Chispazos en gotas de agua pudieron activar la vida en la Tierra
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Madrid. Europa Press.
Puede que la vida no haya comenzado con un dramático rayo en el océano, sino a partir de muchos intercambios más pequeños de “micro-rayos” entre las gotas de agua de cascadas o de las olas rompientes. Un nuevo estudio, publicado en la revista ‘Science Advances’, aporta evidencia y una nueva perspectiva a la controvertida hipótesis de Miller-Urey, que sostiene que la vida en el planeta surgió a partir de la caída de un rayo.
Esta teoría se basa en un experimento de 1952 que demostró que los compuestos orgánicos podían formarse mediante la aplicación de electricidad a una mezcla de agua y gases inorgánicos. En el estudio actual, los investigadores descubrieron que el rocío de agua, que produce pequeñas cargas eléctricas, podría realizar ese trabajo por sí solo, sin necesidad de electricidad adicional.
Tal y como pone de relieve el nuevo trabajo, liderado por la Universidad de Stanford, el agua rociada en una mezcla de gases que se cree estaba presente en la atmósfera primitiva de la Tierra puede conducir a la formación de moléculas orgánicas con enlaces de carbono-nitrógeno, incluido el uracilo, uno de los componentes del ADN y el ARN.
“Las descargas microeléctricas entre microgotas de agua con carga opuesta producen todas las moléculas orgánicas observadas previamente en el experimento de Miller-Urey, y proponemos que este es un nuevo mecanismo para la síntesis prebiótica de moléculas que constituyen los componentes básicos de la vida”, relata el autor principal Richard Zare, profesor de Ciencias Naturales Marguerite Blake Wilbur y profesor de química en la Facultad de Humanidades y Ciencias de Stanford.
Se cree que, durante un par de miles de millones de años después de su formación, la Tierra tuvo un remolino de sustancias químicas, pero casi ninguna molécula orgánica con enlaces carbono-nitrógeno, que son esenciales para las proteínas, enzimas, ácidos nucleicos, clorofila y otros compuestos que forman los seres vivos actuales.
La formación de estos componentes biológicos ha intrigado a los científicos durante mucho tiempo, y el experimento de Miller-Urey ofreció una posible explicación: que los rayos que caen al océano e interactúan con gases de los planetas primitivos, como el metano, el amoníaco y el hidrógeno, podrían crear estas moléculas orgánicas. Quienes critican esta teoría han señalado que los rayos son demasiado infrecuentes y que el océano es demasiado grande y disperso como para que esto sea una causa realista.
Zare, junto con los investigadores postdoctorales Yifan Meng y Yu Xia, y el estudiante de posgrado Jinheng Xu, propone otra posibilidad con esta investigación. El equipo primero investigó cómo las gotas de agua desarrollaban diferentes cargas al ser divididas por una pulverización o salpicadura. Descubrieron que las gotas más grandes solían tener cargas positivas, mientras que las más pequeñas eran negativas.
Cuando las gotas con carga opuesta se acercaban, saltaban chispas entre ellas. Zare llama a esto “microrrelámpago”, ya que el proceso está relacionado con la forma en que la energía se acumula y se descarga como un rayo en las nubes. Los investigadores utilizaron cámaras de alta velocidad para documentar los destellos de luz, que son difíciles de detectar para el ojo humano.
Chispas producidas por olas o cascadas
Aunque los diminutos destellos de los microrrelámpagos sean difíciles de ver, aún contienen mucha energía. Los investigadores demostraron esta energía rociando agua a temperatura ambiente con una mezcla de gases que contenía nitrógeno, metano, dióxido de carbono y amoníaco, gases que se cree que estaban presentes en la Tierra primitiva. Esto dio lugar a la formación de moléculas orgánicas con enlaces carbono-nitrógeno, como el cianuro de hidrógeno, el aminoácido glicina y el uracilo.
Los investigadores sostienen que estos hallazgos indican que no fueron necesariamente los rayos, sino las diminutas chispas producidas por las olas o las cascadas al romperse, las que dieron inicio a la vida en este planeta. “En la Tierra primitiva, había chorros de agua por todas partes, en grietas o contra las rocas, y estos pueden acumularse y provocar esta reacción química”, finaliza Zare. “Creo que esto soluciona muchos de los problemas que se plantean con la hipótesis de Miller-Urey”.
“La interconexión ha generado nuevas formas de sufrimiento psíquico”
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Jimmi Peralta
Fotos: Mariana Díaz/Archivo
La geopsiquiatría como un campo emergente de estudios y nuevo enfoque de salud mental profundiza su mirada respecto a la influencia del entorno cercano y global en la psiquis de las personas. En este diálogo con El Gran Domingo de La Nación, el Dr. Julio Torales habla sobre esta novedad académica, su alcance, campo de acción y estudios existentes.
La reconfiguración del plano geopolítico global, la digitalización, el cambio climático y la pandemia, entre otros fenómenos que pueden ser mundiales o locales, pero de interrelación planetaria, sin dudas marcan huellas en la condición psíquica de las personas. En procura de desarrollar una mayor comprensión de esa situación, surge un nuevo enfoque médico que ya viene desarrollando estudios al respecto: la geopsiquiatría.
En contraposición al síntoma del momento que experimenta el sujeto individual, surge una forma de comprender la salud psíquica que pone el acento en la condición social del ser humano y parte de un enfoque holístico.
En este contexto, el médico psiquiatra paraguayo Julio Torales fue electo senior fellow del Instituto Internacional de Geopsiquiatría (International Institute of Geopsychiatry), con sede en Suiza, y nombrado director del Centro Colaborativo en Geopsiquatría en Paraguay.
Actualmente, Torales es profesor titular de Psiquiatría y líder del Grupo de Investigación sobre Epidemiología de los Trastornos Mentales, Psicopatología y Neurociencias de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de Asunción (FCM-UNA). Además, es coordinador del Centro de Investigaciones Médicas de la Universidad Sudamericana e investigador de la Universidad de Los Lagos (Chile).
–¿Cuál es la definición de la geopsiquiatría?
–La geopsiquiatría es una subdisciplina emergente de la psiquiatría que estudia las interacciones entre los factores geográficos, sociopolíticos, económicos y ambientales y su influencia en la salud mental de las poblaciones. Se trata de un enfoque integrador que reconoce cómo el entorno, el territorio y los procesos históricos afectan el bienestar psíquico individual y colectivo.
URGENCIA
–¿Cuál es la necesidad a la que viene a asistir?
–La geopsiquiatría surge para responder a una necesidad urgente: comprender y abordar los determinantes contextuales de la salud mental que han sido tradicionalmente subestimados. En un mundo marcado por desigualdades estructurales, crisis humanitarias, migraciones forzadas y colapsos ecológicos. Esta disciplina busca ofrecer marcos de análisis y acción sensibles a la realidad geopolítica de cada territorio.
–¿Existen otras especialidades o disciplinas que trabajen el factor social dentro de la psiquiatría?
–Sí. La psiquiatría social, la psiquiatría transcultural y la psiquiatría comunitaria son disciplinas que han abordado aspectos sociales, culturales y contextuales. Sin embargo, la geopsiquiatría se diferencia por su énfasis en los determinantes geopolíticos y ambientales globales, proponiendo una lectura más amplia y situada de los fenómenos mentales.
–¿Qué tipos de patologías se enmarcan en el ámbito de competencia específica de la geopsiquiatría?, ¿su labor se centra más en lo estadístico?
–La geopsiquiatría no se limita a una categoría diagnóstica específica, pero suele enfocarse en trastornos vinculados al contexto, como el estrés postraumático, la ansiedad climática, la depresión asociada a crisis humanitarias o las psicosis en contextos de violencia estructural. Más que limitarse al análisis estadístico, busca interpretar los datos a la luz de las realidades sociales, políticas y ambientales en las que se inscriben.
–¿La interconexión virtual y real del mundo globalizado visualiza y/o genera nuevos problemas mentales?
–Ambas cosas. Por un lado, la interconexión ha permitido visibilizar condiciones mentales antes silenciadas o estigmatizadas. Pero también ha generado nuevas formas de sufrimiento psíquico: adicción a las redes, ansiedad informativa, dismorfia corporal digital, aislamiento paradójico, entre otras. La vida en red ha transformado los modos de vincularnos con efectos directos sobre la salud mental.
PUNTO DE INFLEXIÓN
–¿Qué peso tienen en estos nuevos escenarios la virtualidad y la pandemia?
–La pandemia de covid-19 fue un punto de inflexión. Aceleró procesos de digitalización y puso en evidencia la fragilidad de los sistemas de salud mental a nivel global. La virtualidad se volvió una herramienta clave para sostener vínculos, pero también potenció el aislamiento, la fatiga psíquica y la desigualdad en el acceso a recursos digitales, sobre todo en contextos de vulnerabilidad.
–¿Existen antecedentes de estudios y análisis anteriores que se hayan clasificado dentro del análisis de la geopsiquiatría?
–Sí, aunque no con ese nombre. Durante la Guerra Fría se investigaron los efectos del miedo nuclear y tras el 11-S se estudió el impacto del terrorismo y la securitización en la salud mental colectiva. La geopsiquiatría retoma estas experiencias para construir un marco conceptual más sistemático y global capaz de integrar esas realidades al análisis contemporáneo.
–¿Qué tipo de acciones globales podrían impulsarse en el marco de las necesidades que plantea el nuevo panorama de la salud mental en el mundo?
–Se necesitan políticas públicas globales que integren la salud mental como componente esencial del desarrollo sostenible. Esto incluye el fortalecimiento de sistemas comunitarios de atención, la capacitación de profesionales en enfoques contextuales, la investigación transnacional de determinantes psicosociales y la inclusión de la salud mental en agendas climáticas, migratorias y de derechos humanos.
MISIÓN
–¿Qué es el Instituto Internacional de Geopsiquiatría? ¿Cuáles son sus funciones y qué trabajo desarrollará usted allí?
–El Instituto Internacional de Geopsiquiatría fue creado en 2025 bajo el auspicio del Grupo de Interés Especial en Geopsiquiatría de la Asociación Mundial de Psiquiatría. Su misión es promover la investigación, la formación académica y la incidencia política en torno a la relación entre geopolítica y salud mental. Como senior fellow y director del Centro Colaborativo en Paraguay, me corresponde impulsar estudios regionales, fortalecer capacidades locales y contribuir al desarrollo de marcos teóricos y prácticos que reflejen las realidades de América Latina en el contexto global.
–¿En qué sentido la problemática del subdiagnóstico, la escasez de profesionales y los prejuicios sociales que postergan las consultas menguan el avance en este tipo de aristas investigativas emergentes?
–Estas problemáticas no solo dificultan el acceso a atención oportuna, sino que también limitan la capacidad de los sistemas de salud para generar datos representativos y contextualizados. El subdiagnóstico oculta la verdadera magnitud del sufrimiento psíquico en las poblaciones; la escasez de profesionales impide establecer redes de investigación clínica sólidas y el estigma social retrasa tanto la consulta como la participación en estudios. Esto repercute directamente en la producción de evidencia científica que permita desarrollar políticas sensibles al contexto geográfico y sociocultural. La geopsiquiatría, al enfocarse en los determinantes estructurales y globales de la salud mental, pone de relieve la urgencia de superar estas barreras para avanzar hacia una comprensión más completa y justa del sufrimiento psicológico en cada territorio.
DESARROLLO DE LA GEOPSIQUIATRÍA EN PARAGUAY
Profesionales paraguayos publicaron en el International Journal of Social Psychiatry un estudio que analizó, por primera vez en el país, la relación entre condiciones meteorológicas extremas y las consultas psiquiátricas de urgencia.
Utilizando un diseño case-crossover, el estudio evidenció que el calor extremo y la baja humedad relativa se asocian con un incremento significativo de consultas por episodios bipolares, trastornos de la conducta alimentaria y depresión.
En contraste, se observó una disminución en las consultas por esquizofrenia. Además, se constató que cada 1 % menos de humedad relativa aumentaba en 11 % el riesgo de consulta, lo que subraya la vulnerabilidad de ciertos cuadros ante condiciones climáticas adversas.
Otro trabajo recientemente publicado, esta vez en la revista Geopsychiatry, consistió en la primera encuesta global sobre la incorporación de la geopsiquiatría en la formación de médicos residentes en psiquiatría. Participaron 401 profesionales de más de 20 países. Los resultados muestran que, si bien la familiaridad con la disciplina aún es baja (4,2 %), más del 60 % considera muy importante incluirla en los programas formativos. Este estudio también identificó las principales barreras institucionales, como la falta de docentes capacitados y de materiales educativos específicos.
Actualmente Paraguay lidera un estudio multinacional sobre los efectos del cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos en la salud mental de la población general.
Esta investigación se encuentra en fase de recolección de datos en los cinco continentes, en colaboración con centros académicos de América, Europa, África, Asia y Oceanía.
Está en fase de diseño final un nuevo estudio que evaluará la relación entre la exposición a partículas finas en suspensión (material particulado PM2.5) y la aparición o intensificación de síntomas comunes de enfermedades mentales.
Esta línea de investigación apunta a profundizar el entendimiento del impacto de la contaminación ambiental en el bienestar psicológico, un aspecto cada vez más relevante en contextos urbanos y vulnerables.
Quiindy: piden ayuda para recién nacida abandonada y ya iniciaron investigación
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Una bebé de apenas horas de nacida fue abandonada en un pastizal en Quiindy, departamento de Paraguarí. Desde el centro asistencial donde está internada confirmaron que está bien de salud, pero que necesita ropas, pañales y leche. La pequeña permanecerá en el hospital por siete días, porque está recibiendo tratamiento.
Según el reporte policial, el hallazgo de la menor se registró ayer miércoles, por una odontóloga que iba a su lugar de trabajo. La pequeña, a pesar de estar envuelta en una manta blanca al costado de un camino vecinal, estaba al borde de la hipotermia cuando fue encontrada por esta persona.
La mujer la llevó hasta la Unidad de Salud Familia (USF), donde fue asistida por una pediatra, que luego ordenó su traslado hasta el Hospital Regional de Paraguarí. Los profesionales indicaron que la recién nacida llevaba horas de nacida y que goza de buena salud, pero deberá permanecer internada por unos días para estabilizarla.
Actualmente la beba requiere de ayuda de la ciudadanía que puedan acercar leche, pañales, ropas, medias, entre otros, para que pueda sobrellevar sus primeros días sola. Las personas interesas en coordinar entrega pueden llamar al (0994) 204-919 , con el oficial Enciso de la comisaría local.
El caso fue comunicado a la Defensoría de la Niñez y la Policía Nacional, que ya iniciaron la investigaciones para dar con el paradero de la madre. Se presume que fue abandonada por personas ajenas a la localidad, pero en la zona no se cuenta con cámaras de circuitos cerrados para determinar quienes la dejaron.
La pequeña fue abandonada ayer miércoles en un pastizal. Foto: Captura de pantalla
Princesa de Asturias premia la lucha contra el cáncer
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Madrid, España. AFP.
La estadounidense Mary-Claire King fue galardonada este jueves en España con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica, por su aplicación de la genética a la prevención del cáncer, contribuyendo “a salvar millones de vidas”. “Los estudios de la doctora King han permitido establecer por primera vez la estrecha relación entre un gen concreto y el riesgo de desarrollar cáncer de mama u ovario, contribuyendo de este modo a salvar millones de vidas”, indicó el jurado del premio, concedido por la Fundación Princesa de Asturias, heredera del trono español.
Sus trabajos también han sido claves para conocer “la sorprendente similitud genética entre humanos y chimpancés”. Asimismo, la genetista estadounidense de 79 años ha contribuido a “la defensa de los derechos humanos”, toda vez que “desarrolló una metodología rigurosa, tanto científica como legalmente, con la que se ha conseguido la reunificación familiar de personas desaparecidas”, continuó el fallo, dado a conocer en Oviedo, capital de la región española de Asturias.
King fue seleccionada de entre 59 candidaturas de 23 nacionalidades que optaban por este premio. Graduada en Matemáticas y con doctorado en Genética en la Universidad de Berkeley, King ha recibido varios reconocimientos, como el Lasker, sobre todo por haber identificado el gen BRCA1, clave en el desarrollo de los cáncer de mama y ovario.
Ese descubrimiento “supuso un cambio de paradigma en el conocimiento del origen del cáncer”, lo que llevó a que “el estudio de esta enfermedad y de otras enfermedades denominadas raras” comenzaran a “enfocarse desde otro punto de vista”, apuntó la Fundación Princesa de Asturias.
Con más de veinte doctorados honoris causa en universidades de todo el mundo, King ha ocupado cargos relevantes en instituciones públicas y universidades de Estados Unidos, así como en el Consejo Científico de la Organización Mundial de la Salud.
El de Investigación Científica y Técnica es el séptimo de los ocho galardones de esta edición de los premios, considerados los más prestigiosos del mundo iberoamericano, que anualmente otorga la Fundación Princesa de Asturias. Instituidos en 1981, están dotados con 50.000 euros (unos 57.600 dólares) y una escultura creada por el fallecido artista catalán Joan Miró.
El año pasado, en esta categoría, el reconocimiento fue para cinco expertos de Estados Unidos, Canadá y Dinamarca, cuyos estudios propiciaron fármacos para combatir la diabetes y la obesidad, como el Ozempic. En otras ediciones también fueron premiados los científicos responsables del descubrimiento del ARN mensajero, que permitió desarrollar en tiempo récord varias vacunas contra el covid-19, o matemáticos impulsores del procesamiento matemático de datos.
Este año, los galardones ya anunciados han sido el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, que recayó en el filósofo y ensayista alemán de origen surcoreano Byung-Chul Han, el de las Letras, que distinguió al español Eduardo Mendoza, y el de Ciencias Sociales, para el sociólogo estadounidense Douglas Massey.
También se fallaron el de Artes, que recayó en la fotógrafa mexicana Graciela Iturbide, el de Deportes, que reconoció a la tenista estadounidense Serena Williams, y la semana pasada el de la Concordia, destinado al Museo Nacional de Antropología de México.
El 18 de junio concluirán los anuncios de esta edición, con el fallo del Princesa de Asturias de Cooperación Internacional. Los galardones, que toman su nombre del título de la heredera al trono de la Corona española, la princesa Leonor, son entregados por los reyes Felipe y Letizia, normalmente acompañados por sus hijas, en octubre en una ceremonia en Oviedo, capital de Asturias.
IBM prevé la computadora cuántica comercial para 2029
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Yorktown Heights, Estados Unidos. AFP.
El gigante tecnológico estadounidense IBM presentó el martes nuevos avances con miras a construir para 2029 la primera computadora cuántica comercial, considerada una revolución informática por su potencia de cálculo sin precedentes. Las computadoras cuánticas actuales aún son experimentales y enfrentan altas tasas de error. Empresas como IBM, Google y Microsoft están trabajando para construir sistemas cuánticos más estables y escalables.
IBM aseguró que está cerca de resolver esos problemas y puede trazar la hoja de ruta hacia un sistema cuántico, que según afirma tendría aplicaciones para desarrollar combustibles, productos farmacéuticos o incluso nuevos elementos. La empresa con sede en Nueva York apunta a lograr, en 2026, su primer procesador cuántico capaz de almacenar información y de realizar operaciones lógicas.
Además, apuesta a finalizar en 2029 Starling, la primera computadora cuántica comercial, en desarrollo en su laboratorio de Poughkeepsie, en el noreste de Estados Unidos. La compañía proyecta que podrá ejecutar 20.000 veces más operaciones que los ordenadores cuánticos actuales. Starling será capaz de “resolver problemas concretos y abrir inmensas posibilidades para las empresas”, dijo Arvind Krishna, CEO de IBM, citado en un comunicado.
La informática cuántica también está destinada a impulsar la inteligencia artificial (IA) hacia modelos más en sintonía con los humanos.
Mark Horvath, analista de la consultora Gartner, elogió lo que llamó “un avance significativo” de IBM, pero estimó que no todos los obstáculos se superaron y que las aplicaciones de los sistemas cuánticos en el mundo real siguen siendo “bastante teóricas”.
El desafío es considerable y motiva una carrera frenética entre los grandes actores de la informática.
Google presentó en diciembre un nuevo chip cuántico llamado Willow, que tiene una tasa de error mucho más baja que las observadas hasta ahora. Y en febrero fijó en cinco años el tiempo necesario para terminar su propia computadora cuántica.
Microsoft reveló entonces su propio chip de computadora cuántica, Majorana 1, diciendo que hizo la tecnología más confiable para uso en el mundo real.
IBM -que ha quedado detrás de Microsoft, Amazon y Google en productos de computación clásica en los últimos años- se comprometió públicamente, a finales de abril, a invertir 150.000 millones de dólares en Estados Unidos en cinco años, de los cuales 30 serán destinados a investigación y desarrollo.
La centenaria empresa de tecnología estadounidense afirma haber generado ya más de mil millones de dólares en ingresos gracias a la informática cuántica, aunque los casos de uso actuales son limitados. Más allá de 2029, IBM piensa en la Blue Jay, esperado para 2033 y diez veces más potente que Starling. Para Jerry Chow, director de sistemas cuánticos de IBM, la empresa está “redefiniendo lo que será la informática en el futuro”.