• Por Jorge Torres Romero
  • Periodista

Volver a la cuarentena absoluta sería un golpe letal para la economía. Pero si seguimos relajados con las medidas sanitarias preventivas el número de contagiados con el covid-19 se disparará. Qué tremenda encrucijada a la que nos enfrentamos.

No se si estamos a tiempo para buscar culpables. La ciudadanía culpa al Gobierno, y con justa razón, por la fallida compra de insumos médicos, el Gobierno a la gente que tiró la toalla con el distanciamiento, la aglomeración, etc.

Podríamos guardarnos, por ahora, estas discusiones y concentrémonos en lo urgente.

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Emilia Medina, coordinadora de las ollas populares del Bañado Norte ya no tiene insumos. En las últimas semanas, con la autogestión y el aporte de G. 2 mil por familia (limpiavidrios, cuidacoches, vendedores ambulantes) pudieron alimentar a 140 personas entre niños y adultos. Hoy se quedaron sin nada y ya no tienen ni para la “vaquita”.

El Sindicato Nacional de Médicos anuncia para esta semana una movilización para exigir los equipos de bioseguridad para el personal de blanco. Varios conductores de Uber y Muv comenzaron a devolver sus vehículos a las concesionarias porque no pueden cumplir con las cuotas. El sector gastronómico apenas aguantará hasta el 15 de junio, caso contrario, 500 locales cerrarían sus puertas, lo que supondría miles de personas sin trabajo.

Las negocios que forman parte de las cámaras de comercios y servicios abrieron sus puertas, pero no hay ventas. Nadie se arriesga a comprar fuera de lo urgente. Una reconocida inmobiliaria que tenía un promedio de 700 ventas de lotes por mes, vendió 3, en mayo.

A una constructura que tenía a su cargo la terminación de un edificio para departamentos de US$ 8 millones, que debió culminar en diciembre, los accionistas pidieron parar los trabajos hasta nuevo aviso. La obra quedó a mitad de camino y un centenar de obreros colgados.

La lista sigue y es extensa. Con la implementación de las fases de cuarentena inteligente, Paraguay se comporta como si fuese que superamos la tormenta y estamos de salida con el coronavirus al igual que países europeos. Ni siquiera llegamos al pico.

La ecuación es sencilla. Ingresamos de manera temprana a la cuarentena absoluta, para preparar el sistema sanitario. Esto último ya no ocurrió. Tampoco estamos en condiciones de volver al encierro. La única alternativa es la conciencia ciudadana. Es decir, de vuelta la gente debe poner su parte.

Convengamos que, en particular, nunca esperé con entusiasmo resultados del otro lado.

No se si es hora de pasar facturas. Hagamos nuestra parte y sigamos denunciando a los empresarios, funcionarios, y autoridades corruptas y oportunistas.

La justicia da señales. La imputación a la ex titular de Petropar y otras 21 personas es un paso. La rescisión de contrato con las empresas que quisieron vendernos insumos chinos también.

Pasemos esta tormenta primero todos empujando el carro. Reparemos el avión en vuelo. Estos son los bueyes con los que ahora nos toca arar. Exijamos, reclamemos y denunciemos, pero vamos a cumplir con los protocolos sanitarios, recuperemos la economía, salvemos los empleos y salvemos nuestras vidas. Tomemos nota de todo y ya tendremos tiempo de castigar, como ciudadanía, a quienes no hicieron su parte. Hagamos la nuestra. Puedo estar equivocado, pero es lo que pienso.

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