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El presidente de México se equivoca al solicitar una disculpa por algo que ocurrió en el pasado remoto.

Rasca un poco la superficie de un latinoamericano y encontrarás, no muy profundo, un resentimiento en contra de España y sus conquistadores. A menudo el resentimiento se enfoca en las toneladas de oro y plata que robaron los españoles. Hace poco, este se orientó hacia el maltrato a los pueblos indígenas de las Américas.

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Por eso, Andrés Manuel López Obrador, el nuevo presidente de México, quien también es un entusiasta historiador aficionado, estaba pisando terreno político sólido cuando el mes pasado solicitó que Felipe VI, el actual rey de España, y el papa Francisco ofrecieran una disculpa pública por la conquista. “Se deben reconocer las ofensas que sufrieron los pueblos originarios”, dijo. “Miles de personas fueron asesinadas… Una cultura, una civilización se impuso sobre otra”.

RECONCILIACIÓN HISTÓRICA

López Obrador hablaba en el contexto de la conmemoración de los 500 años de la llegada de Hernán Cortés a México, en Tabasco, su querido estado natal. Como siempre sucede con AMLO (como le llaman los mexicanos), su tono fue suave y moderado. Su intención, insistió, era buscar una reconciliación histórica. Él, también, se disculparía por el maltrato que sufrieron los amerindios por parte de la República Mexicana independiente.

El presidente no puso en entredicho el mito oficial mexicano, grabado en un monumento en la Plaza de las Tres Culturas en el corazón de Ciudad de México, de que la conquista fue “el encuentro de dos culturas”, del cual nació una tercera, una cultura mestiza, pero sí afirmó, con justa razón, que fue “una invasión” que involucró actos de “subyugación”.

GRAN REVUELO

Sus señalamientos causaron revuelo en España, en parte, porque el separatismo catalán ha revivido un nacionalismo español a la defensiva y, en parte, porque se hicieron en medio de una campaña electoral. Josep Borrell, el ministro de Relaciones Exteriores, socialista, afirmó que “obviamente” España no ofrecería una “disculpa extemporánea”, así como no le solicitaría a Francia que se disculpara por “lo que hicieron las tropas de Napoleón cuando invadieron España”.

Pablo Casado, el líder de la oposición conservadora, comentó que la petición de AMLO era una “verdadera afrenta para España”, que debería celebrar su papel histórico en México “con orgullo”.

No obstante, la petición de AMLO es popular. Tanto Tony Blair como Bill Clinton ofrecieron disculpas por el papel que jugaron sus países en el comercio de esclavos. Cuando el papa Francisco visitó Bolivia en el 2015, él mismo pidió perdón “por los crímenes cometidos en contra de los pueblos nativos durante la llamada conquista”.

¿QUIÉN DEBE PEDIR DISCULPAS?

Aun así, la solicitud de AMLO es un error por dos motivos. El primero es que hace surgir la pregunta de quién se debe disculpar con quién. Los pueblos de México en 1519 no eran los “originales”, sino los últimos que llegaron al lugar. Ellos también cometieron lo que actualmente se conoce como crímenes de lesa humanidad: sacrificios humanos sistemáticos en el caso de los mexicas (aztecas).

Además, la sociedad actual mexicana es sobre todo una nación mestiza, de ascendencia amerindia y española. Puesto que trabajó con los indios chontales de Tabasco, López Obrador puede jactarse de ser más cercano a los pueblos indígenas del país que muchos de sus predecesores. No obstante, como revelan sus apellidos, sus antepasados fueron principalmente españoles.

Los españoles de la actualidad “no son los verdaderos descendientes de los conquistadores, sino AMLO y los mexicanos”, escribió José Álvarez Junco, un historiador español, en El País, un diario madrileño. “Explíqueme, por favor, ¿por qué tengo que disculparme con alguien por algo que mis antepasados no cometieron, sino más bien sus mismos antepasados?”.

El segundo es que una cosa es disculparse por delitos en la memoria histórica reciente y otra, por los del pasado remoto. En una crítica al culto de la “memoria histórica”, David Rieff, un escritor estadounidense, señala que las pruebas psicológicas demuestran que el trauma sufrido por los sobrevivientes perdura cuando mucho cuatro generaciones. Más allá de eso, la historia debería ser comprendida simplemente en sus propios términos y en su contexto temporal y no reescrita por los gobiernos o seleccionada con propósitos políticos.

ORDEN “INCLUYENTE”

Los anales de la historia muestran que el imperio colonial español no fue la creación impecable que menciona Casado, pero tampoco fue especialmente malo. La mayoría de los amerindios que murieron fue a causa de enfermedades contra las que no eran inmunes.

Poco después de la llegada de Hernán Cortés, Bartolomé de las Casas, un fraile dominico, denunció el maltrato de los amerindios, lo que provocó un debate angustioso en la corte española. A diferencia del imperio de Gran Bretaña en Norteamérica, que principalmente exterminó o segregó a los nativos, el orden colonial español fue “incluyente”, al darles a los amerindios “por lo menos un espacio limitado propio”, como apuntó el historiador británico J. H. Elliot.

AMLO fue elegido con la promesa de ofrecerle a México una “transformación” histórica. Hasta ahora, sus políticas se han quedado bastante cortas. En lugar de ahondar en las equivocaciones del pasado, debería concentrarse en mejorar la suerte de los mexicanos de la actualidad.

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