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Washington.

Circunstancias más allá del control de la Casa Blanca, decisiones políticas deliberadas y simple y sencilla incompetencia es la respuesta. Para el presidente Donald Trump, siempre es el mejor de los tiempos y el peor de los tiempos en Estados Unidos. Nunca habían estado peor varias cosas al mismo tiempo, debido a la interferencia demócrata, pero tampoco habían estado mejor, gracias a su propia intervención. “Nuestro país tiene un hueco, nadie lo puede ver, pero los hemos detenido”, dijo Trump en un mitin estridente celebrado el 18 de junio en Orlando, Florida, para lanzar su campaña de reelección. “Gracias a las políticas demócratas, los niños de las escuelas de todo el país están bajo la amenaza de la despiadada pandilla MS-13 que el ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas); por cierto, está sacando por miles del país y dejándolos en sus países”. Otro problema resuelto.

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Mientras tanto, en el mundo real, la policía fronteriza estadounidense aprehendió a 132.887 migrantes en mayo, el último mes del que se tienen datos oficiales disponibles. Es la cifra más alta registrada en trece años y un incremento de nueve veces al de mayo del 2017, cuando los arrestos en la frontera llegaron a sus niveles más bajos en casi 50 años. Datos preliminares que reunió la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza y reveló el gobierno mexicano sugieren que los arrestos disminuyeron un 30% en junio, a 95.000.

Ese declive podría ser a causa de un acuerdo que se llegó con el gobierno mexicano después de que Trump amenazó con imponer aranceles si no se reducía la ola migratoria. Pudo deberse al calor, pues menos gente cruza el desierto durante el verano. No obstante, sigue siendo más del doble de la gente detenida en junio del año pasado. Una cantidad inusualmente grande de recién llegados son niños. De acuerdo con el Instituto de Política Migratoria, un centro de investigación, más de la mitad de la gente que llega a la frontera son familias, y un 9% son niños no acompañados.

INSTALACIONES DESBORDADAS

Todo esto presenta un problema para las autoridades estadounidenses. Después de ser aprehendidos, los migrantes son procesados en instalaciones a cargo de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. En teoría, no deberían quedarse más de tres días. Luego, los adultos y los niños que llegaron con sus padres o tutores son enviados a instalaciones que dirige el ICE hasta que se lleve a cabo una audiencia. Se supone que los niños no acompañados quedan a cargo de una agencia diferente, el Departamento de Salud y Servicios Humanos (HHS, por su sigla en inglés).

Al menos así debería funcionar. De hecho, tan solo 424 jueces a nivel nacional escuchan esos casos. Hay 892.517 casos sin resolver, según Transactional Records Access Clearinghouse, un grupo de investigación de la Universidad de Siracusa, y cientos de miles más están pendientes. Este atascamiento crea un problema en todo el país. En la ciudad de Nueva York, un sistema de tribunales con una sobrecarga particular, se están programando fechas para las audiencias hasta agosto del 2023. Los casos atrasados y la ola migratoria inesperada han desbordado las instalaciones del ICE y del HHS.

CENTROS DE TORTURA”

Los centros de detención de migrantes fueron construidos para manejar hombres adultos solteros, no familias y niños. En parte por esto la Patrulla Fronteriza no está entregando a los detenidos a esas instalaciones de largo plazo. Una doctora que visitó a niños detenidos informó que no les habían dado pasta de dientes ni jabón y que se encontraban en habitaciones heladas donde las luces estaban encendidas las 24 horas. La doctora visitó instalaciones en las ciudades texanas de Clint y McAllen, y encontró bebés enfermos y con pérdida de peso. Mencionó que las condiciones eran comparables a “centros de tortura”.

La Patrulla Fronteriza ha insistido en que los reportes sobre condiciones deplorables para los migrantes son exageradas. Otro informe del inspector general de Departamento de Seguridad Nacional contradijo estas declaraciones. En el informe, se reportó que los detenidos vivían en condiciones de sobrepoblación durante mucho más tiempo que tres días. Muchos niños habían estado más de una semana; en la mayoría de las instalaciones que visitaron los inspectores del gobierno, los niños no tenían acceso a duchas y tenían poco acceso a ropa limpia. No los alimentaban con comida caliente. Algunos adultos permanecían de pie hasta una semana. Los detenidos habían comenzado a tapar los inodoros con cobijas para por lo menos poder salir de su confinamiento mientras desbloqueaban las tuberías. Pusieron notas en las ventanas mientras pasaban los inspectores, incluida una escrita en un pedazo de cartón que decía “ayuda 40 días aquí”.

TRAICIÓN A LOS VALORES

El Congreso ha tenido que esforzarse por responder. Para el 26 de junio el Senado a cargo de los republicanos y la Cámara de Representantes a cargo de los demócratas habían accedido a la cifra que solicitaron las agencias migratorias: 4.600 millones de dólares para gasto de emergencia humanitaria. No obstante, difirieron en cuanto a la manera de gastar el dinero. La versión de la cámara del proyecto de ley de financiamiento tenía más restricciones dirigidas a evitar que el gobierno usara el dinero para arrear más migrantes. Después de que se rebelaron demócratas moderados, Nancy Pelosi, la presidenta de la cámara, tuvo que conceder la derrota y aprobó el proyecto de ley del Senado ante los alaridos del caucus hispano del partido. Después, una delegación del caucus logró visitar dos instalaciones de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza. Describieron unas condiciones sórdidas. Alexandria Ocasio-Cortez, una congresista de Nueva York, declaró que se encontró con mujeres que lloraban “por temor a ser castigadas, porque estaban enfermas, por desesperación, falta de sueño, traumas, desesperanza”. El caucus hispano describió el proyecto de ley para el financiamiento de la frontera como “una traición a los valores estadounidenses”.

A pesar de lo vergonzoso que fue para Pelosi, el financiamiento de emergencia es un alivio temporal para un problema recurrente. El gobierno de Trump ha intentado varios métodos para sofocar la afluencia. Primero, la práctica breve de disuadir la migración familiar al separar a los niños de sus padres; ahora, otras tácticas diseñadas para ahuyentar a migrantes potenciales y la mano dura del gobierno mexicano para detener a muchos más centroamericanos en camino a Estados Unidos.

Al mismo tiempo, los posibles aspirantes en la competencia para la nominación presidencial demócrata están adoptando ideas aún más izquierdistas. Hace poco tiempo, varios contendientes demócratas acogieron la despenalización del cruce fronterizo, una postura que propuso Julián Castro, un ex secretario federal de vivienda y candidato a las primarias. Cory Booker, un senador de Nueva Jersey, aseguró que le gustaría “prácticamente eliminar” la detención de migrantes y escribió que Estados Unidos debe garantizar terapia hormonal para los migrantes transgénero detenidos que buscan asilo.

Como lo demostró la elección de Trump, la simpatía por los migrantes en la frontera sur sube y baja, pero siempre hay una demanda por reforzar la frontera de una manera draconiana. Los demócratas deben andar con cuidado.

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