DESDE MI MUNDO

  • Por Mariano Nin
  • COLUMNISTA

El domingo fue nuestro día. Con un poco de improvisación y mucho de populismo, el presidente Mario Abdo Benítez decretó que el feriado por el 1 de mayo, que esta vez cayó un domingo, pase al lunes 2.

Así, tuvimos dos días de festejos, pero con poco en el bolsillo. El domingo, por ser domingo, y el lunes, porque el Presidente pensó que de esa forma se reactivaría la economía.

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Y así, corrió el asado y la cerveza, pero no el dinero.

El apresurado anuncio presidencial, en medio de una feroz campaña, tuvo más tinte político que económico. Los analistas coincidieron en que si se hubiese planificado con más tiempo, podría haber tenido un impacto serio en la economía. Pero no.

De todas maneras no había mucho para celebrar.

Arnaldo trabajó ese día. Es mecánico. Está casado con Antonella y tienen un hijo pequeño. Antonella trabaja por su cuenta. A veces vende ropa y otras, carteras. Persigue las ofertas y las convierte en ganancias. No siempre, pero la pelea todos los días.

La informalidad laboral en el Paraguay es de cerca del 70% y 9 de cada 10 jóvenes tienen su primer trabajo en empresas informales.

Arnaldo tiene un salario, que siempre es insuficiente. Entre el alquiler y el supermercado, el margen siempre lo tiene contra las cuerdas.

Solo 3 de cada 10 trabajadores gana desde el salario mínimo hacia arriba. Arnaldo no siempre llega al mínimo, siempre depende del flujo, y en tiempos de crisis, como estos, la cosa se pone difícil.

Ambos son jóvenes, pero tienen el futuro hipotecado.

Las estadísticas son contundentes, y los números pasan a tener rostros. Arnaldo y Antonella son la imagen real de las frías estadísticas.

Solo 3 de cada 10 trabajadores de dependencia tendrán jubilación. Solo tres.

Lo peor es que la cosa no va a mejorar en un año en que los políticos están más enfocados en sus campañas que en el mismo trabajo para sacarnos de este embrollo. Tanto el Presidente como el Vicepresidente, que deberían planificar y liderar verdaderos procesos de cambio, no tienen tiempo.

Ellos están enfocados en los votos, quizás buscando sellar su permanencia en el poder. Porque nuestro problema no es la corrupción en sí, esa que permite lo que no está permitido entre otras cosas, el problema es la impunidad.

Mientras, y volviendo al 2 de mayo por la magia presidencial, perdimos 2.883 empleadores o patrones solo en el último trimestre.

Hoy todo está confuso, revuelto, desganado, con mucho de desesperanza y poco de luz al final del túnel. Por eso son tiempos de reflexión de no olvidar que los números somos nosotros.

Pero claro, esa es otra historia.

Crédito: Números estadísticos de Enrique López, especialista en empleos.

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