Todos hablan de esto. Los juegos Odesur acapararon la atención de propios y extraños. Y, por fin, pudimos ver todos cuánto de esfuerzo implica a nuestros atletas el desarrollarse en sus diferentes disciplinas. Pero no todo es músculo en el entrenamiento de alta competencia. De hecho, el músculo es solo un componente de un todo, donde realmente lo que se trabaja es el cerebro. Y eso en cualquier disciplina, no las más obvias como el ajedrez. Hablamos de estrategia, cálculo, precisión, disciplina, esfuerzo, tolerancia al dolor, resistencia al cansancio... todas estas cualidades indispensables para obtener la tan preciada presea dorada.

Manejar los nervios, la ansiedad y la presión es parte del entrenamiento para lograr un nivel profesional de alto rendimiento. Los deportistas de alto rendimiento trabajan de una manera integral todos los aspectos que tienen que ver con la competencia, no sólo la técnica y la táctica específica de su deporte. La fortaleza mental es donde realmente se nota la diferencia entre un deportista ganador y uno que no lo es. Para la concentración, factor indispensable para obtener resultados, se utilizan, por ejemplo, varias estrategias para entrenar la mente de los deportistas, que incluyen ejercicios de respiración, pensar sólo en el instante presente y aprender a centrar la mirada en un solo objetivo. Estos ejercicios se asemejan más a lo que sucede en un centro de meditación budista que en un gimnasio, pero que, a la larga, marcan toda la diferencia entre un atleta competitivo y uno que no lo es. Y es que es obvio: los deportistas que entrenan las habilidades mentales tienen más herramientas para enfrentar los momentos críticos y de alta tensión que se presentan en la competencia. Cuando se enfrentan atletas con habilidades similares en cuanto a la técnica, la táctica, la fuerza, velocidad y la resistencia, el resultado final está determinado por los factores psicológicos como la confianza, la concentración, la tolerancia al fracaso y la actitud ganadora. Y esto, como no, también se entrena.

Los deportistas que entrenan las habilidades mentales tienen más herramientas para enfrentar los momentos críticos y de alta tensión que se presentan en la competencia. En los últimos años, entrenadores y deportistas han tomado ese conocimiento sobre la importancia de la preparación psicológica de un atleta y lo han llevado un paso más allá. Se han aliado con científicos que les han permitido ver exactamente qué es lo que pasa con el cerebro de un deportista de alto rendimiento cuando está en competencia. La Universidad de Montreal, por ejemplo, ha creado mapas neurológicos tras monitorear el cerebro de varios deportistas olímpicos, para comparar sus resultados con los de personas que no practican deporte. A contramano con el estereotipo de que los atletas hablan bastante poco y, por ende, son para muchos poco inteligentes, resulta absolutamente falsa esta afirmación, ya que sabemos hoy que la mente de un atleta cuenta con cinco rasgos sobresalientes que han sido agrupados por un grupo de entrenadores norteamericanos que buscan desarrollar un entrenamiento cognitivo que ejercite el cerebro de los deportistas en estas áreas, de la mano de la psicología y la neurociencia. En primer lugar está la capacidad de tomar decisiones instantáneas que hace que, mientras nuestro pensamiento consciente opere a una velocidad lentísima, el cerebro de un jugador como Lionel Messi o Cristiano Ronaldo esté entrenado para tomar decisiones instantáneas basadas en reconocimiento de patrones e instinto. En segundo lugar, está la capacidad de reaccionar y anticipar resultados por la que los atletas tienen una capacidad aguda para reconocer indicios visuales que les permitan reaccionar ante sus competidores, y que explica por qué los jugadores profesionales de tenis pueden saber con poquísima información el tipo de lanzamiento que les hace el contrario y escoger la mejor estrategia de respuesta. En tercer lugar se encuentra el razonamiento espacial que hace que un jugador de basquetbol esté entrenado para entender planos tridimensionales complejos y moverse sobre ellos mientras ejecuta otras acciones como defenderse, hacer un pase o marcar el tiro de la victoria. En cuarto lugar tenemos a la concentración y manejo de emociones, como un ajedrecista en cada movimiento o un arquero en cada tiro al blanco. Por último, el cerebro de un atleta cuenta con una amplia área de visualización e imaginación que les permite mejorar su rendimiento en momentos cruciales de competencia.

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Universidades en China, Australia, Italia y Estados Unidos también se han interesado por la manera en que funciona el cerebro de los atletas y han encontrado que el entrenamiento constante de un deporte puede alterar la estructura del cerebro. En el 2001, científicos chinos se propusieron estudiar la fisiología del cerebro de buzos profesionales y encontraron que su corteza cerebral era mucho más gruesa que la del resto de las personas, rasgo que agudiza su percepción de movimiento en la oscuridad. Este estudio resonó con un hallazgo de la Universidad de La Sapienza en Roma, donde compararon las ondas cerebrales de atletas cinturón negro de karate con las de algunos voluntarios. Los atletas emitieron ondas alfa más fuertes, lo que demostraba un estado de relajación más profundo que permitía una mayor concentración. Posteriormente, los científicos italianos compararon estos resultados con los cerebros de esgrimistas y golfistas y encontraron movimientos similares.

Los cerebros de los deportistas de alto rendimiento tenían algo en común: reportaron mayor eficiencia a la hora de completar tareas que pedían coordinación motora, pues sus cerebros se demoraban menos tiempo en encontrar la mejor manera de hacerlo. Mucho se ha hablado de la fisiología de súper humano de grandes atletas con una envergadura física envidiable, pero casi nadie sabe que sus entrenamientos se centran principalmente en el aspecto psicológico, ejercitando muchos de los ejes que son necesarios al entrenar el cerebro de un atleta, desarrollando diferentes escenarios mentales que son fundamentales a la hora del entrenamiento, como una relajación total que los lleva a ensayar diferentes escenarios mentales por horas y horas, visualización de victorias, incluso estimular los diferentes sentidos que rodearán su sitio de competencia: oler el ambiente donde competirá, probar los sabores y escuchar los sonidos que le rodearán, pensando diferentes obstáculos que podrían surgir y que le impedirían ganar. Y es que para los que hacen neurociencias del deporte, el mensaje es claro: si se puede imaginar un escenario mental lo suficientemente fuerte y visualizarse en él, el cerebro inmediatamente buscará las maneras de que esto suceda. Y esto no es metafísica ni es nada que venga de “El secreto” o cosas así: es neurociencia pura. Es estar completamente DE LA CABEZA para la alta competencia. ¡Fuerza Paraguay! ¡Seamos de oro!

Etiquetas: #cerebro#atleta

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