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"La Guerra de las Galaxias: El último Jedi" llegó a los cines justo a tiempo para el esperado impulso de acercar las ventas de entradas de este año a cerca de US$ 11 mil millones en los Estados Unidos, cifra solo ligeramente menor del récord del 2016.

No obstante, la industria cinematográfica estadounidense está en problemas. La venta de entradas ha disminuido a su punto más bajo desde principios de los años setenta, antes de la introducción de los multicines. Los carísimos fracasos llevaron a los ejecutivos de los estudios de producción a quejarse contra Rotten Tomatoes, un sitio web de calificaciones, por supuestamente estar acabando con las películas antes de sus estrenos. Los estudios cuentan con remakes y secuelas para atraer a los fanáticos y estas películas representan a los 10 mejores filmes de este año con éxito de taquilla.

Y puede empeorar. Los estadounidenses están perdiendo el hábito de ir al cine a medida que nuevas fuentes de entretenimiento llaman su atención. Netflix y otros servicios de streaming han hecho que sea más conveniente ver películas y programas de televisión en cualquier lugar, en televisores conectados a internet, tablets o teléfonos inteligentes. Las aplicaciones como Facebook y Youtube están ajustadas para mantener a los usuarios prendidos a las pantallitas. Actualmente, los estadounidenses pasan más de ocho horas al día en sus diversos dispositivos, en comparación con algo más de las cuatro horas al día que veían televisión en el 2002, según Nielsen, una compañía de investigación.

Eso deja poco espacio para las películas. Se espera que a fin de este año, los estadounidenses hayan comprado alrededor de 3,6 boletos de cine por persona. Esto representa un 30% menos del 5,1% del 2002. Pagan US$ 8,93 por boleto, 54% más que hace 15 años, lo que significa –por ahora– totales mayores por boletos, pero se espera que la asistencia disminuya aún más. Los asistentes frecuentes al cine –los que van una vez al mes o más– han disminuido, del 28% de norteamericanos en el 2002 al 11% en el 2016, según la Motion Picture Association of America. El estadounidense promedio va al cine solo para disfrutar de un espectáculo de gran presupuesto o algún que otro estridente éxito.

Este cambio en la forma en que las personas consumen este tipo de entretenimiento también ha cambiado la forma en que está hecho, aumentando aún más el atractivo del sofá. La competencia por los suscriptores entre Netflix, Amazon, HBO y otros servicios de televisión pagada ha incrementado sustancialmente la inversión en series de televisión y películas hechas para el hogar. ¿Por qué ir al cine cuando el espectador puede darse atracones viendo "The Crown" y "Stranger Things 2?". Moffett Nathanson, una compañía de investigación, reconoce que la producción de películas de Netflix que nunca llega a la pantalla grande reducirá las ventas de boletos de cine en los Estados Unidos entre US$ 300 millones y US$ 1.000 millones por año.

Con la excepción de Disney, las ganancias se estancan. El año pasado, las utilidades antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización de los estudios de cine en 20th Century Fox, Warner Bros., Universal y Viacom (Paramount) sumaron hasta US$ 1,8 mil millones, por debajo de los US$ 1,9 mil millones en el 2010, según estimaciones de Moffett Nathanson.

Los estudios solían hacer una gran cantidad de dinero con la venta del DVD de sus películas cuando los consumidores se quedaban viéndolas en sus casa, pero ya no. Cuando se lanzó "La Guerra de las Galaxias: La Venganza de los Sith" (2005), las ventas minoristas, alquileres y descargas de todas las películas totalizaron US$ 25 mil millones, permitiendo a los estudios obtener grandes márgenes de ganancia. Ese mercado colapsó a US$ 12 mil millones el año pasado, según The Numbers, un sitio web. Los ingresos de transmisión están en aumento, pero menos de ese dinero va a los estudios. (Disney planea comprar Fox en parte para aumentar su propio servicio de transmisión, que planea lanzar en el 2019).

Los estudios dependen cada vez más de los mercados internacionales para los beneficios de taquilla, especialmente los mercados emergentes de rápido crecimiento como China. Se espera que la taquilla de China crezca en más del 20% este año, a alrededor de US$ 8,3 mil millones, y que podría superar a la de Estados Unidos para el final de la década. El país agregó más de 1.600 cines el año pasado, más de cuatro por día.

En Estados Unidos, algunos expositores han invertido mucho en mejoras, como los asientos reclinables, para atraer clientes. Otros se han vendido fuera del mercado. Eso pudo haber sido inteligente. AMC Entertainment, una gran cadena norteamericana en la que Dalian Wanda Group of China tiene una participación mayoritaria, ha estado gastando un montón para adquirir cadenas más pequeñas. El precio de sus acciones ha caído un 55% este año.

Los ejecutivos de los estudios y las salas de cine argumentan que la tendencia secular en los hábitos cinematográficos estadounidenses tiene menos relación con algo en decadencia que con cambio de gustos. Jeffrey Katzenberg, ex director del estudio cinematográfico de Disney y cofundador de Dreamworks Animation, observó que el cine estadounidense evolucionó de un hábito "de cuello azul, igualitario" a una experiencia más "exclusiva" en cines con lujosas comodidades e IMAX y pantallas 3D.

Eso puede ser cierto, pero existe un límite en relación con a cuánto tiempo la nueva tecnología puede justificar el aumento de los precios de los boletos para la pantalla grande.

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