El presidente Donald Trump les atribuye poderes casi mágicos a los aranceles que decidió imponer a las importaciones de acero y aluminio, así como muchos otros productos chinos. Cree que obligarán a otros países a eliminar las barreras comerciales y le permitirán proclamarse el “perfecto negociador”, o bien que cubrirán la deuda del gobierno y además salvarán a las industrias favorecidas.

“Se están abriendo plantas por todo el territorio de Estados Unidos, los obreros siderúrgicos tienen trabajo de nuevo y hay un gran flujo de dinero a las arcas de la nación”, tuiteó Trump el 4 de agosto.

¿Cuán ciertas son esas aseveraciones?

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Los aranceles son impuestos gravados sobre las importaciones, por lo que sí envían algo de dinero a las arcas de la nación; sin embargo, en realidad se trata de cantidades pequeñas. En el 2017, el gobierno estadounidense obtuvo crédito equivalente a alrededor del 3,5 por ciento del PIB. Si en ese momento se hubieran aplicado los nuevos aranceles y si suponemos, contra toda lógica, que se hubieran importado los mismos productos a pesar de costar más, solo habrían generado ingresos equivalentes al 0,08 por ciento del PIB. Incluso con todas las importaciones chinas, esa cifra solo habría aumentado al 0,7 por ciento del PIB, y esta hipótesis ni siquiera toma en cuenta el efecto depresor que ejercen los aranceles sobre la demanda de importaciones y el crecimiento económico.

En cuanto a que los aranceles han dado nueva vida a los hornos y fundidoras, esa aseveración tiene más fundamento. El volumen de importaciones de acero de los países afectados por aranceles y cuotas bajó un 36 por ciento en junio con respecto al mismo mes del año anterior. La caída correspondiente en las importaciones de aluminio fue del 27 por ciento. Conforme han aumentado los precios, también ha aumentado la producción. Las fábricas de acero operan al 78 por ciento de su capacidad, una cifra muy cercana a la meta del 80 por ciento fijada por el gobierno, y parte de la capacidad del aluminio que se encuentra inactiva volverá a operar.

Sin embargo, las estadísticas de producción son volátiles y los cambios recientes son relativamente pequeños en el contexto histórico. Además, parte de la actividad reciente no es consecuencia de las nuevas barreras comerciales: la solidez de la economía ha impulsado al alza los precios de los metales. En el caso del alza en los precios del aluminio, también se debe en parte a que uno de sus principales insumos, la alúmina, se ha encarecido. Las sanciones impuestas por Estados Unidos a Rusal, una enorme proveedora rusa de alúmina, así como algunos recortes en la producción de alúmina en Brasil debido a problemas ambientales, han causado cierta incertidumbre entre los fabricantes de aluminio en cuanto a sus suministros.

Los precios más elevados son una carga para los negocios que utilizan metales, los cuales generan una proporción mucho mayor de los empleos estadounidenses. Sus desventajas se multiplican porque sus insumos son más costosos y los competidores extranjeros pueden ofrecer un precio más bajo que el suyo. Algunos han solicitado exenciones de los aranceles, pero esas solicitudes no han avanzado debido a objeciones oficiales de algunos de los mayores fabricantes de acero estadounidenses, quienes afirman poder suministrar los productos que en teoría escasean. Sin embargo, a pesar de todo, el objetivo de los aranceles no era ayudar a los consumidores de metales.

Lo que resulta más sorprendente es que incluso algunos de los supuestos beneficiarios del proteccionismo se están quejando. Las quejas más notorias se refieren a la inclusión de Canadá en la lista de países castigados con las barreras comerciales, lo cual ha dañado un área económica muy integrada. Incluso el Sindicato de Trabajadores del Acero, que representa a trabajadores de ambos lados de la frontera y en general es un fuerte partidario de los aranceles, criticó la inclusión de Canadá.

CANADÁ, PRIMER IMPORTADOR

En el primer trimestre del 2018, el destino del 52 por ciento de las exportaciones de acero estadounidense fue Canadá. Ahora se les aplican aranceles como medida de represalia. El 6 de agosto, el enorme productor de aluminio Alcoa solicitó una exención exclusiva para poder importar aluminio de su subsidiaria canadiense a Estados Unidos. Según sus estados contables, los aranceles causaron un aumento en sus costos de casi 15 millones de dólares en el segundo trimestre del 2018, una cantidad menor que las ganancias adicionales derivadas de los precios más elevados del aluminio.

Algunos productores de ambas industrias no funden el metal de materias primas, sino que lo reciclan o procesan. Les conviene que sus insumos sean baratos. Hasta ahora, los procesadores de aluminio, responsables del 97 por ciento de los empleos de la industria, parecen haber transferido los costos adicionales a sus compradores. Sin embargo, en el largo plazo, los precios más altos podrían provocar un cambio a otros materiales. El aluminio compite con el acero para aplicaciones automotrices, y con el vidrio para la fabricación de contenedores de bebidas.

La gran pregunta es si será posible mantener cualquier tipo de resurgimiento. En el corto plazo, es más probable que los aranceles favorezcan la reactivación de plantas acereras viejas y relativamente ineficientes en vez de estimular inversiones nuevas a largo plazo, por la sencilla razón de que el presidente podría eliminarlos en cualquier momento.

La fundidora de aluminio más nueva de Estados Unidos tiene alrededor de 40 años. La producción de aluminio primario solo podrá reactivarse de manera sostenible si los productores estadounidenses tienen acceso a energía barata y confiable.

Los aranceles no contribuyen en absoluto para resolver el principal problema de los productores estadounidenses de acero y aluminio: el apoyo del Estado les da una ventaja injusta a los productores chinos, pues les permite aumentar la producción mientras se pierden empleos en otros sectores.

Las políticas populistas en general producen resultados en el corto plazo. La pregunta para Trump es si sus políticas valen la pena en vista de su costo, y cuánto pueden prolongarse sus beneficios.

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