POR LEAH SOIBEL
Fundadora y directora ejecutiva de Fuente Latina
La explosión que hizo estremecer Beirut el pasado martes ha golpeado al ya maltrecho país, dejando por ahora más de 100 muertos y más de 4.000 heridos, y subiendo. Por ahora las autoridades libanesas informaron que 2,750 toneladas de nitrato de amonio almacenadas en un hangar en el puerto de la capital explotaron en circunstancias aún por clarificar, y las fotos y vídeos muestran un panorama similar al que se veía durante la cruenta guerra civil de 1975 hasta 1990.
Sin embargo, fuentes de inteligencia israelíes hace tiempo señalan que el puerto de Beirut está controlado por la organización terrorista Hezbolá, financiada por Irán y quien controla de facto Líbano. Ese puerto es uno de los pilares económicos del país, pero también de la organización terrorista, que se financia a través de tráfico de drogas y armas.
Se sabe también que los hangares del puerto son almacenes de armas del grupo liderado por Hassan Nasrala, cuyo abierto objetivo es la destrucción de Israel, y una de las sospechas de la causa de la explosión es que se trató de un “accidente de trabajo” de miembros de Hezbolá que manipulaban tan delicado arsenal.
Sea como fuere que concluya la investigación, si es que se emprende, y si es o no cierto que la organización proxy de los ayatolas de Irán está detrás de esta tragedia, el hecho de que Hezbolá tiene inmenso poder en el Líbano, una nada desdeñable influencia en América Latina, particularmente en la llamada Triple Frontera, que separa Argentina, Paraguay y Brasil, y que es culpable de terribles atentados en muchos países del mundo, es algo que debe ser recordado también en esta dramática ocasión.
Los ataques cometidos contra intereses israelíes y judíos como los infames atentados contra la mutual judía en Buenos Aires, la AMIA en 1994, y contra la embajada de Israel en la misma ciudad en 1992, son un ejemplo indeleble de su poder y de su, hasta ahora, impunidad. El pueblo libanés sufre a Hezbolá en múltiples formas, tras esta explosión, intencionada o por negligencia, el país penará aún más económicamente, probablemente se exacerbe la inestabilidad social y quién sabe con qué consecuencias.
Por ahora, Israel, país enemigo de Líbano, ha ofrecido acoger a heridos de la explosión, ya que los hospitales libaneses no dan abasto, y ha mostrado su solidaridad de diferentes maneras, también iluminando el ayuntamiento de Tel Aviv con la bandera del país del cedro. Ya que, en Israel, aun sin relaciones diplomáticas con el Líbano, se distingue entre humanidad y política y, sobre todo, entre el pueblo libanés y quien lo somete.
Dejanos tu comentario
Al menos 57 heridos en Ciudad de México por explosión de camión de gas
Al menos 57 personas heridas, 19 de ellas de gravedad, y cuantiosos daños dejó este miércoles la explosión de un camión que transportaba gas en una localidad del este de Ciudad de México, informaron las autoridades.
El vehículo explotó cuando se desplazaba por un puente de Iztapalapa, un populoso distrito de la capital, lo que provocó quemaduras de segundo y tercer grado a 19 personas, según autoridades de la capital.
“No hay ningún fallecido hasta este momento”, dijo Myriam Urzúa, secretaria de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil local, quien indicó que los heridos reciben atención en varios centros médicos.
Imágenes divulgadas por la televisión y redes sociales muestran el momento del potente estallido, que produjo enormes llamaradas visibles desde gran distancia.
Te puede interesar: Trump afirma que activista de derecha Charlie Kirk “está muerto”
En esas imágenes, se observa a dos hombres con gran parte de las ropas de su torso quemadas y con aparentes afectaciones por el fuego en amplias zonas de su piel.
Otro video muestra a decenas de personas que estaban cerca de la zona del siniestro que huyen aterradas, mientras las llamaradas se expanden a lo lejos.
Unos 18 vehículos también resultaron afectados por el estallido, cuyas causas están siendo investigadas. El vehículo quedó volcado sobre la calzada, en tanto los bomberos ya lograron controlar las llamas, según imágenes desde el lugar del siniestro.
En el sitio también se observaban varios automóviles quemados, entre ellos un camión de carga, mientras otros quedaron sin neumáticos y con las ventanillas rotas.
- Fuente: AFP
Lea más: Bolsonaro suma dos votos en contra y solo falta uno para su condena
Dejanos tu comentario
Testimonio de un gazatí: “Hamás trajo sufrimiento y miseria para todos”
Tiene 25 años, estudió derecho y hasta hace poco vivía en la ciudad de Gaza. Hoy duerme en un aula de una escuela en Deir al-Balah, en el centro de la Franja, junto a decenas de familias desplazadas. Un gazatí, cuya vida cambió de un día para otro, cuando la guerra lo obligó a dejarlo todo atrás.
“Vivíamos en el norte, en Gaza City, y nos llegó un folleto del ejército israelí pidiéndonos evacuar hacia el sur”, recuerda. Era el inicio de la ofensiva terrestre. Su familia obedeció y se trasladó. Durante una tregua, intentaron volver para ver su casa, pero lo que encontraron fueron escombros. “Estaba completamente destruida. Decidimos regresar a la escuela; era mejor eso que quedarnos en ruinas”.
La joven periodista dominicana, Vera Pappaterra, entrevistó mediante una video llamada, a un valiente joven árabe palestino residente en la Franja de Gaza, durante un recorrido por Israel a comienzos de agosto.
HAMÁS Y EL ALTO COSTO PARA GAZA
El hombre pidió mantener su identidad en reserva por razones de seguridad. Criticar abiertamente a Hamás en Gaza puede significar represalias, tanto para él como para su familia. “Aquí no se puede hablar libremente. Hay cosas que se dicen solo en voz baja y entre gente de mucha confianza”, admite.
No suaviza su postura: responsabiliza en gran parte a Hamás por la situación actual. “Esto no lo descubrimos después del 7 de octubre. Lo sabemos desde 2007, cuando tomaron el poder por la fuerza, matando incluso a palestinos que no estaban de acuerdo con ellos”, afirma.
Según él, el rechazo de Hamás a integrarse en la Organización para la Liberación de Palestina y a negociar bajo los acuerdos de Oslo fue el detonante del bloqueo israelí. Desde entonces, la Franja ha vivido una secuencia de guerras —2008, 2014 y otras— que deterioraron la vida diaria.
NO PENSARON EN LAS CONSECUENCIAS
La ofensiva del 7 de octubre, asegura, fue otra decisión tomada “sin pensar en las consecuencias” para la población civil. “Podían haber elegido otro camino. En cambio, trajeron sufrimiento y miseria para todos”.
Aun así, reconoce que no toda la responsabilidad recae sobre un solo actor. “No se puede culpar solo a Israel o solo a Hamás. Pero sí creo que Hamás carga con la mayor parte. Israel ofreció levantar el bloqueo si entregaban a los rehenes y dejaban las armas. No lo hicieron”.
HAMBRE Y AYUDA HUMANITARIA
En los últimos meses, la escasez de alimentos se convirtió en una de las caras más visibles del conflicto. El entrevistado habla de niños muertos por inanición y de semanas enteras en las que resultaba imposible conseguir comida. “Comíamos dos cuencos de sopa de lentejas al día, sin nada más. Perdí casi 20 kilos”, cuenta.
El precio de la harina llegó a ser de 50 dólares por kilo, un monto impensable para la mayoría. La situación empezó a mejorar hace apenas tres días, con la entrada de convoyes de ayuda humanitaria. “Ahora cuesta tres dólares. Sigue siendo caro para algunos, pero comparado con 50… es la diferencia entre comer y no comer”.
Pero la distribución no siempre es justa, dice. “Solo hay tres puntos de entrega para más de dos millones de personas. No está organizada ni es equitativa. Hay gente que recibe y gente que no”.
HAMÁS SE QUEDA CON LAS PROVISIONES
Acusa además a Hamás de quedarse con parte de las provisiones. “A cualquier organización que trae ayuda, incluso independientes, le quitan el 30 % de lo que entra. Lo ven como un pago obligatorio, porque se consideran el gobierno”.
BAJO OCUPACIÓN Y SIN TRABAJO
La presencia militar israelí en Gaza es visible, asegura, y hay zonas donde ningún civil puede entrar. Esto ha concentrado a más personas en espacios reducidos, empeorando las condiciones de vida.
Antes de la guerra, muchos gazatíes trabajaban en Israel o en kibutz cercanos. Ahora, esa puerta está cerrada. En su propia familia, la pérdida de empleos en territorio israelí ha tenido un impacto directo. “La diferencia entre los salarios en Gaza y en Israel es enorme. Esos trabajos eran el sustento de muchas familias, y ya no existen”.
PAZ Y OBSTÁCULOS
Cuando se le pregunta por qué cree que no se logra la paz, su respuesta apunta a los extremos en ambos lados. “En Israel, el ala más radical de la derecha. En Palestina, Hamás y la Yihad Islámica. Todos ellos creen, por razones religiosas absolutas, que la tierra les pertenece por completo, desde el río hasta el mar. Mientras esas ideologías dominen, no habrá paz”.
Reconoce, sin embargo, que hay moderados en ambas sociedades. Recuerda líderes israelíes y palestinos que han defendido la coexistencia, aunque muchos han sido silenciados o eliminados.
Sobre la solución, es clara: “Dos Estados, uno israelí y otro palestino, viviendo lado a lado. Incluso Hamás, en un momento, aceptó las fronteras de 1967. La comunidad internacional debería presionar a ambos para llegar a un acuerdo”.
¿Cree que es posible? “Siempre hay que ver la luz al final del túnel”, dice. Menciona que en Israel hay partidos y ciudadanos que critican a su propio gobierno cuando aumentan los ataques, y que en Cisjordania hay palestinos decididos a buscar la paz. “Con intervención de Estados Unidos y de otros países, sí, todavía es posible”.
Le puede interesar: Partidos de derecha tendrán mayoría absoluta en el próximo Congreso de Bolivia
ESPERANZA Y SUPERVIVENCIA
En medio del conflicto, el día a día se reduce a sobrevivir: la dieta de lentejas, el pan que hoy es más barato pero mañana podría no estar, el calor y el hacinamiento en un aula que sirve de refugio. Todo está atravesado por la incertidumbre.
“Ahora tenemos harina a tres dólares el kilo, pero si mañana cierran la entrada de ayuda, volvemos a cero”, dice. Esa posibilidad le impide bajar la guardia.
Aún desde el anonimato, su voz busca que el mundo entienda que la ayuda humanitaria no es un regalo. “Es lo que necesitamos para vivir con dignidad. Y la dignidad empieza cuando puedes darle un pedazo de pan a tus hijos sin miedo a que mañana no lo tengas”.
Dejanos tu comentario
Tomar el desayuno y correr al búnker en 90 segundos
Cuando empiezan a sonar las sirenas de alerta sobre los cielos de Tel Aviv, la familia Weisman y millones como ellos buscan refugio de los misiles en camino y hoy continúan recogiendo los escombros de sus vidas.
Vera Lucía Papaterra, de origen dominicano, reportera del periódico estudiantil The Independent Florida Alligator (Gainesville, EE. UU.) busca ser una corresponsal internacional y fue invitada a Israel por la agencia de noticias del Medio Oriente para el mundo hispano parlante, Fuente Latina, para adentrarse a lo más profundo de un país que sigue en guerra pero que una vez más, da muestra de resiliencia, tras los ataques sufridos desde Irán, semanas atrás.
Una de sus entrevistadas fue una mujer israelí residente en Tel Aviv, Hadar Weisman, quien le relata como es la vida casi cotidiana bajo el sonar de las sirenas.
El decir por favor y gracias. Cómo usar cubiertos. Respetar a los mayores. A esa lista de lecciones básicas, la israelí Hadar Weisman añadió una que sus hijos repiten sin dudar: qué hacer en los 90 segundos después de que suenan las sirenas que indican que algún o varios misiles vienen en camino.
El 22 de junio de 2025 fue uno de esos días. En la llamada “Guerra de los doce días”, Israel y Estados Unidos habían atacado instalaciones nucleares iraníes e Irán había devuelto el fuego, lanzando decenas de misiles contra Israel. Varias zonas residenciales de Tel Aviv y en otras ciudades resultaron impactadas; 30 personas fallecieron y al menos 23 personas quedaron heridas. En Tel Aviv resultaron con daños severos varios edificios de Ramat Aviv,incluido el de Weisman. Fue una mañana de concreto roto y vidrios pulverizados que dejó a miles de israelíes sin casas, aunque con vida.
Misma sirena, diferente final
Aquella mañana, a las 7:23, tocaron a la puerta de Weisman. Eran los repartidores de un gavetero que había pedido una semana antes. Lo pusieron en el dormitorio. Apenas salieron, sonó la alerta. “Estamos muy acostumbrados a entrar al cuarto seguro”, cuenta Weisman. “Con los niños lo hacemos desde antes del 7 de octubre (del 2023 cuando terroristas de Hamás atacaron Israel)”.
Todos en casa de Weisman estaban ya vestidos y despiertos por el ruido de los obreros, así que caminaron con calma hacia la mamád, la habitación reforzada que muchos israelíes tienen en sus casas para protegerse de los misiles. El impacto llegó minutos después. El misil cayó entre los edificios de la cuadra. Ninguna estructura recibió un golpe directo, pero el golpe de la onda expansiva convirtió la casa en escombros. “Todo el edificio se sacudió y se cortó la luz”, recuerda Weisman, doctora en economía y profesora de microeconomía en la Universidad de Tel Aviv que vivía en ese apartamento desde 2019. “Nos quedamos 45 minutos en la oscuridad, sin saber qué habría cuando abriéramos la puerta”.
Sentados con una bolsa de caramelos
Dentro del cuarto seguro, un detalle dominguero: la tapa plástica del conducto del aire acondicionado salió volando y por ahí entraron polvo y residuos del edificio tras el impacto. Sentados en un colchón, con el teléfono en una mano y una bolsa de caramelos en la otra, los padres usaron el tiempo para hacer llamadas y tranquilizar a los niños. El mayor, de nueve años, lloró pensando en sus juguetes.
El impacto en el más pequeño, su hijo de tres años y medio, se mide más allá de una preocupación por sus cosas. En sí, el niño siempre pregunta la ubicación del cuarto seguro —como quien pregunta por el baño— cuando llega de visita a una casa desconocida. “Es una forma de vida y no debería serlo”, dice visiblemente emocionada Weisman. “No es manera de criar a nuestros hijos”.
Afuera, el grupo de WhatsApp del edificio se convirtió en un mapa humano. Vecinos reportaban quién estaba adentro y quién estaba en la calle para que los equipos de rescate no perdieran tiempo en búsquedas inútiles. Policías, bomberos y la unidad de rescate de la Fuerza de Defensa israelí subieron piso por piso. Forzaron la puerta acorazada del quinto piso, que quedó doblada, del apartamento de los Weisman. “Menos mal que esperamos”, dice. “Si hubiéramos intentado salir, el corredor estaba cubierto de muebles y cosas caídas. Nos habrían caído encima”.
Hay que mantener la rutina
El edificio de Weisman es uno de los más nuevos en el barrio y sus cimientos resistieron mejor que otros. Otros en la cuadra, no tanto. La familia pasó dos semanas en un hotel y luego consiguió un subarriendo en el mismo barrio para que los niños siguieran asistiendo a su misma escuela y su kínder. “Volveremos, dicen que para Pascua”, explica, con ese optimismo que nace de una rutina resistente. “Creo que será más tarde, quizá en julio”, añade con una sonrisa corta, como quien ya aprendió a negociar con la incertidumbre.
El ataque del 22 de junio fue parte de una escalada de doce días que cruzó fronteras y agendas políticas. Para Weisman, sin embargo, la política se traduce en una caminata sabatina. Ella asiste cada sábado a las manifestaciones por la paz que se llevan a cabo en la avenida Begin de Tel Aviv, donde discurso tras discurso pide el fin de la guerra y el retorno de todos los rehenes. “Voy desde antes de octubre”, cuenta, refiriéndose al 7 de octubre del 2023. “Esto no puede seguir así. Incluso si alguien creyó que al principio había justificación, ya no se ve un final ni resultados positivos. Es la forma equivocada de hacer las cosas”.
Su crítica tiene varios destinatarios. A su gobierno, que a su juicio no ha ofrecido una salida real ni ha priorizado un acuerdo para los rehenes capturados en el ataque del 7 de octubre. A Hamás, “una organización terrible, mala para Israel y aún peor para los gazatíes”. Y a cualquiera que crea que “disparar es mejor que hablar”, o que la vida de alguien vale menos que “un pedazo de tierra”. “Es inexcusable porque es obra humana”, dice Weisman, y la frase le tiembla en la garganta.
La confianza, admite, ya estaba dañada antes de octubre. “Siguen intentando cambiar el Estado de derecho en medio de la guerra”, señala Weisman sobre las modificaciones constitucionales que el gobierno trata de implantar para fortalecer los poderes ejecutivos y legislativos a expensa del judicial, algo que ha creado malestar en sectores de la sociedad israelí. Weisman escucha rumores sobre comicios, sospechas de fraude y un clima que erosiona las instituciones. Aun así, la decisión íntima no es simple. “Si nos paramos y decimos que esto es demasiado y nos vamos, ¿quién se queda? ¿Los que creen que esto está bien? Tampoco quiero que mi hijo cargue con esto”. Lo discuten en casa, una y otra vez.
Como casas de muñecas
Al volver a su apartamento en ruinas para recoger papeles y ropa, Weisman mira por la ventana y ve fachadas abiertas como casas de muñecas. Luego baja la mirada al pasillo, donde antes no se podía caminar sin tropezar, y recuerda la lección que repite a los niños: Hay una alarma. Se hace lo que toca. La vida va primero. “Estamos bien”, les dice. “La casa es solo cosas”.
La normalidad se despega a veces en pequeños gestos. Volver al subarriendo con mochilas y bolsas. Hacer la tarea de matemática. Preparar una cena sencilla. Y sí, repetir las reglas: por favor y gracias, respetar a los mayores, así se agarra un tenedor. Y esa otra, más urgente y aprendida a la fuerza, que suena como un juego pero enseña a sobrevivir: Sirenas en el aire. Un minuto y medio. Respira. Vete al búnker. Cierra su puerta reforzada. Espera. Vuelve a salir. Sigue adelante.
Dejanos tu comentario
Brasil: nueve muertos deja accidente en fábrica de explosivos
Una fuerte detonación accidental en una fábrica de materiales explosivos en el sur de Brasil dejó el martes nueve fallecidos, informaron las autoridades. El incidente ocurrió sobre las 6:00 locales en la región metropolitana de Curitiba, capital del estado de Paraná. Imágenes divulgadas por los bomberos de Paraná tras controlar el incendio mostraban un enorme terreno con escombros.
"Ya no tenemos la posibilidad de encontrar sobrevivientes entre esas nueve personas que deberían haber estado en ese lugar", dijo Coronel Hudson, secretario estatal de seguridad pública. Los bomberos habían reportado previamente que seis hombres y tres mujeres estaban desaparecidos. Efectivos de las fuerzas de seguridad ayudados por perros trabajaron en las búsquedas.
Lea más: Bolsonaro abandona la prisión domiciliaria para que le realicen exámenes médicos
Otras siete personas resultaron heridas y fueron atendidas en hospitales cercanos, según una nota de la firma Enaex Brasil, a la que pertenece la planta, publicada por los medios locales. “El área de la explosión quedó muy destruida. Tenemos en un radio de aproximadamente 1,5 km casas que fueron impactadas, con vidrios rotos, estructuras afectadas, una onda expansiva enorme”, explicó la portavoz de los bomberos Luisiana Guimaraes.
Directivos de Enaex Brasil dijeron en rueda de prensa que las causas del accidente están siendo investigadas. La empresa ejecuta un plan de contingencia de atención psicológica a las víctimas y sus familiares, agregaron. Según las autoridades, habitantes de varias localidades cercanas escucharon la detonación.
Fuente: AFP.
Lea también: Juez autoriza tener contacto con el abogado del “Chapo” Guzmán