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Pocas consignas fueron coreadas con tanta pasión por los partidarios de Donald Trump durante su campaña presidencial como la "¡Construyan el muro!". La industria de la construcción experimenta ahora casi el mismo entusiasmo.

La semana pasada, la agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos emitió dos llamados para que las empresas presentaran sus propuestas a fin de construir el muro en la frontera con México y se calcula que la obra costaría entre 12.000 y 25.000 millones de dólares. La fecha límite para presentar los proyectos es el 29 de marzo. Una propuesta debe ser para un muro de hormigón sólido y el otro para un muro que utilice "alternativas" al hormigón armado, lo que sugiere que el gobierno estadounidense todavía tiene que decidir cómo debería ser la barrera.

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Más de 700 empresas, desde grandes contratistas generales, empresas de venta de materiales, hasta proveedores de nichos de sistemas de iluminación y vigilancia se han registrado para tratar de convertirse en proveedores. Para sorpresa de algunos, una de cada diez de las empresas que licitan son firmas estadounidenses con propietarios hispanos, atraídos por la escala de los ingresos proyectados.

Pocos son mexicanos: Cemex, un gigante mexicano del cemento que tiene plantas en ambos lados de la frontera, dijo que no vendería cemento para el proyecto, aunque antes había expresado su interés en unirse a la licitación. Otra empresa mexicana, una pequeña, ha ofrecido iluminación.

Otras empresas extranjeras tratando de forzar su participación en el concurso son SA Fence & Gate, de Sudáfrica, y Quickfence, de España, aunque pueden no llegar lejos: La licitación del gobierno menciona una preferencia "Compre de los estadounidenses".

Skanska, una empresa sueca que es una de las mayores de la industria de la construcción, despreció públicamente el proyecto: "Creemos en la apertura y la igualdad", declaró el director general, Johan Karlstrom.

Los grandes licitadores estadounidenses tratan de minimizar lo político. Howard Nye, CEO de Martin Marietta, un gigante de materiales con sede en Carolina del Norte, dijo simplemente que su empresa tiene "un interés general en grandes proyectos de infraestructura". Sus acciones y las de otras empresas de construcción se han valorizado como resultado de la promesa de Trump de gastar 1 billón de dólares en infraestructura en todo el país.

Esos planes pueden ser retrasados, pero al parecer no por el muro. Para algunos postores más pequeños, las opiniones empresariales y personales están alineadas. Michael McLaughlin, de Greenfield Fence, un contratista con sede en San Diego, dijo que la barrera es necesaria para mantener a los "peligrosos traficantes de drogas" fuera de los Estados Unidos.

El requisito general es un muro de al menos 18 pies (5,4 metros) de alto, preferiblemente de 30 pies (9,1 metros), con características antiescalada y antitúnel, y que –por lo menos del lado estadounidense– sea "estéticamente agradable". Las pocas docenas de empresas que lleguen a la segunda ronda más adelante presentarán dibujos detallados y especificaciones técnicas, así como su mejor precio. Al final del proceso, un número aún desconocido de ganadores se adjudicará un contrato con un valor máximo de US$ 300 millones.

Las reglas del juego claramente favorecen a grandes empresas de ingeniería y construcción como KBR, que ayudó a construir el campo de detención en la bahía de Guantánamo y que probablemente hará una oferta, o Kiewit, de Nebraska.

Estas empresas tienen la mejor experiencia en diseño, equipos de gestión de la construcción de primera clase y la capacidad de proveedores de materiales resistentes. Sin embargo, los pequeños jugadores podrían obtener beneficios si se inscribiesen como subcontratistas de contratistas mayores. Andrew Dorfschmidt, de McDirt Excavation, una empresa familiar en Dakota del Sur, espera vender servicios de excavación a cualquier empresa que reciba el contrato del gobierno.

Otras empresas no están interesadas en construir la propia pared, pero buscan vender accesorios de muros de frontera que se conocen como "infraestructura táctica y tecnología". Estos incluyen iluminación, plataformas de altura y sistemas remotos de videovigilancia.

Una de esas empresas, la 2020 Surveillance, asume que habrá cámaras colocadas cada 196 pies (59,7 metros) a lo largo del muro. Con una cuota de licencia de unos pocos cientos de dólares por cámara por año, espera obtener US$ 10 millones de ingresos cada año que el muro permanezca en pie, si proporciona vigilancia para toda la longitud necesaria, alrededor de 1.000 millas (1.609 kilómetros).

A pesar de la fuerte expresión de interés de posibles postores, el cronograma de construcción podría ser impredecible. Por un lado, los ejecutivos de la compañía señalaron que el muro atravesará muchas parcelas de terrenos privados. Aunque el gobierno puede invocar leyes de dominio eminente, que obligan a la transferencia de propiedad privada a manos públicas, acordar una compensación adecuada para los terratenientes desalojados a menudo se convierte en un dolor de cabeza legal.

Recibir el pago también podría tomar tiempo. Solo una pequeña fracción del costo estimado de la construcción del muro se ha previsto bajo la propuesta de presupuesto "delgado" de Trump. Solo para contrariar, México ha descartado pagar por el muro.

Sin embargo, el retraso puede no importar tanto. Trabajar en el proyecto favorito de Trump es probablemente una buena manera de obtener una porción de un derroche de infraestructura más amplio, si tal cosa llegara a ocurrir.

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