La presencia de las flores embellece lo que las rodea. Viven para generar sensaciones únicas. En ellas late el furor del equilibrio del universo, constituyéndose en una de las tantas manifestaciones que tiene para expresar que existe. Podría decirse que hasta los enigmas encuentran un regazo en donde apoyarse, es que son sutiles contenedoras de las pasiones que generan. Están aquí y más allá, ejemplificando que regularmente hay espacios que requieren ser impregnados de sus aromas.

Un latido, una flor. ¡Cuántas flores abundan en cada corazón! En el jardín de las emociones hay lugar para todas las sensaciones que cada acontecimiento produce, por eso tanto la tristeza como la alegría tienen sus propias manifestaciones, las cuales hay que respetar. También en el aprecio a las flores se aprende a valorar el porqué de las experiencias, en esos instantes llenos de admiración el entendimiento opera silenciosamente y deja conclusiones que en el tiempo oportuno operarán como el viento en el proceso de polinización.

Es la flor una eterna muestra de los dones de la naturaleza, expresión de la sabiduría autóctona de cada especie, semblanza de los colores en plenitud, anfitriona de las almas que se sorprenden. Compañera de soledades, de victorias, de decisiones, de recuerdos y de proyecciones; estampa de firmeza, de fragilidad, de incertidumbre y de confianza. En su esencia yace el saber, su magisterio es apto para todo público, para recibirlo solo basta darle significado a su presencia.

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Una flor, una persona. Una historia, miles de flores. En el constante andar se pueden visualizar las virtudes que favorecen las condiciones para transitar, por eso es preciso percibir los sentidos que fluyen sin cesar, en esa marcha persistente se descubren las cualidades, se disfrutan las relaciones, se ejercitan los verbos, se aprende a desaprender y a volver a aprender, se identifica el error y se supera la lección, se acepta la finitud y se convive entendiendo que cada flor tiene sus particularidades.

Una flor, una sociedad. El ambiente está repleto de flores. Se dice que lo más lindo de una planta es la flor que tiene, de igual forma las personas que integran una comunidad se erigen como lo más valioso. Las flores crecen, las personas crecen. Para lo cual, es vital el contexto en el que se desarrollan los seres humanos, es relevante la transmisión de las virtudes que cada uno puede compartir. De manera que se puedan construir tantos vergeles como sean posibles en los diferentes sitios en donde las flores socialicen. Destacando una de las notables conclusiones del pintor francés Henri Matisse (1869-1954), que decía: “Siempre hay flores para el que desea verlas”.

Etiquetas: #Siempre#flores

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