El convenio por 34.000 millones de dólares es una nueva señal de que los revolucionarios del código abierto han ganado.

El Gigante Azul se pone el gorro rojo. Hasta hace unos cuantos meses, la idea de que la venerable empresa de tecnología de la información (TI) IBM comprara Red Hat, el mayor proveedor de software de código abierto, se habría considerado muy improbable, en especial dada la renuencia de IBM a realizar grandes fusiones. No obstante, el 28 de octubre IBM anunció que comprará la empresa por 34.000 millones de dólares, valor que incluye una prima del 63 por ciento sobre el precio de cierre de las acciones de Red Hat al final de la semana anterior.

Red Hat no es un nombre muy conocido, pero en la industria TI se le considera un gran éxito. Fundada en 1993, registró ganancias de 2.900 millones de dólares en su ejercicio fiscal más reciente.

Su negocio consiste en utilizar software gratuito de código abierto como punto de partida, hacerle algunas mejoras, combinarlo con otras herramientas y servicios (como soporte técnico) y cobrar una cuota mensual de suscripción por el paquete. Su primer producto fue una versión del sistema operativo Linux. Después compró y desarrollo más software necesario para el funcionamiento de las nubes informáticas. Una de las adiciones más recientes a su colección fue OpenShift, un programa que permite mover con facilidad tareas informáticas de un centro de datos a otro.

Por su parte, IBM ha batallado desde hace varios años para lograr transformarse de una empresa que genera la mayoría de su dinero a partir de servicios TI, software y computadoras centrales, a una basada en la computación en la nube y la inteligencia artificial. Tras veintidós trimestres de bajas en las ganancias, IBM parecía haber superado lo peor cuando su volumen de ventas comenzó a aumentar a principios de este año. Sin embargo, en el trimestre más reciente, las utilidades bajaron de nuevo.

Este convenio quizá requiera que Ginni Rometty, la directora ejecutiva de la empresa, permanezca en el cargo unos cuantos años para completar el proceso de integración. Algunos analistas creían que estaba a punto de abandonar el cargo, no solo porque su estrategia parecía estar fallando, sino porque ya tiene 61 años y la edad normal de retiro de los jefes de IBM es de 60 años.

Lo que vale la pena destacar es que, con esta compra, IBM espera ponerse al día en el mercado de la computación en la nube. El Gigante Azul no tomó en serio esta tendencia a finales de la década del 2000, por lo que decidió no invertir en una red de centros de datos enormes. En consecuencia, quedó rezagado con respecto a las grandes nubes “públicas” (las “privadas” solo dan servicios a una empresa), en particular Amazon.com Web Services y Microsoft Azure. Se supone que el programa OpenShift de Red Hat puede crear una “supernube” que permita correr trabajos de computación en cualquier parte, ya sea en centros corporativos de datos o en cualquiera de las grandes nubes públicas, o bien combinar ambas opciones.

¿SERÁ UN FRACAO?

Sin embargo, muchos aspectos podrían provocar el fracaso de esta fusión, la más grande en la historia de IBM. Una interrogante es si la flexibilidad adicional que ofrecen estos sistemas combinados y la promesa de no quedar amarradas a un solo proveedor serán aliciente suficiente para que la nueva plataforma de IBM les parezca atractiva a las empresas. Algunas podrían preferir dejar sus datos en una nube y evitar la complejidad adicional. Otro riesgo es el posible choque cultural entre la postura de IBM, que todavía es relativamente puritana, y la actitud despreocupada de Red Hat. Quizá debido a estas inquietudes, sumadas al elevado precio de compra, las acciones de IBM bajaron un cuatro por ciento al día siguiente del anuncio.

Tampoco se sabe qué consecuencias tendrá esta compra para Watson, el negocio de inteligencia artificial tan promocionado de IBM, que hasta ahora ha sido una decepción. Algunos piensan que la compra de Red Hat podría indicar que IBM dejará de impulsar a Watson para concentrarse más en la computación en la nube. Sin embargo, también puede ser todo lo contrario: los contenedores de software de Red Hat se diseñaron para funcionar como vehículos capaces de llevar aplicaciones de inteligencia artificial a todas partes. La idea es que el fracaso de IBM en la nube le impidió impulsar a Watson, así que ahora podría lograr una expansión más amplia.

Independientemente del resultado de la fusión, por lo pronto ya produjo un gran ganador: el software de código abierto, desarrollado de manera conjunta por las empresas beneficiadas y programadores voluntarios. Red Hat es la tercera adquisición multimillonaria de una empresa de código abierto concretada este año: Salesforce compró MuleSoft por 6.500 millones de dólares y Microsoft adquirió GitHub por 7.500 millones de dólares. No suena nada mal para un tipo de código cuyos pioneros se consideraban rebeldes en pie de guerra contra los “villanos” dedicados a producir software de propiedad exclusiva. Precisamente estos orígenes inspiraron el nombre de Red Hat, según explicó alguna vez su cofundador, Bob Young: en la época de los levantamientos, los revolucionarios del siglo XVIII en Estados Unidos y Francia usaban gorros rojos. Ahora, las empresas de código abierto más bien parecen estarse convirtiendo en la élite.

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