DE LA CABEZA

  • Por el Dr. Miguel Ángel Velázquez
  • Dr. Mime

La memoria está llena de olvidos. No es la amiga fiel que todos creemos como depositaria de nuestros más preciados tesoros, los recuerdos, sino que muchas veces nos falla o no nos muestra “la película completa”. Por ejemplo, ahora sabemos que los testimonios de los testigos en un juicio, por ejemplo, son muy poco fiables. Esto se debe a que la memoria no funciona solamente recuperando información almacenada. Nuestras mentes normalmente construyen los recuerdos utilizando una mezcla de experiencias recordadas y conocimiento sobre el mundo. Sin embargo, nuestros recuerdos pueden ser alterados por nuevas experiencias que terminan enredando el pasado con el presente.

Confundir los recuerdos puede tener consecuencias nefastas, lo que ha llevado a psicólogos a tratar de descubrir qué causas explican los recuerdos defectuosos. Esto es lo que se conoce como efecto DRM que es una forma de inducir recuerdos falsos y que fue descubierta hace décadas. Este nombre combina las iniciales de tres investigadores: James Deese describió por primera vez la ilusión psicológica en 1959, pero no fue hasta 1995 que Henry Roediger y Kathleen McDermott la vincularon a los falsos recuerdos y a partir de entonces fue ampliamente utilizada en experimentos psicológicos. Este efecto explica que nuestros recuerdos no se basan en lo que sucedió exactamente, sino que hay algo que ocurre que es más como una aproximación, a menudo referido como recuerdo esencial. En lugar de codificar cada palabra, la mente construye un concepto general que se almacena en la memoria.

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Este efecto es influenciado por el grado de relación entre los significados de las palabras (semántica), pero muchos también se cree que los recuerdos falsos reflejan cómo nuestra mente organiza los conocimientos. Los seres humanos tienen un gran almacén de conceptos y estamos excepcionalmente capacitados para usar esos conceptos haciendo generalizaciones que nos permiten encontrar soluciones a las nuevas situaciones y problemas. Los estudios de falsos recuerdos nos muestran que nuestra memoria es siempre una mezcla de nuestros conocimientos sobre el mundo en general, junto a lo que logramos retener acerca de una reciente experiencia. Eso es un proceso adaptativo porque en general usamos nuestra memoria para hacer frente a nuevas situaciones. Un recuerdo es siempre una reconstrucción de esas dos fuentes, lo que nos permite hacer una inferencia razonable acerca de lo que probablemente haya sucedido que es casi siempre útil y solo en algunas ocasiones nos fallará.

Los estudios de imagen cerebral muestran que numerosas regiones del cerebro juegan un papel en la memoria semántica. Parece que diferentes propiedades son almacenadas en diferentes áreas. Las formas, colores y movimientos distintivos de cosas se almacenan en la corteza visual; los sonidos, sean estos palabras o un tintineo de tazas y cucharas por ejemplo, se almacenan en la corteza auditiva. Nuestro conocimiento acerca de la forma de interactuar con los objetos, como el usar los cubiertos o pedalear una bicicleta, se almacena en la corteza motora.

La distribución del conocimiento sobre el mundo por todo el cerebro de esta manera, sin embargo, no nos permitiría inferir la relación entre, por ejemplo, un avestruz y un colibrí. Estos no son parecidos físicamente, y no se mueven de forma similar, ni emiten sonidos parecidos y, sin embargo, sabemos que son lo “mismo” a un cierto nivel. Este alto nivel de abstracción, tan importante para la cognición humana, puede, según algunos investigadores, depender de un “centro de operaciones” con conexiones a diferentes áreas de una red distribuida por todo el cerebro. Este centro se encuentra en el lóbulo temporal anterior del cerebro (ATL, por sus siglas en inglés) y eso se sospecha por hallazgos como, por ejemplo, en pacientes con demencia semántica, una enfermedad neurodegenerativa que afecta principalmente el ATL, se ven principalmente problemas para recordar y comprender palabras, mientras que otras funciones no son afectadas.

Las explicaciones para el efecto DRM a menudo se basan en la hipótesis de que los significados similares pero no idénticos están representados por patrones similares de actividad en el cerebro y dicha actividad de superposición conduce a falsos recuerdos. Pero en realidad nadie había podido confirmar esta idea estableciendo claramente cómo funciona la actividad cerebral.

Estudios de neuroimágenes demostraron que todo el mundo experimenta actividad cerebral relacionada con falsos recuerdos. Esta región temporal tiene un código para el conocimiento semántico que está basado en la similitud, el cual es mayormente compartido, pero cada cerebro a su vez tiene ligeras variaciones en algunas representaciones, lo que da lugar a diferencias en los errores que cometemos en cuanto a los recuerdos falsos. Todos compartimos un mapa genético común que nos ayuda a conectar nuestros cerebros cuando somos niños, pero cambiamos de acuerdo a la naturaleza de nuestras experiencias, y eso va a producir similitudes en la generalidad que son compartidas por todo el mundo, además de diferencias individuales, dependiendo de las experiencias. La memoria, así organizada, además de permitirnos ver fácilmente las relaciones entre las palabras y los conceptos, mejora su rendimiento.

Los falsos recuerdos pueden ser simplemente el precio que pagamos por ese alto nivel de organización aunque parezca paradójico. Ese es exactamente el tipo de problema que a los algoritmos actuales les cuesta mucho resolver y que tiene implicaciones para los problemas que se presentan en la intersección entre la psicología y la ley, al igual que para los recuerdos falsos en los testimonios. En materia jurídica (o “cerebrando el Derecho” como se titula un libro nuevo en el que estoy trabajando), entender qué mecanismos hacen que las personas estén seguras de falsos recuerdos podría ser importante para resolver ese tipo de problemas legales. Saber realmente cómo se representan los conceptos y el grado en el que la superposición puede causar recuerdos falsos, podría llevar a diseñar formas de interrogación para evitar este tipo de trampas cognitivas.

La memoria también nos tiene DE LA CABEZA. Nos leemos la semana que viene.

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