Steffen Bauer, director de HGK Shipping, una empresa de transporte fluvial alemana, pone en marcha la revolución de los barcos sin capitán al timón, que navegan pilotados desde un centro de control en la tierra firme.

Los buques sin capitán son “la única solución para sobrevivir como industria”, afirma Bauer a la AFP, en la sede de la empresa en el puerto de Duisburgo, oeste de Alemania. La empresa tiene una flota de 350 barcos y la edad media de los capitanes es de 55 años, explica Bauer, cuya empresa se presenta como la principal compañía de transporte fluvial en Europa.

“Si no hacemos nada, perderemos 30 % de nuestros marineros de aquí a 2030″, advierte. En busca de una solución, HGK firmó un acuerdo de colaboración con la empresa emergente belga Seafar, líder en el campo de la navegación autónoma. Fundada en 2019, Seafar ya opera cuatro buques sin tripulación en Bélgica y acaba de abrir una oficina en Alemania, que representa 30% del mercado europeo de navegación interior.

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Los buques sin tripulación se guían a distancia desde un centro de control, lo que hace que la navegación deje de ser un trabajo agotador y se convierta en un trabajo de oficina potencialmente más atractivo. “Existe un mercado para los buques teledirigidos”, afirma Janis Bargsten, directora comercial de Seafar, quien añade que se tardará más en establecer un marco normativo que en perfeccionar la tecnología.

En Duisburgo, Seafar y HGK ya crearon un centro de navegación autónoma y esperan la aprobación de las autoridades alemanas para hacer navegar sus primeros buques. En la fase inicial de pruebas, dos capitanes permanecerán a bordo de los buques teledirigidos. El objetivo a largo plazo, según Bauer, es eliminar por completo el papel del capitán, pero manteniendo parte de la tripulación a bordo.

Alivio importante para el sector

Seafar quiere ir más lejos y ya trabaja en mayores grados de autonomía para el tráfico fluvial y en un proyecto de prueba en el mar Báltico. La tecnología es similar a la utilizada en los coches autoconducidos. Los barcos están equipados con sensores, cámaras y radar, que transmiten datos en tiempo real al centro de mando.

“Todo es como a bordo de un barco”, explica a la AFP en Duisburgo el navegante Patrick Hertoge junto a 10 monitores que muestran el estado de una barcaza autónoma que se dirige a Hamburgo. Tras 30 años como capitán de su propia nave, Hertoge, de 58 años, fue contratado por Seafar para trabajar en el proyecto de navegación autónoma.

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Hijo de dos marineros, vendió su embarcación y encontró un hogar en tierra firme por primera vez en su vida, explica. “En un barco estás de guardia las 24 horas del día. Pero aquí, después de ocho horas, puedo irme a casa”, relata. Seafar quiere poner en marcha más proyectos piloto en Europa y mantiene conversaciones “avanzadas” con la autoridad francesa de navegación interior, según Bargsten.

Alivio

La navegación autónoma podría suponer un “alivio importante” para un sector sometido a presiones, afirma un portavoz de la federación alemana de navegación interior (BDB). Sin embargo, el avance no resolvería “todos los problemas, ya que quedan importantes nuevas cuestiones de responsabilidad” que necesitarán una aclaración jurídica, destaca.

En caso de fallo técnico, Seafar sería responsable, pero un error humano sería imputable a la naviera, según Bargsten. La navegación a distancia sigue siendo un trabajo muy exigente que no puede dejarse en manos de cualquiera. Sin embargo, Hertoge está convencido de que puede funcionar. Gran parte del trabajo de capitanear un barco es el mismo en tierra que a bordo, dice, “lo único que falta es el viento”.

Fuente: AFP

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