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WASHINGTON

¿Por qué no va a gustarles? Desde hace años, el presidente Donald Trump ha querido retirarse del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), un acuerdo comercial entre Estados Unidos, Canadá y México. Sin embargo, mientras continuaron las negociaciones para elaborar una nueva versión, desistió de su intento.

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Un día después de suscribir el 30 de noviembre el nuevo convenio, designado AEUMC, anunció que “pronto” se daría el gusto de dar por terminado el tratado original después de todo. Esa medida forzaría al Congreso a elegir entre aprobar el AEUMC o permitir la desaparición del TLCAN.

“Si el nuevo TLCAN de Trump es tan sensacional, ¿por qué tiene que recurrir a esas tretas para que el Congreso lo apruebe?”, preguntó el senador demócrata Ron Wyden. La respuesta es que muchos no creen que el nuevo acuerdo sea tan maravilloso.

El sindicato de sindicatos, el AFL-CIO, afirma que está incompleto. Nancy Pelosi, líder de la minoría en el Congreso y probablemente la siguiente presidenta, dice que “se encuentra en proceso”. Algunos republicanos han expresado dudas. Trump quiere acallar esas voces.

Si este plan no funciona y la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata, rechaza el AEUMC el año entrante, quizá sea en parte para evitar que Trump se anote un éxito en política exterior. No obstante, los demócratas también tienen quejas fundamentadas.

CONTROVERSIA

La principal es que, aunque los estándares del nuevo tratado en materia laboral son mejores que en la versión antigua (e incluso son mejores que en el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, o TPP, negociado por el gobierno de Barack Obama y descartado por Trump), muchos consideran que las disposiciones para hacerlo cumplir son muy débiles.

Algunos acuerdos comerciales más antiguos suscritos por Estados Unidos permiten que cualquier miembro que considere que otro incurre en incumplimiento de sus disposiciones presente una queja oficial. Después de superar distintas etapas de procedimiento, las partes seleccionan a cinco jueces de un panel, para que se encarguen de decidir si en realidad existe alguna falta.

Sin embargo, tal proceso conforme a las reglas del TLCAN no ha podido funcionar desde hace varios años. Después de que México promovió una controversia en contra de Estados Unidos en relación con el azúcar en el 2000, Estados Unidos se negó a cubrir los lugares vacíos en el panel, con lo que, de hecho, impidió que se resolviera la controversia. Desde entonces, no ha habido ninguna otra controversia entre Estados miembro del TLCAN.

PROBLEMAS CON EL ESQUEMA

Con el paso del tiempo, se han hecho evidentes otros problemas de este esquema, como la posibilidad de que los países que deben defenderse retarden los procedimientos. Por ejemplo, una controversia entre Estados Unidos y Guatemala en relación con normas laborales conforme a otro tratado comercial se demoró temporalmente cuando Guatemala afirmó que las partes no habían convenido en la definición del mecanismo de selección del último miembro de la comisión arbitral “por sorteo”, por lo que exigió sostener reuniones antes de designar a los árbitros.

El punto que causa inquietud es que el AEUMC no soluciona esos problemas, y que los negociadores estadounidenses lo hicieron intencionalmente (aunque se intentó solucionarlos en el TPP). Puesto que el mecanismo de resolución previsto en el TLCAN no puede funcionar, las controversias que le habrían correspondido se han turnado a la Organización Mundial del Comercio. Por desgracia, el gobierno de Trump también ha socavado ese foro.

EVITA DESIGNAR JUECES

Las normas estrictas son difíciles cuando se aplican en nuestra contra, pero útiles cuando deseamos obligar a otros a rendir cuentas. El gobierno de Trump quizá crea que puede tener todas las ventajas, que logrará conservar la capacidad de bloquear la selección del panel en caso de que México o Canadá presenten quejas, y aplicar las mismas tácticas de intimidación que le ha aplicado a China cuando tiene un problema. No obstante, si evita designar jueces conforme a las disposiciones del AEUMC se arriesga a poner en duda la legitimidad de las quejas estadounidenses sobre prácticas comerciales injustas.

Al amenazar con una elección entre el AEUMC y el caos de la desaparición del TLCAN, Trump lo que quiere es convencer a sus críticos de ignorar sus inquietudes acerca de la falta de fuerza del nuevo tratado para hacerse cumplir.

Pero si da por terminado el TLCAN, enfrentará acciones legales del sector privado, en particular con respecto a su autoridad para retirarse de un convenio comercial sin la autorización del Congreso. No es seguro quién ganaría. Lo que sí es claro es que los enfrentamientos por el tratado de América del Norte no han llegado a su fin.

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