• Por Pepa Kostianovsky

Escuché por ahí un par de gritos y supuestas denuncias por­que los nombres que se iban anunciando oficial o extrao­ficialmente, o simplemente por rumores como futuros integrantes del equipo de Gobierno que traerá consigo el electo presidente Peña, corresponden a hombres y mujeres de su entorno que es, cualquiera lo sabe y nadie pretende encubrirlo, del entorno del expresidente Horacio Cartes.

Es claro, clarísimo y público, sin intención alguna de que alguien no se entere, que Santi Peña y Horacio Cartes tienen el mismo entorno. Hasta el 30 de junio decíamos que Santi es hombre de HC. A partir del 15 de agosto podremos decir que HC es hombre de Santi. Así de claro.

El liderazgo político de Horacio Cartes es indiscutible, así como no hay dudas de su fortaleza empresarial. El Grupo Cartes es pro­bablemente el que más fuentes de trabajo ha creado y mantiene en el sector privado. Basta con ver quiénes son los aportantes más fuertes a IPS.

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Absurdamente es el Estado el principal empleador del país, porque es público, burocrático y coto de caza de funcionarios corruptos.

Las empresas privadas no son ni burocráticas ni mantienen en sus estructuras a corruptos que las carneen.

Cuando un estanciero pilla que su capataz o su gerente anda “abi­geando”, lo corre a patadas .

El empresario privado no mete a corruptos e ineficientes a admi­nistrar sus negocios. Aunque tenga muchos (pero muuuuuuchos en serio), se las arregla para tener el ojo puesto en cada uno de ellos, y no deja que lo jodan. Incluso es generoso, muy generoso en cuanto a salarios y beneficios de sus empleados y obreros. Por­que sabe que la tacañería es mal hábito. Redunda directamente en que el trabajador que se considera abusado responda con infi­delidades. No es negocio.

Les fastidia que Horacio Cartes, durante su gobierno, haya llevado a los cargos públicos a personas que habían sido sus gerentes, ase­sores, directores o secretarios. ¿Qué mejor curriculum podían pre­sentar esas personas que las que él mismo conocía y a las que había confiado con éxito sus empresas?

De ese equipo, casi todos ellos jóvenes con formación académica y experiencia en organismos internacionales, surge como virtual can­didato a sucederlo Santi Peña. Se enojaron porque Horacio Cartes posicionó a uno de sus hombres, de probada confianza y eficiencia durante su gobierno en el Banco Central. ¿Y qué querían? Lo lógico y natural es que no habiendo posibilidad de reelección el mandata­rio saliente pretenda que lo suceda alguien que dé continuidad a sus proyectos políticos.

Pero volvamos a este momento en el que ya electo y presto a agarrar el timón del país Santi Peña selecciona a los hombres y mujeres, la mayoría de ellos no activistas políticos, dispuestos y acordes en restaurar un proyecto de masiva creación de empleos en el sector privado como modelo de aumento de producción, equidad social y combate a la pobreza.

Por supuesto que lo que va a hacer es convocar a sus camaradas, a sus compañeros, a los que ya han estado en la administración Cartes, y a los que Mario Abdo desterró del ámbito público, y a compañe­ros y compañeras que en estos años se hayan sumado a ese círculo de confianza. ¿O qué esperaban? ¿Que ponga a cuidar las vaquitas del Estado a los seccionaleros de Marito? ¿O a las paquitas de Lilian Samaniego? Pueden esperar sentados .

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