No es solo por machismo, sino por la competencia que existe entre las grandes potencias.

En algunas democracias, es necesario persuadir a los políticos para que inviertan dinero en armamento y misiles en vez de hacerlo en escuelas y hospitales. En Estados Unidos no es así. El presupuesto de 716.000 millones de dólares para gastos de defensa en el 2019 que ahora se revisa en el Congreso considera un aumento más rápido en armamento, en particular buques y submarinos, que el propuesto por el gobierno del presidente Donald Trump.

La Cámara de Representantes y el Senado entraron en una competencia de compras antes de acordar un plan para acelerar el ritmo de construcción de los submarinos (aumentaron de diez a doce el número de submarinos de ataque que ordenarán para el 2023) y sumar un tercer portaaviones a los dos que había solicitado la Casa Blanca. También se agregaron dos buques de combate adicionales más pequeños.

Esta competencia para adquirir más naves no solo refleja actitudes de machismo o posturas políticas. Desde las últimas semanas del gobierno de Obama, la flota naval se ha dedicado a reforzarse con el objetivo de llegar a 355 buques, con respecto a cerca de 280 que tiene en la actualidad. Los responsables de planear la defensa estadounidense señalan con toda franqueza sus motivos para respaldar esta construcción implacable. Se debe al resurgimiento de lo que el secretario de Defensa, James Mattis, designa “competencia de las grandes potencias”.

EEUU VE AMENAZADO SU DOMINIO MARINO

Rusia y China, algunas veces en total sintonía, han amenazado el dominio de los océanos mundiales que la Marina estadounidense, con sus diez portaaviones, ha ejercido desde la conclusión de la Guerra Fría. El almirante John Richardson, director de operaciones navales, expresó esta percepción actual cuando aseveró ante un panel del Congreso en marzo que, en vista del ascenso de China y el renacimiento de Rusia, “Estados Unidos ya no disfruta el mismo monopolio como potencia marítima ni el mismo control sobre los océanos”.

Ninguno de esos países puede comparar su flota con la estadounidense por número de buques. Sin embargo, ambos están invirtiendo en tecnología, desde misiles hipersónicos hasta drones submarinos, que podrían representar una amenaza para el dominio de Estados Unidos. Cuando el presidente Vladimir Putin alardeó en marzo acerca de las nuevas armas mortíferas de Rusia, exhibió un video en el que se veía cómo el misil hipersónico Kinzhal acababa con un grupo de buques. Aunque puede considerarse solo fanfarroneo, la intención quedó muy clara. Por su parte, China dice haber desarrollado un submarino con una capacidad furtiva única.

Si bien los políticos y líderes militares estadounidensescoinciden en que es necesario aumentar sus fuerzas con rapidez, nose han puesto de acuerdo en la manera de hacerlo. Mientras que loscongresistas ponen énfasis en nuevas naves, los funcionariosresponsables de la planeación naval opinan que sería posiblealcanzar la meta de 355 buques más rápido si se invierte más enhacer adaptaciones a buques viejos. Sería muy complicado fijarnuevas armas, como pistolas láser, a cascos viejos, dada laimpresionante cantidad de electricidad que requieren las armas másmodernas. No obstante, Rusia ha intentado demostrar que es posiblecolocar misiles nuevos en barcos viejos.

LO IMPORTANTE ES ESTAR LISTOS

Otra prioridad para los almirantes estadounidenses es hacer másestrictos los procedimientos de operación en los buques que seencuentran en perfectas condiciones, tras sufrir una serie deaccidentes y choques fatales el año pasado. En su opinión, “estarlistos es igual de importante que contar con buques nuevos”,afirma Nick Childs, analista que colabora con el InstitutoInternacional de Estudios Estratégicos.

En cerca de una década, la flota estadounidense de submarinos deataque se reducirá debido a decisiones tomadas en épocas de mástranquilidad. Incluso si se construyen naves lo más rápidoposible, su número bajará de los 52 actuales a alrededor de 42para el 2028. Bryan Clark, especialista naval del influyente grupode expertos Center for Strategic and Budgetary Assessments, cree queel Congreso hace bien en apresurar la construcción de submarinos.Pero no cree que sea necesario acelerar la construcción de barcosde superficie, al menos hasta que se diseñe una nueva fragata. Eneste caso, Estados Unidos podría estar lanzando demasiado dinero almar.

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