• Por Eduardo “Pipó” Dios
  • Columnista

El mes pasado, la elección de Sixto Pereira como vicepresidente del Senado, a cambio del apoyo al nada confiable Salomón para la presidencia, fue tomada por muchos a la ligera. “¿Por qué tanto drama hacen algunos?”, reclamaban, “triunfo sobre el cartismo”, titulaba el pasquín amarillo, cuyos propietarios, seguramente, son de los mayores terratenientes del Paraguay y se dedican justamente a vender terrenos y generar propietarios privados, mientras lo que hace Sixto es justamente invadirlos y expropiarlos para que su equipo de invasores profesionales los vuelva a vender y seguir el ciclo. En fin, el ser idiota y pegarse tiros en los pies parece que es una cuestión característica de su directora y propietaria.

Pero esa elección, más que una bomba de tiempo, es de esas bombas de racimo que van explotando todo el tiempo y por todos lados. Los daños son graves, permanentes y de todo tipo, socavan las instituciones republicanas con pactos nefastos de cuoteo que dejan en manos de irresponsables, delincuentes e ignorantes, cargos que deberían blindarse y protegerse, como la Contraloría, el Consejo de la Magistratura, el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, la Fiscalía General, el TSJE y la misma Corte Suprema.

El hecho de que existan grupos armados, hasta hoy contenidos y restringidos a operar limitadamente en una zona boscosa y no en los núcleos urbanos, hace que esta connivencia con sus amigos, socios, promotores, defensores y brazos políticos sea altamente peligrosa para la democracia y, por ende, para los ciudadanos en general.

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Fue llamativa la semana pasada la presencia de personeros de grupos violentos de la izquierda argentina, disfrazados de “abogados de derechos humanos”, cuando sabemos bien que es una fachada de los violentos personajes de Quebracho y sus asociados, que tienen en zozobra a los propios argentinos con sus manifestaciones violentas, piquetes permanentes, invasiones de propiedades rurales y tomas de fábricas e industrias, en connivencia con los delincuentes que hoy ocupan el gobierno en dicho país, dejándolo en caída libre hacia el modelo venezolano.

Estos grupos proveen apoyo logístico, económico y político a los “criaderos” de terroristas del EPP y grupos afines en el territorio argentino, donde en “santuarios” para estos grupos son criados y adoctrinados los hijos de los terroristas presos y de los prófugos para luego ser introducidos de “contrabando” cuando “cumplen la edad requerida de 12 años” para convertirse en niños soldados, o, para decirlo mejor, en asesinos. En realidad terminan siendo usados por sus propios progenitores o tíos como carne de cañón, y vigías para cubrir las retiradas de sus propios líderes, terminando sus cortas vidas como escudos humanos.

Luego pasarán a ser “mártires” de la revolución, como los niños bomba suicidas de los grupos terroristas de medio oriente. “Llorados y buscados” supuestamente por los brazos políticos de estos mismos grupos que los llevaron a la muerte, como si les preocuparan o les doliera el asunto.

Preocupa que la lucha contra el terrorismo y la delincuencia sea un asunto “político” para cierto sector en el país porque demuestra una vez más que son capaces de cualquier barbaridad para lograr asumir el poder como sea. No hay límites, no hay nada sagrado, solo el poder para satisfacer sus planes extremistas y de sometimiento del que piensa diferente, por la fuerza, obviamente.

Las elecciones municipales deben ser una forma de empezar a pararlos, a mostrarles que los ciudadanos que rechazamos su violencia y su desprecio por la vida, su asqueroso “vale todo” para copar y terminar de destruir lo poco que hemos construido en estos años. El mensaje a los amigos del terror y la muerte, a los que no se animan a condenarlos con nombre y apellido, a los que buscan excusas para atacar a las autoridades que los persiguen, los que se prestan a campañas burdas de desprestigio, debe ser un claro rechazo democrático de los ciudadanos que amamos la libertad y la democracia, aunque sean imperfectas, pero siempre serán mejores que sus modelos fracasados de mediados del siglo pasado que solo trajeron más pobreza, más muerte y más desigualdad.

Etiquetas: #Jugar#fuego

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