DESDE MI MUNDO

  • Por Mariano Nin
  • Columnista

El 21 de setiembre fue el Día de la Juventud. Hace apenas unos días los jóvenes vivieron su día sin prácticamente nada que festejar. El Día de la Juventud nos recordó las enormes diferencias entre lo que soñamos y lo que tenemos.

El 27 por ciento de la población paraguaya tiene entre 15 y 29 años. El avance del microtráfico, los motochorros y la violencia son señales. El futuro pide a gritos y botellazos más atención. Un informe de las Naciones Unidas nos recuerda el porqué de la rebeldía de los hombres y mujeres del mañana.

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Solo la mitad de la población de 15 a 24 años de Paraguay está estudiando. Entre aquellos que trabajan, solo el 32,1 por ciento aporta a la jubilación y sus ingresos promedio no llegan ni al salario mínimo mensual.

El 12,3 por ciento de ellos no estudia ni trabaja y en esta franja etaria también está presente la brecha de género: las mujeres tienen menos ingresos, a pesar de contar con más años de estudio.

Solo el 23,7 por ciento cuenta con educación universitaria o formación profesional, mientras que la mayoría (65,2 por ciento) acumuló 7 a 12 años de estudios (o nivel secundario) y un alarmante 10,4 por ciento apenas realizó la educación primaria (1 a 6 años de estudios).

Esta escasa presencia de la instrucción profesional en jóvenes se traduce posteriormente en condiciones laborales precarias y elevada informalidad: el promedio de ingresos mensuales de esta población es de G. 1.776.000 (no llega al salario mínimo de G. 2.680.373).

La población de 20 a 24 años se encuentra en las condiciones más desfavorables: la tasa de desempleo llega al 15,4 por ciento y tienen la mayor incidencia de quienes no estudian ni trabajan (14,9 por ciento).

Más de un millón de niños y adolescentes están fuera del sistema educativo. Nada más que el 20 por ciento tiene condiciones para dedicarse exclusivamente a estudiar. Pero aún las expectativas para estos privilegiados, por decirlo de alguna manera, siguen siendo reducidas. Escuelas en pésimo estado y un sistema obsoleto no van a garantizar un buen futuro en un mundo cada vez más competitivo.

Pero no es todo. También en las políticas de salud pública están postergados. Sin campañas efectivas, el sida crece entre los jóvenes y los embarazos adolescentes se multiplican. Los abusos sexuales van en aumento y los casos de bullying parecen descontrolados.

Mientras la corrupción y las ambiciones desmedidas sigan siendo más importantes, los niños seguirán siendo el futuro a explotar en un mañana cada vez más cercano.

Mientras… lo que hay. Más delincuencia, más drogas en las calles y promesas.

Muchas promesas y un puñado de esperanzas.

Es por eso que el 21 de setiembre las flores tuvieron más protagonismo que los jóvenes. Pero esa... esa es otra historia.

Etiquetas: #jóvenes#flores

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