinciden en que la coalición opositora Juntos lleva la delantera en la intención de voto aunque no por mucho, también dicen –hasta este lunes– que Sergio Massa podría ser individualmente el más votado en las PASO. Habrá que ver, pero si esa proyección se cumpliera, tampoco serviría de mucho porque solo podría tener algún impacto en la interna del peronismo que viene en el caso de que se verificara la extinción del poder en ese partido de Cristina F. Todas especulaciones.

De cara al proceso electoral que se dirime escalonadamente, con datos concretos, se puede afirmar que –hasta el momento– sobre 24 provincias, la coalición Juntos electoralmente ha vencido y controlará el 25 % de los estados provinciales y esa tendencia podría ampliarse. Podrían ser más las provincias a gobernar. De hecho, el domingo próximo habrá elecciones en la provincia de Santa Fe –uno de los distritos más relevantes en cantidad de electores– donde gobierna el peronismo y todas las encuestas proyectan una derrota. El nuevo mapa del poder comienza a delinearse con cambios sustanciales.

Sin embargo, y en ese contexto, desde el oficialismo se elevan mensajes preocupantes. De hecho desde el pasado 13 de abril cuando el ministro de Seguridad Aníbal Fernández anunció que “si (los opositores de Juntos) tuvieran la posibilidad de llegar a ser gobierno, (...) las calles (estarán) regadas de sangre y de muertos”. En las últimas horas esas expresiones se reiteran.

Gildo Insfrán, el reelecto gobernador de Formosa, que habrá de iniciar su octavo mandato consecutivo luego de recordar que la principal oposición tuvo el poder entre 2015 y 2019, sostuvo que ahora “viene con mayor crueldad, porque todo lo que ellos dicen si quieren aplicarlo al pueblo argentino va a ser con derramamiento de sangre, porque (lo que proponen) es insostenible”.

En la misma línea, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, asegura que Juntos tiene “un solo proyecto (que es ) del ajuste”; que para hacerlo “tienen que ir a reprimir, a asesinar, a violar los derechos humanos” y sostiene que “están dispuestos a hacerlo”. El mandatario bonaerense que va por su reelección agregó que “ahora la derecha no viene con globitos de colores, tienen amenazas para el pueblo y los trabajadores”. Claramente intentan incorporar el miedo social como indicador disuasor electoral para quienes piensan en votar opositores.

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