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¿Ofrecerles ayuda a los inmigrantes no autorizados es una práctica religiosa protegida? Uno de los problemas de la libertad es que los individuos siempre la utilizan de manera inesperada. Desde hace algunos años, los conservadores estadounidenses han defendido apasionadamente las libertades religiosas de los individuos, como el derecho a no tener nada que ver con las uniones entre personas del mismo género. Pero ahora, Scott Warren, un geógrafo idealista que enfrenta acusaciones graves por socorrer a inmigrantes en el desierto de Arizona, se ha convertido en el adalid de un tipo muy distinto de objeción de conciencia.

Su juicio, que el extremo liberal del espectro religioso estadounidense ha seguido de cerca, se topó con un callejón sin salida el 11 de junio, cuando el jurado no logró ponerse de acuerdo tras tres días de deliberaciones. Este resultado fue mucho mejor de lo que temían Warren y sus numerosos partidarios. De cualquier forma, es posible que los fiscales soliciten un nuevo juicio.

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Los abogados de Warren, quien es catedrático de la Universidad Estatal de Arizona, insistieron en que las acciones del acusado, como alimentar y dar refugio a dos inmigrantes, estuvieron motivadas por convicciones espirituales genéricas. Se le acusa de conspirar para dar asilo y transportar a extranjeros no autorizados, delitos con un castigo de hasta veinte años de cárcel.

ACUSADO POR CUMPLIR LOS MANDAMIENTOS

Con ayuda de algunas eminencias académicas, sus defensores presentaron un argumento convincente, aunque sin éxito, que invocaba la protección de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa de 1993, aprobada para proteger una amplia variedad de acciones realizadas por motivos religiosos de castigos severos previstos en la ley.

¿Cuál es el papel de la religión? Warren es un miembro destacado de No More Deaths, un grupo sin fines de lucro asociado con la Iglesia unitaria universalista, una denominación liberal, que tiene como propósito reducir el número de personas que mueren en el desierto mientras intentan ingresar al país. Se han descubierto cerca de 3.000 cadáveres en el sur de Arizona desde el 2001.

Si bien no profesa una religión formal, Warren tiene opiniones arraigadas acerca de la naturaleza numinosa del desierto y los rituales que realiza cuando descubre un cuerpo sin vida (lo que ha ocurrido en 18 ocasiones). El 5 de junio, representantes de credos más convencionales, entre ellos un rabino, un imam y varios fieles protestantes, todos enfundados en sus respectivos hábitos, asistieron a la sala del tribunal de Tucson como muestra de solidaridad.

Jim Wallis, un prolífico escritor y una de las personalidades mejor conocidas de la izquierda religiosa en Estados Unidos, comentó que el caso era tan claro como las aguas más cristalinas: “Lo acusan por cumplir los mandamientos de Jesús, por dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento y acoger al extranjero”. En su opinión, el caso es tan sencillo que no amerita ninguna discusión política.

VERSIÓN PROPIA DE LA LEY

Sin embargo, los casos basados en la libertad religiosa, uno de los ideales fundamentales de Estados Unidos, han sufrido mutaciones ideológicas extrañas. La Ley de Restauración de la Libertad Religiosa, aprobada prácticamente por unanimidad en el Congreso y firmada por Bill Clinton, estipula que el gobierno no puede “imponerle una carga sustancial” a la libertad religiosa de un individuo a menos que cuente con un “derecho apremiante” para hacerlo. La legislación se concibió como contrapeso para una decisión de la Corte Suprema de Estados Unidos (relativa al uso de sustancias embriagantes en rituales de los nativos estadounidenses) que le había facilitado al gobierno invalidar las libertades individuales en cuestiones de fe.

Más adelante, en 1997, la Corte Suprema dictaminó que esa ley no podía restringir la conducta de los gobiernos estatales. Tal decisión motivó a los estados a aprobar su propia versión de la ley; de todas ellas, la más controvertida fue la aprobada en Indiana y firmada por el gobernador Mike Pence, el actual vicepresidente, que motivó un gran rechazo por considerarse un conjunto de reglas para discriminar a las personas homosexuales.

Como señala Elizabeth Sepper, de la Universidad de Texas, el objetivo de la Ley de Restauración de la Libertad Religiosa de Clinton era proteger a las pequeñas minorías o individuos idiosincrásicos. En fechas recientes, se han aprovechado leyes similares para evitar que miembros de la mayoría cristiana tengan la obligación de obedecer leyes contra la discriminación. Tales casos han hecho tan impopular el eslogan de “libertad religiosa” entre la izquierda que los demócratas de la Cámara de Representantes presentaron en invierno un proyecto para impedir que los casos basados en la libertad de conciencia les ocasionen daños a terceros.

EL SÚPER DERECHO

Por supuesto, Warren no es el único héroe progresista que ha invocado la libertad religiosa ante los tribunales. La legislación de Clinton también se ha mencionado en los casos de siete activistas católicos de izquierda pertenecientes al movimiento antinuclear Plowshares, que podrían ser condenados a 25 años de cárcel por haber irrumpido en una base de submarinos navales en el 2018.

Podría decirse que la forma de aplicar las leyes sobre libertad religiosa en los casos de izquierda es un reflejo exacto de las tácticas enérgicas empleadas por los conservadores. Gracias a que han respaldado con éxito el derecho de los patrones devotos a no utilizar la cobertura de métodos anticonceptivos, los conservadores lograron relajar la definición aceptada del término “carga sustancial”, por lo que la carga de la prueba es menor.

Si los dueños piadosos de una empresa pueden argumentar que un plan de cuidado de la salud le impone una carga sustancial a su libertad, entonces es un poco más posible que un trabajador humanitario altruista, o incluso una monja pacifista, afirmen que su libertad se ve coartada si no se les da libertad de poner en práctica sus ideales. En palabras de Brie Loskota, de la Universidad del Sur de California: “Los conservadores han transformado la libertad religiosa en un súper derecho que socava todos los demás derechos. (…) Su nueva idea es que una conciencia individual puede estar por encima de absolutamente todo lo demás”.

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