Este viernes se llevó a cabo la ceremonia de imposición del palio arzobispal al monseñor Adalberto Martínez Flores en la Catedral Metropolitana de Asunción, de la mano del nuncio monseñor Eliseo Arioti. Coincidentemente, el religioso celebra hoy sus 71 años de vida, y en su homilía expresó su preocupación en favor del saneamiento moral de la nación, así como se encomendó a Chiquitunga, primera beata paraguaya.

Agradeció a todas las personas por su presencia y cercanía espiritual durante la ceremonia y manifestó que se encomienda a las oraciones. “Por favor, recen por mí. Para el fiel cumplimiento de esta misión que la Iglesia pone hoy sobre mis hombros, pido la intercesión de la beata María Felicia de Jesús Sacramentado, la querida Chiquitunga”, concluyó.

Durante su homilía, Martínez Flores expresó que en este día tan especial, así como a diario, humildemente recita: “El Señor es mi pastor, nada me falta. Me hace descansar en verdes praderas…renueva mis fuerzas. Me guía por la senda del bien… ningún mal temeré, porque tú estás conmigo. El salmo lo hacemos nuestro para recitarlo todos los días de nuestra vida”.

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Monseñor señaló que el Señor conoce sus fragilidades y su pequeñez y, sin embargo, le ha ungido con el bálsamo de su Gracia para que, junto con el sucesor de Pedro, el papa Francisco y con sus hermanos obispos puedan apacentar su rebaño en la Iglesia particular de Asunción que peregrina en el Paraguay.

De la mano del nuncio monseñor Eliseo Arioti, se llevó a cabo la ceremonia de imposición de Palio al arzobispo metropolitano monseñor Adalberto Martínez Flores. Foto: Christian Meza.

“El palio que recibo como arzobispo metropolitano ha sido tejido con la lana de los corderos que el Papa bendice todos los años en la fiesta de Santa Inés, y nos recuerda a los corderos y las ovejas de Cristo, que Él encomendó apacentar a Pedro y que a nosotros nos encarga seguir cuidándolas. Agradezco al papa Francisco que se haya fijado en este servidor para llamarlo a ser pastor de esta porción del Pueblo de Dios. Desde esta sede Metropolitana de Asunción, le expreso una vez más mis sentimientos de fidelidad y de obediencia pidiendo su paternal bendición”, enfatizó.

El palio impuesto es una indumentaria religiosa que conlleva el símbolo de unidad, comunión y caridad que proviene desde Roma, donde el pasado 29 de junio fue entregado a cerca de 44 obispos metropolitanos. Desde el 2015, el papa Francisco bendice previamente el palio y ya no se entrega en Roma, sino por los arzobispos de las diócesis en diversas partes del mundo.

El evangelio

Martínez sostuvo que el evangelio enseña que para apacentar el rebaño, la condición indispensable es el amor. “Por todas las veces que lo hemos negado, el Señor nos pregunta: ¿Me amas? A pesar de nuestras debilidades y pecados, de nuestras infidelidades, el Señor nos da la oportunidad de la conversión sincera para decirle: ‘Señor, tú sabes que te amo’, expuso.

Mencionó que el obispo, ni tampoco el cardenal, es un príncipe de la Iglesia. Por el contrario, está para servir a los demás: “El que quiera ser el primero, debe ser servidor de todos”, dice el Señor”, reflexiona monseñor.

“Como discípulos misioneros, guiados por el magisterio del papa Francisco, asumimos que la Iglesia es sinodal, misionera y samaritana, que está llamada a salir de sí misma e ir hacia las periferias, sin temor a embarrarse o sufrir golpes por salir a las calles y asumir la carne sufriente de Cristo en los rostros de los pequeños, de los vulnerables, de los excluidos, de los descartados de la sociedad: indígenas, campesinos, niños, mujeres, ancianos, los desempleados, los adictos a las drogas, los enfermos sin hospitales ni medicamentos, hambrientos sin el pan, los presos que hacinan nuestras cárceles en condiciones infrahumanas”, resaltó.

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Durante la ceremonia, Martínez recalcó que el Paraguay necesita con urgencia signos de esperanza de quienes tienen responsabilidad ante la sociedad. Foto: Christian Meza.

Preocupación pastoral

En otro momento, monseñor dijo que la fortaleza e integridad de la familia está en el centro de la preocupación pastoral; especialmente las familias más vulnerables, sin protección social, sin acceso a una vida digna; familias con hijos huérfanos de afectos, desorientadas, sin educación ni dirección.

“En el seno de la familia está el presente y el futuro del rebaño. En ella se fragua el destino de la patria. Allí donde la vida se ve amenazada, donde la dignidad humana es golpeada por las injusticias, por la inequidad, por la corrupción y por la impunidad, la Iglesia está llamada a levantar su voz profética y, subsidiariamente, colaborar con misericordia para aliviar el dolor y las necesidades de los empobrecidos de nuestra sociedad”, refirió.

Así también, destacó que como arzobispo metropolitano, junto a sus hermanos obispos de la Conferencia Episcopal Paraguaya, del Clero Arquidiocesano y Nacional, de la Conferencia de Religiosos del Paraguay y todo el Pueblo de Dios, tienen la misión urgente de iluminar con el Evangelio las sombras y los pecados sociales que amenazan la vida de nuestro pueblo.

Lo que necesita el Paraguay

De igual manera, monseñor Adalberto recalcó que el Paraguay necesita con urgencia signos de esperanza de quienes tienen responsabilidad ante la sociedad. “Si bien nos dirigimos prioritariamente a los bautizados, la tarea del bien común es de todos, sin distinción de credo religioso ni partidos políticos. Es una apelación a todas las personas de buena voluntad, ciudadanos de bien que están llamados a ser parte de una cruzada nacional para el saneamiento moral de la nación. Esta es una tarea urgente e impostergable”, subrayó.

En especial, invitó a los laicos a ser discípulos misioneros de Jesucristo en sus ambientes y a no esquivar la directa responsabilidad de ‘transformar las realidades y la creación de estructuras justas según los criterios del Evangelio’.

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El monseñor Adalberto Martínez dijo que la fortaleza e integridad de la familia está en el centro de la preocupación pastoral. Foto: Christian Meza.

Favorecer espacios de diálogo

“El gran desafío es afrontar la realidad difícil de la sociedad, cada vez más violenta y disgregada, desde la fe cristiana de los bautizados en el mundo. Así también, pondremos gran empeño y los esfuerzos necesarios para favorecer espacios para el diálogo entre los actores y sectores de nuestra sociedad, que conduzcan a la paz social por el camino de la justicia y la equidad”, puntualizó.

Finalmente, Martínez afirmó que ser pastor significa conocer, conducir, congregar en la unidad, dar la vida, que esa es una misión de los pastores. “Misión, en un sentido amplio, de todas las personas que tienen una responsabilidad sobre los demás en la Iglesia y en las familias, en la sociedad”, agregó.

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