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Aunque la economía es lenta, los bancos siguen ganando mucho dinero.

El clima económico en Brasil tiende a ser extremoso. Durante la década de los ochenta y a principios dela década de los noventa, el país sufrió una terrible hiperinflación. Desde finales del 2014 hasta finales del 2016, el producto interno bruto se redujo un 7,7%, su contracción más prolongada en la historia. Ahora, las condiciones son tan calmadasque causan fastidio. El PIB creció solo un 1% el año pasado, y en junio el banco central ajustó a la baja su pronóstico de crecimiento para el 2018 del 2,6 al 1,6%. Una huelga de camioneros en mayo y la incertidumbre por los resultados de las elecciones en octubre afectaron la actividad económica, debilitaron la moneda eimpulsaron al alza los rendimientos de los bonos del gobierno.

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A pesar de todo, los grandes bancos del sector privado han prosperado. Durante la recesión, losrendimientos sobre capital (un indicador de rentabilidad) de Itaú Unibanco y Bradesco, los dos mayores bancos, nunca registraron valores por debajo del 15,9%. El 30 de julio, Itaú registró un ingreso neto de 12.500 millones de reales (3300 millones de dólares) y un rendimiento sobre capital del 20,1% para el primer semestre del2018. Unos días antes, Bradesco y Santander, la división local de un acreditante español, registraron rendimientos sobre capital cercanos al 20%. La mayoría de los bancos europeos están estancados en un solo dígito. Cuando el banco central redujo su tasa de interés de referencia, el Selic, del 14,25% en octubre del2016 al 6,5% en marzo de este año, la cifra más baja de la historia, algunos analistas predijeron que bajarían los ingresos. No ha sucedido hasta ahora.

La resistencia de los bancos de Brasil dice mucho acerca del funcionamiento de la economía, y no todo espositivo. Cuando la inflación era de “un punto y medio por ciento al día”, relata el director general de Itaú, Cándido Bracher, los bancos se vieron obligados a hacerse más eficientes en la transferencia y administración del dinero. Ahora operan en un mercado financiero plagado de otras distorsiones. Algunas afectansus ganancias; otras las impulsan. Los bancos del sector públicodesempeñan un papel importante y privilegiado, que limita a sus competidores del sector privado, pero también los protege de riesgos como los préstamos a los sectores favorecidos por el gobierno.

Debido a lo anterior, el crédito, en especial el otorgado a consumidores particulares y empresas pequeñas, es menor y más caro de lo que debería ser. Aunque los principales temas que generan preocupación entre los electores son la corrupción, el crimen y el desempleo, un aspecto que deberá considerar el vencedor en las elecciones presidenciales es cómo lograr que la banca sea un negocio más normal. De hecho, ya estásucediendo discretamente.

Las características más sorprendentes del mercado son la posición dominante de unos cuantosbancos (fortalecida desde hace dos años por la desaparición delbanco estadounidense Citigroup, que vendió su negocio de particulares a Itaú, y del inglés HSBC, que vendió a Bradesco) y la importancia del Estado como proveedor y regulador de crédito. Tres acreditantes del sector privado y tres del público (Banco doBrasil, en el que el gobierno tiene una participación del 59%, elbanco de ahorros Caixa Econômica Federal y el banco de desarrollo BNDES) son responsables del 82% de los activos bancarios y el 86% de los préstamos. Las regulaciones destinan casi la mitad de los préstamos a propósitos favorecidos por el gobierno, solventadoscon fondos de ahorro privado y del Estado. Las tasas de interés para los préstamos asignados a proyectos específicos son del 8,9%en promedio, según el banco central. Las tasas para otros sectoressin restricciones pueden ser tremendamente altas. En promedio, son del 20,5% para las empresas y del 45,8% para los particulares. Las aplicables a préstamos personales, tarjetas de crédito ysobregiros alcanzan cifras de tres dígitos.

Los bancos insisten en que estos amplios diferenciales no son reflejo de un oligopolio bien establecido, sino del elevado riesgo de incumplimiento y lo difícil que es exigir pagos a los deudores mediante procesos ante los lentos e indolentes tribunales. La regulación también influye, pues no pueden cobrarse comisiones por sobregiro, así que se inflan lastasas de interés.

Un estudio reciente del banco central sugiere que los bancos tienen argumentos válidos. Le atribuye un 37% de los diferenciales al costo de incumplimiento, un 25% a costos administrativos, un 23% a impuestos y solo un 15% a los márgenes de los bancos. Los diferenciales se han reducido conforme ha bajado la tasa Selic. Sin embargo, los críticos también tienen argumentos convincentes. Tony Volpon, economista de UBS que ocupó un cargo directivo en el banco central, calcula que los particulares pagan alrededor de 20 puntos porcentuales más de lo que deberían pagar tomando en cuenta el bajo valor de la tasa Selic, las reducciones en los incumplimientos y los rendimientos sobre capital de los bancos. En contraste, los costos de los préstamos para las grandes empresas parecen “ser justos”.

Quizá se deba a que las empresas pueden buscar opciones con más facilidad que los particulares. Por el contrario, tras años de una inflación elevada, los consumidores brasileños están acostumbrados a pagar por los artículos que adquieren en parcialidades, y los precios ya incluyen enormes costos de crédito.

COMPRAR A CRÉDITO ES MUY ARRIESGADO

Las fuerzas de mercado y las medidas gubernamentales están transformando la banca en un negocio más competitivo. Nuevas empresas de reciente incursión en el sector han aprovechado las tecnologías digitales y que no deben pagar los costos generados por las redes de sucursales (incluida la estricta seguridad) para intentar desafiar a los bancos establecidos. Banco Inter quizá alcance en septiembre el millón de clientes gracias a su cuenta sin comisiones. Nubank comenzó con tarjetas de crédito y ya añadió ahorros a sus servicios. Creditas ofrece préstamos garantizados con inmuebles y automóviles a tasas de interés mucho más bajas que los préstamos sin garantías (la mayoría de los brasileños que tienen una casa, explica el director de Creditas, Sergio Furio, no tienen una hipoteca, lo que les abre opciones para obtener préstamos). El periódico Valor Econômico informó que el banco central le impondrá restricciones a Itaú para que solo obtenga una participación minoritaria en la empresa de inversiones XP Investimentos que desea comprar y que ha sido una molestia para los bancos.

El banco central también intenta impulsar a la baja los costos de los préstamos. El año pasado, obligó a los bancos a cambiar a los clientes que incurrían con frecuencia en deudas por el uso de tarjetas de crédito al servicio de préstamo, que es más barato. Hace poco, flexibilizó algunos requisitos de reservas para los bancos.

La extendida práctica entre los bancos públicos de otorgar préstamos a desastrosas tasas subsidiadas durante el mandato de cinco años de la presidenta Dilma Rousseff, hasta su juicio político en el 2016, se ha revertido durante la presidencia de su sucesor, Michel Temer. BNDES recortó sus pagos de 188.000 millones de reales en el 2014 a solo 71.000 millones, e introdujo tasas de interés fijas y variables más altas vinculadas con el mercado. Su presidente, Dyogo Oliveira, afirma que ha trasladado préstamos de las grandes empresas a infraestructura y empresas más pequeñas. Banco do Brasil eliminó 10.000 empleos y aumentó su rendimiento sobre capital de un miserable 4% a finales del 2016, a cifras de dos dígitos.

La eliminación de los préstamos subsidiados y otras distorsiones, en opinión de Arthur Carvalho, de Morgan Stanley, debería tener un beneficio macroeconómico adicional. Debería hacer posible reducir la tasa Selic, si otros parámetros se mantienen. El vínculo entre la política monetaria y las tasas de interés que pagan las empresas y los particulares también debería hacerse más estrecho. Además, si el siguiente presidente de verdad pretende mantener bajo control las finanzas públicas de Brasil, y bajan las tasas de interés a largo plazo, finalmente podrían aumentar la inversión y el crecimiento. Una brecha más reducida entre las tasas a corto y largo plazo también reduciría los márgenes de los bancos. No obstante, aumentaría la demanda de crédito, y fortalecer a la economía podría mejorar con rapidez las perspectivas para todos los sectores.

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