• Por Felipe Goroso S.
  • Columnista político

Si se mira en retrospectiva y se tiene buena memoria, puede verse que indudablemente las internas coloradas han sabido ganarse su lugar en la historia política paraguaya por ser particularmente duras. Las que estamos viviendo ahora son una muestra más de ellas; ahora bien, lo que caracteriza a las actuales es lo extenso en el tiempo que llevan con niveles de tensión que están varios puntos por encima de la media. Como los tiempos de campaña se adelantaron, de la mano vino un período mucho más prolongado de lo habitual en lo que a tirantez se refiere, algo que suele darse en los últimos 60 o 30 días antes de las elecciones. Acá aún faltan 120 y no hay indicios de mejoría, al contrario.

El problema de una campaña en la que la tensión es permanente en tan alto grado y tan extensa, es que se puede llegar a creer que no acabará. Sin embargo, y alguien debe decirlo, esto –como casi todo en la vida– también pasará, incluso esta interna de la ANR. Referentes históricos colorados ven con preocupación el recrudecimiento de semejante persecución tanto al interior, como contra el Partido Colorado. Despidos por no alinearse, aprietes, coacción, destituciones, violencia verbal en actos, en medios, en redes, en todos los campos. Se abren heridas que no se sabe cómo ni cuándo cicatrizarán. Hay que ubicarse en esa noche del domingo 18 de diciembre cuando se conozcan los resultados. Ese será el momento que empezará la próxima campaña, una distinta, con el objetivo de ganar las elecciones generales de abril del año que viene.

En lo que hace a la ciudadanía e incluso afiliados colorados en general, todas las mediciones hablan de que tienen otros temas o problemas que hacen a su día a día. Inseguridad, crisis económica, pobreza, salud, educación, desempleo, son apenas algunos de los más mencionados, aquello que realmente le preocupa al electorado. La tensión política construye una agenda excesivamente politizada y en algún punto es necesario a los efectos de exponer la diferencia entre modelos, pasa que esa agenda muchas veces está de espaldas a las expectativas de la ciudadanía. Y la población no es tonta, cree que hay demasiada crispación política, y muchos creen que es importante que la misma se vaya reduciendo por lo menos gradualmente. A la par, carga sobre los propios partidos, movimiento y políticos como promotores o atizadores de este escenario.

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La política, esa mala palabra que empieza con p y termina con a, exige una mirada integradora de intereses y responder a ellos. De lo contrario, el desgaste del sistema político podría concluir en que los ciudadanos opten por alternativas alejadas de la democracia.

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