Juan Carlos dos Santos, Twitter: @Juancads

Mencionada en uno de los textos de Augusto Roa Bastos, la profetiza del cerro Verde fue una muchacha de Sapucai quien, según testigos, volvió de la muerte hablando maravillas, algo sorprendente para una joven de 20 años y que apenas había terminado el segundo grado.

Los medios escritos de fines de 1929 y comienzos de 1930 narran el tumulto que se generó a su alrededor y algunas crónicas periodísticas llegaron a calcular en más de 80.000 personas, todas apiñadas en los alrededores del cerro Verde, en el distrito de Sapucai, quienes siguieron sus prédicas durante tres meses, ni un día más y ni un día menos, tal como ella lo había anunciado.

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Medios impresos como El Diario, La Tribuna y Crítica peleaban las mejores notas y las mejores fotos del extraño suceso que, como todo en la vida, tuvo gente a favor y también detractores, incrédulos ante los anuncios que hacía Epifanía, entre enero y marzo de 1930: una guerra con Bolivia y una situación pavorosa que se estaba gestando en Europa.

SENSACIÓN ENORME EN TODO PAÍS

Está causando una sensación enorme en el país y hasta en el extranjero la aparición y prédica de la hermosa joven profetiza del cerro Verde. El domingo último se batió el récord de la romería. La hermosa y misteriosa joven tiene frases lapidarias para el mal casado, el ebrio, el amancebado y todos los delincuentes.

Lo que dice esta misteriosa mujer es comentado por todas partes, toda la atención y la curiosidad pública está concentrada en ella. Nadie se acuerda ni siquiera del estado de sitio. La profetiza del cerro Verde es hoy por hoy el polo magnético que atrae todas las miradas y todos los comentarios.

Unos comerciantes de Sapucai queriendo sacar provecho de las romerías que acuden a escuchar a la profetiza, instalaron cerca de la casa de ella algunos puestos para venta de caña. Era una verdadera profanación cometida en los dominios de la profetiza, tras su prédica anti alcohólica. El público se encargó de echar, poco menos que a patadas, a dichos comerciantes, así como fueron echados por Cristo los mercaderes del templo.

En cerro Verde no se ve un solo ebrio. No hay ninguna autoridad e igualmente hasta hoy no ha ocurrido, entre tanta gente, el más mínimo incidente. Hay sí, en todo momento, una solemnidad religiosa.

CARAVANAS INTERMINABLES LLEGAN HASTA SAPUCAI

Epifanía Britos comenzó a predicar desde el 1 de enero del corriente año (1930). Dice ella que tiene misión de hacerlo así durante 3 meses. El lunes próximo pues será el último día de su prédica. Hasta que el Espíritu Santo disponga otra cosa. Ella misma queda maravillada de todo lo que dice y al igual que su auditorio, escucha salir de su boca, cosas con las que nunca ni siquiera ha soñado.

No es más que un autómata dice. No es ella quien habla, es el “Espíritu Santo” que se vale de su boca para comunicarse con los hombres. Y el “Espíritu Santo” si lo quiere, puede hacer hablar a cualquier latón.

PRÉDICA EN UN GUARANÍ QUE CAUTIVA

Diariamente, menos los domingos, cerca de dos horas por la mañana y dos horas por la tarde, habla esta rara mujer ante un auditorio numeroso que se renueva continuamente. Su prédica hecha en un guaraní que cautiva es, sin solución de continuidad. Es como una corriente interminable y sonora.

El timbre de voz es el mismo desde el comienzo hasta el final, dos horas enteras. Ella ni se fatiga ni suda ni bebe agua hasta terminar de hablar y así hace cerca de tres meses.

Desde que el sol comienza a despuntar, se ve arribar hacia la casa de la profetiza una caravana interminable de hombres, mujeres y niños. Vienen de los más apartados puntos de la República en carretas a caballo, a pie, sin pensar ni en la fatiga de los largos viajes, ni en el sol que no es muy amable en verano.

Caapucú, Misiones, Tabapy, Quiindy, Yaguarón, Coronel Martínez, San Joaquín, Santa Elena, Ajos, Azucarera Itapé, Caballero, Valenzuela, Barrero Grande, Piribebuy y muchos otros puntos son los lugares de donde la gente viene en romerías. Y allí están aguardando la palabra de la joven predicadora. A las 9 comienza la prédica por la mañana y dura hasta las 11.

VAN CURIOSOS E INCRÉDULOS, REGRESAN ENCANTADOS

Cuando habla la profetiza, nadie se mueve, se la escucha en medio de un profundo y religioso silencio. Algunos caen desmayados a consecuencia del calor. Los atienden unos amigos. Los demás siguen escuchándola atenta y religiosamente. Nadie está obligado a creer en lo que ella dice ni en ir a escucharla. Ella no invita a nadie, no hace más que avisar a los que tienen oídos para oír y a los que tienen voluntad de cumplir lo que el Espíritu Santo dice por intermedio de ella, cumplieron.

La profetiza se vale de comparaciones, algunas de ellas muy ingeniosas, para hacerse comprender mejor a su auditorio. A los hombres que habitan este mundo los compara con un sembrado de trigo. Es decir el trigo verdaderamente viene a ser el hombre que vive como Dios manda.

Millares de peregrinantes entre los que se venían muchas familias de Asunción, llegaron hasta el poético lugar en que vive la profetiza. Y todos vuelven a sus casas encantados, maravillados con la hermosa Epifanía y con una interrogante en los labios, ver para creer dicen algunos.

CALANDRIA NATIVA QUE HABLA DE LA GUERRA EUROPEA

Y allá van y la ven y la palpan y la escuchan a la profetisa. No es sueño ni ilusión ni invención de nadie. Es una realidad y es un misterio. ¿Quién es esta joven hermosa, sencilla, encantadora y subyugante? ¿Dónde aprendió tantas cosas esta calandria nativa?

¿Por qué ella habla de la guerra europea, a la que considera como la antesala del juicio final?

Habla de la guerra del Paraguay, de López, de La Biblia, de las religiones, de la moral y de tantas otras cosas que venimos publicando. Y en su casa no se ve ni un papel de diario.

Además la profetiza es excesivamente sencilla y dada con todos. Ella no se da a sí misma ese aire de solemnidad, de santidad, que bien podría hacerlo. Nada de eso, se la nota hasta ingenua.

La profetiza relata cómo iba a formarse la Nueva Era

El pavoroso día iba a comenzar con la guerra entre Bolivia y Paraguay. Se complicarían en dicha guerra todos los países de América. Por su parte, en el Viejo Mundo iba a arder igualmente la tea incendiaria. Y así, de este modo, vendría la sangre, la miseria, la fiereza, el ensañamiento entre los hombres que se convertirían en lobos. Durante todo este periodo, soplaría un fuerte viento del Sud, luego vendría la peste, la sequía interminable. El cuadro que pinta con su elocuencia sencilla es pavoroso y espeluznante. Sus palabras parecen pinceladas y el auditorio mira con horror en su imaginación, el panorama sangriento del mundo que se va despedazando.

Enviado de El Diario a la localidad de Sapucai para seguir las prédicas de Epifanía Britos, la profetiza del cerro Verde.

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