• Por Jorge Torres Romero
  • Columnista

En 15 días estaremos en elecciones internas. Desde la Concertación no existe mayor entusiasmo, más allá de los reclamos de algunos de sus miembros al presidente del PLRA, Efraín Alegre, por negarse a debatir, lo que revela su falta de propuestas más allá de su monotema que aburre: patria o mafia. “Le veo como Adán y su hoja de parra es HC, se le quita ese tema y se queda en bolas”, posteó Bruno Balmelli, precandidato liberal a la Vicepresidencia.

Además, el titular del principal partido de oposición del Paraguay coqueteó estos 4 años con el gobierno corrupto de Mario Abdo Benítez; por lo tanto, no tiene mucho que aportar como eje discursivo en su campaña.

En la ANR la cosa está más complicada. Si bien todas las mediciones de las encuestadoras serias que tributan en Paraguay arrojan una diferencia de 20 puntos a favor del candidato de Honor Colorado, Santiago Peña, se podrían dar situaciones muy preocupantes para nuestra democracia.

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Existe un amplio consenso político, mediático, religioso, de los grupos gremiales más poderosos y el factor internacional, destinado a que el cartismo no conquiste el poder. Y cuando se da este consenso, se entra en un terreno muy peligroso del vale todo, incluso la trampa, como ya ocurrió en Paraguay en 1992. Es decir, Mario Abdo Benítez y sus aliados van a apelar a todo lo que les permita lograr su objetivo, a todo.

¿Por qué se da este consenso? El cartismo representa una amenaza para los sectores progresistas que a toda costa pretenden imponer su agenda, los sectores empresariales (medios de comunicación incluidos) ven una amenaza a sus intereses el crecimiento del Grupo Cartes, en la diversificación de sus negocios.

En lo político, Abdo prefiere entregar a la oposición el poder antes que al cartismo. Esto por su pichadura y odio, una actitud irracional propia de su limitación intelectual, determinada por sus estados de ánimo y no por una razón lógica. La oposición sigue ese juego porque sabe que el adversario real a vencer es Honor Colorado y no el desgastado movimiento oficialista.

La operación “vale todo” ya se observa al punto que a los sectores de la oposición, medios de prensa y grupos empresariales poco o nada les importa que el gobierno de Abdo haya consolidado a las estructuras del narcotráfico en los últimos años y colocó al Paraguay en la vitrina del mundo como un país donde se acopia la cocaína para exportarla a Europa. Esta “industria” de la droga liquida a los empresarios porque sus marcas son amenazadas constantemente con la contaminación de la droga. Años de esfuerzo para conquistar mercados internacionales se van al tacho. En este gobierno se dieron las mayores incautaciones de droga, dicen, claro, pero ellas nunca se dieron en Paraguay, sino en el exterior.

En esta historia del vale todo, la plata del narcotráfico también podría estar merodeando para financiar el día D e impedir que el cartismo llegue al poder, e incluso esa misma plata podría chorrear para ubicar a un fiscal general del Estado que no moleste a estas estructuras. Existen demasiados elementos para sostener esta hipótesis. El narcotráfico permeó tan fuerte en el gobierno de Abdo que, a juzgar por los volúmenes de dinero que manejan, financiarán lo que sea. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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