Un jubilado británico de 64 años, aficionado a las matemáticas, ha sorprendido a los expertos en geometría con un descubrimiento inédito: un polígono que se puede ensamblar al infinito, sin recrear a su vez la misma forma a una escala mayor. Cualquier forma geométrica bidimensional, como por ejemplo un rombo, que se vaya ensamblando sobre una superficie plana, acabará formando a su vez un rombo mayor.
Pero esto no es lo que sucede con el denominado “sombrero” de 13 lados que se inventó David Smith en marzo pasado. Se trata de un “monotilo aperiódico”, es decir, de una forma única y que no genera un patrón repetitivo. En el jargón matemático, es un “einstein”, sin que esta palabra aluda al genio alemán que descubrió la teoría de la relatividad.
“Einstein” proviene del alemán “ein stein”: “una piedra”. Descubrir un “einstein” era un desafío en el mundo de la geometría desde hace 60 años. A medida que el descubrimiento ha ido ganando popularidad, los fans de este modesto jubilado de East Yorkshire, que trabajaba en una imprenta, han empezado a estampar el polígono en camisetas, o a cocinar galletas con esa forma.
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Ahora David Smith acaba de volver a demostrar su genio con una nueva “pedrada”: un nuevo polígono bautizado “espectro”. El único inconveniente del “sombrero” era que cada siete veces había que imprimirle un giro, para evitar la aparición de la misma forma.
Con el “espectro”, que Smith acaba de crear con la ayuda de tres matemáticos, no hace falta girar el monotilo. Es “una historia divertida y casi ridícula, maravillosa”, declaró a la AFP Craig Kaplan, profesor de informática de la universidad canadiense de Waterloo.
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Este nuevo “espectro” ya ha sido puesto a prueba mediante potentes programas informáticos. A la espera de la publicación de dos artículos científicos que demostrarían la efectividad de este monotilo, los expertos se declaran fascinados.
Ambas formas son “impresionantes”, en palabras de Doris Schattschneider, matemática de la universidad de Moravia (Pensilvania), mientras que el Premio Nobel de Física 2020, Roger Penrose, especialista en la materia, tiene previsto participar en un evento en Oxford en junio, para celebrar el acontecimiento.
Fuente: AFP.
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Así se divide una tortilla con justicia matemática
La tortilla de patatas es un popular plato cotidiano, pero, ¿cómo repartirla de forma equitativa cuando solo hay dos personas? A simple vista, podría parecer sencillo, pero cuando los cortes no son perfectos, la tarea se complica más de lo que parece. David Gozalo, ingeniero aeronáutico y divulgador, nos presenta un desafío matemático para resolver este problema cotidiano.
En un vídeo publicado en su canal de YouTube, analiza cómo realizar una división justa de una tortilla utilizando principios geométricos y algunas aproximaciones prácticas. El análisis sería el siguiente (más abajo, la solución):
Para plantear el problema, Gozalo idealiza la tortilla como un disco de espesor uniforme, es decir, asume que toda su masa está distribuida de forma homogénea. Esto le permite reducir el análisis al área de cada porción en lugar de tener que calcular el volumen, lo cual simplifica los cálculos y permite centrarse solo en las superficies visibles.
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Empieza por el escenario ideal: dos cortes perpendiculares que pasan por el centro. En ese caso, la división en cuatro partes es perfecta y cada persona puede elegir cualquier pareja de trozos sin preocuparse por la equidad. Pero en la vida real, no siempre cortamos tan bien. Si uno de los cortes no pasa por el centro, aún es posible lograr un reparto justo eligiendo bien los trozos: por ejemplo, seleccionando los opuestos.
La cosa se complica más cuando ninguno de los cortes pasa por el centro, aunque sigan siendo perpendiculares. En ese caso, algunas porciones ganan o pierden superficie, y ya no basta con la intuición para hacer un reparto equitativo.
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Finalmente, en el escenario más complejo -cuando los cortes no son ni perpendiculares ni centrados- Gozalo aplica una aproximación geométrica usando dos variables, A y B, para calcular con más precisión las áreas ganadas o perdidas por cada trozo. Así determina qué combinaciones permiten acercarse lo máximo posible a la mitad de la tortilla.
Con todos los cálculos sobre la mesa, Gozalo demuestra que la forma más justa de repartir la tortilla es elegir los trozos cruzados, es decir, los que no son consecutivos, sino opuestos diagonalmente (como el 1 y el 4 o el 2 y el 3). De este modo, las irregularidades introducidas por los cortes tienden a compensarse entre sí, y la suma de las áreas se acerca lo máximo posible a la mitad del total.
Fuente: Europa Press.
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Clínica Placera: un libro que narra la experiencia de psicoanalizar al aire libre
El psiquiatra Agustín Barúa Caffarena hizo durante años la experiencia de conversar con pacientes en las plazas de Asunción. Volcó sus aprendizajes en “Clínica Placera, ¿nos sentamos acá?” que se presentó días atrás en la Sociedad Paraguaya de Psiquiatría.
- Por Jorge Zárate
- Jorge.zarate@nacionmedia.com.py
“A mí me parece que la clínica placera aporta un permiso de explorar otras formas de trabajar en salud mental en el contexto asunceno”, entiende el autor. “En Asunción, que solemos ser tan reprimidos emocionalmente, usamos los bancos para llorar, para gritarnos y desgritarnos, para besarnos, para saber estar solos. Entonces, ahí apareció la posibilidad de usar el banco de plaza como un dispositivo de acompañamiento de salud mental”, cuenta de la génesis del inusual procedimiento.
El libro, que tuvo presentaciones en Argentina, Cuba y Paraguay, permite según la mirada del psiquiatra Agustín Barúa Caffarena “que se pueda probar nuevas cosas y se pueda dialogar con las necesidades contemporáneas. A veces creo que nos quedamos muy tiesos en el mundo profesional esperando que la gente se amolde a nosotros y no dialogando con las necesidades de nuestra sociedad. Me parece que es el gran aporte”, apunta.
Aquí su diálogo con Nacion Media:
–¿Qué sensaciones te provoca que la experiencia de la Clínica Placera llegue al libro?
–Son sensaciones complejas. Por un lado, es gratificante porque el libro a mí me satisface como producto estético, pero también como producto reflexivo y de memoria histórica. Me parece que también la tarea de estos 7 años de plaza fue bastante específica y tenía su soledad también dentro de su espacio público y colectivo.
También me da un poco de tristeza y eso lo dije cuando lo presenté en Camsat, que es una organización territorial del bañado Tacumbú, me dio tristeza y enojo.
–¿Por qué?
–Porque me recordó que yo no quería trabajar con las capas medias asuncenas inicialmente, yo quería trabajar con los sectores populares, en este caso bañadenses, ¿no? Pero el golpe de estado al gobierno de Fernando Lugo interrumpió ese proceso y al presentar el libro en el Bañado me recordó esa pérdida.
–Comenzaste en 2015 en bancos de plazas de Asunción. ¿Cuál fue el disparador de tu actividad?
–Y fue ese junio de 2012, cuando sucede el golpe, yo trabajaba desde la Universidad Nacional de Asunción y desde el Ministerio de Salud en los territorios bañadenses acompañando 15 equipos de Atención Primaria en Salud. Era mi jornada laboral plena de lunes a viernes, iba a los bañados todos los días y cuando sucedió el golpe, lo viví como un manotazo, un arrebato gigante, me impactó emocionalmente.
Me pasó que coincidió con una relación de pareja en Montevideo, donde fui y estuve 3 años haciendo diferentes cosas en un contexto de políticas públicas muy creativas: ahí sí se hicieron, por ejemplo, las leyes progresistas de identidad de género, de regularización de la marihuana y de despenalización del aborto. Y en ese contexto volví en 2015 y me dije: quiero seguir trabajando las cosas que creo…
–Te dio como un impulso esa vivencia…
–Y cuando volví, no pude entrar a mis nichos laborales habituales, habían cambiado muchas cosas así que subalquilé un consultorio. Era la primera vez que iba a hacer psiquiatría clínica privada y me morí de la angustia. Viví con mucha extrañeza las baldosas, la pared sin humedad, ese tapizado de sofá combinado con la cortina, el split. Yo venía de trabajar en los patios de las villas con chanchos, bebés, ropa secándose, goteando, en algo que llamamos Clinitaria hasta el 2012.
Me dije: “A mí me gusta conversar con la gente”, así que me vinieron a la mente los bancos de plaza que tienen una cuestión maravillosa que son espacios de intimidad pública.
–Sostenés que es posible tratar la salud mental fuera del manicomio. ¿Qué avances ves en torno a esta tendencia?
–El manicomio no es necesariamente un lugar, un “adentro”. Puede recrearse en los “afueras”, por una concepción manicomiana de la salud mental, tener una posición autoritaria, llenar de psicofármacos a la gente; ordenar internaciones compulsivas en el hospital psiquiátrico, querer imponerse a las otras profesiones, no dar como válido el saber de la gente.
Me parece importante discutir ese dentro y fuera, hay mucha manicomialidad fuera del hospital psiquiátrico. Creo que estamos muy retrasados con políticas públicas. La Ley de Salud Mental permitió avances todavía muy incipientes, creo que la mirada manicomial sigue siendo la dominante en el territorio, la salud mental se disocia de la salud y esta más aún de los derechos. Entonces si no tenemos esa politización de la salud mental, somos parte del problema, reducimos el problema a diagnósticos, psicofármacos, sin contexto, sin historia, sin derecho, sin cultura, sin territorio, sin diálogo, ¿no?
–¿Cómo ves la salud mental en el país?
–Si bien creo que hay mucha gente en el Estado que quiere hacer bien las cosas, hay una crisis institucional, los desfinanciamientos, los prebendarismos, los autoritarismos, los conservadurismos, las precarizaciones, los abandonos siguen siendo la tónica dominante en muchos campos de derechos constitucionales que no se concretan.
No hay salud mental sin salud, no hay salud sin derecho, y tenemos una crisis de derechos gigantesca en Paraguay. Nos entretenemos con los efectos, no con las causas, entonces vemos una reacción de una persona que mata a sus abuelos; el uso complicado de cocaína fumable de crack llamada chespi y su presencia en las calles; las conductas suicidas, etc. Si no tratamos las causas los efectos van a seguir.
Cuesta mucho avanzar en preguntas honestas, sobre todo en un país tan desigual y tan aterrorizador porque cuando uno comienza a preguntarse estas cosas necesariamente necesita valor. No podemos construir ese argumentar sin un cierto coraje para conversar las cosas que estamos evitando como sociedad.
SOBRE EL AUTOR
Agustín Barúa Caffarena (1971) es médico por la Universidad Nacional de Asunción (UNA). Psiquiatra de Atención Primaria de Salud por el Instituto Superior de Ciencias Médicas de La Habana y tiene una maestría en Antropología Social por la Universidad Católica Nuestra Señora de la Asunción.
Terapeuta. Psicodramatista por GRUPA (Grupo Psicodrama Asunción). Certificado en Prácticas Colaborativas y Dialógicas por el Houston Galveston Institute y The Taos Institute.
Investigador en Salud Mental Comunitaria por la Universidad Nacional de Pilar.
Autor de los libros “Clinitaria: andando, de a chiquito, con la gente. Acompañamientos clínicos en salud mental desde sensibilidades comunitarias” (2011), “Ejedesencuadrá: del encierro hacia el vy’a. Transgresiones para una salud mental sin manicomios” (2020) y “¿Nos sentamos acá? Clínica placera” (2025)
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Jóvenes paraguayos irán a mundial de matemáticas en Australia
Un grupo de cuatro jóvenes paraguayos participará de la 66.ª edición de la Olimpiada Internacional de Matemática (IMO, por sus siglas en inglés), considerada la más prestigiosa del mundo en su categoría, que reunirá a los mejores estudiantes de más de 100 países, del jueves 10 al domingo 20 de julio en la ciudad de Sunshine Coast, en Australia.
La delegación paraguaya está compuesta por los estudiantes Stefany Fiorella Velázquez Ferreira, Fernando Daniel López Bobadilla, Alejandro Manuel Almaraz Aquino y Éver Moisés Ortega Portillo, quienes fueron seleccionados por su destacado rendimiento en el Programa Jóvenes Talentos de la Organización Multidisciplinaria de Apoyo a Profesores y Alumnos (Omapa). Acompañarán al equipo la Ing. Carmen Sánchez, como líder de delegación, y el Dr. Edgar Elizeche, como tutor del equipo. Ambos son exolímpicos, instructores en Jóvenes Talentos y forman parte del equipo académico de Omapa.
La IMO consiste en una competencia de dos jornadas, con pruebas de cuatro horas y media cada día, en las que los participantes deben resolver seis problemas matemáticos de alta dificultad. Por su nivel académico y el rigor de la evaluación, la IMO es reconocida como el “Mundial de las Matemáticas”, y representa una oportunidad única para que los jóvenes compartan con pares de todo el mundo en un entorno de excelencia científica. Paraguay participa regularmente en la IMO desde 1997, y ha obtenido hasta la fecha 1 medalla de plata, 11 medallas de bronce y 28 menciones de honor, logros que reflejan el compromiso y la calidad del proceso formativo liderado por Omapa.
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La Organización Multidisciplinaria de Apoyo a Profesores y Alumnos (Omapa), promueve la participación de los jóvenes paraguayos en la Olimpiada Nacional Juvenil de Matemática. Luego, invita a los estudiantes con mejores resultados a formar parte del Programa de Iniciación Científica con énfasis en Matemática para Jóvenes Talentos, en el cual los participantes adquieren un entrenamiento especializado en olimpiadas de matemáticas y entre los mismos se selecciona nuevamente a los mejores para representar a Paraguay en las Olimpiadas Internacionales.
El Programa Jóvenes Talentos es el único en su tipo en Paraguay, tiene alcance nacional y probada efectividad a nivel internacional, ya que muchos de los alumnos que recibieron esta capacitación se encuentran hoy día becados en renombradas universidades de diferentes países. Entre ellos se encuentra la primera mujer paraguaya admitida y egresada del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). Para formar parte de “Jóvenes Talentos” es necesario que el estudiante haya sido convocado por estar entre los finalistas de la Olimpiada Nacional de Matemáticas. Esta competencia se realiza cada año entre estudiantes de colegios públicos, subvencionados y privados de todo el país; en total cada año participan alrededor de 90.000 estudiantes, de los cuales sólo 750 de ellos llegan a este tramo.
La participación de la delegación paraguaya en esta edición fue cofinanciada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) con apoyo del Fondo para la Excelencia de la Educación y la Investigación (FEEI). La participación en la IMO no solo representa un desafío académico de alto nivel, sino también un reconocimiento al esfuerzo, la disciplina y el talento de cientos de estudiantes paraguayos que año a año dan lo mejor de sí en la Olimpiada Nacional. El equipo que representará al país en Australia es el reflejo de ese trabajo sostenido, del impacto transformador de la educación científica, y del compromiso institucional con el futuro de los jóvenes paraguayos.
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¿Una selfi para precisar el tratamiento del cáncer?
- Washington, Estados Unidos. AFP.
Los médicos suelen empezar sus exámenes con la “prueba ocular”, un juicio rápido sobre si el paciente parece mayor o menor de su edad, que puede influir en decisiones médicas. Este diagnóstico intuitivo podría mejorarse pronto con inteligencia artificial (IA).
Un algoritmo de aprendizaje profundo figuró ayer jueves en la revista The Lancet Digital Health: FaceAge, que convierte un simple primer plano fotográfico en un número que refleja con mayor precisión la edad biológica de una persona, en lugar de la fecha de nacimiento en su historial médico. Entrenado con decenas de miles de fotografías, determinó que los pacientes con cáncer eran, en promedio, cinco años mayores biológicamente que sus compañeros sanos.
Los autores del estudio afirman que esto podría ayudar a los médicos a decidir quién puede tolerar con seguridad tratamientos severos y a quién le iría mejor con uno más suave. “Nuestra hipótesis es que FaceAge puede ser usado como un biomarcador en la atención oncológica para medir la edad biológica del paciente y ayudar al doctor a tomar estas difíciles decisiones”, dijo Raymond Mak, coautor del estudio y oncólogo de Mass Brigham Health, un sistema de salud de Boston afiliado a Harvard.
En el caso hipotético de dos pacientes, uno que a sus 75 años es ágil y presenta una edad biológica de 65, y otro más frágil, de 60 años, pero cuya edad biológica sube a 70, una radioterapia agresiva puede ser más apropiada para el primero, pero riesgosa para el segundo. La misma lógica puede aplicarse en decisiones relacionadas con operaciones de corazón, reemplazo de caderas o cuidados paliativos.
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Mayor precisión
Cada vez hay más evidencia de que los humanos envejecen a ritmos diferentes, según su genética, estrés, ejercicio y hábitos, como fumar o tomar alcohol. Aunque costosas pruebas genéticas pueden revelar cómo se degrada el ADN con el tiempo, FaceAge promete adentrarse al organismo con tan solo una selfi.
El modelo se entrenó con 58.851 retratos de adultos presumiblemente sanos por encima de 60 años, extraídos de bases de datos públicas. Se probó luego en 6.196 pacientes que recibían tratamiento en Estados Unidos y Países Bajos con fotos tomadas antes de su radioterapia. Pacientes con tumores malignos parecían en promedio 4,79 años mayores biológicamente que sus edades cronológicas.
Entre los pacientes con cáncer, una puntuación más alta en FaceAge predecía una peor supervivencia, incluso después de introducir edad, sexo y tipo de tumor. Las chances caían dramáticamente para quienes su edad biológica pasaba de 85. FaceAge determina los signos de envejecimiento diferente a cómo en general lo hacen las personas. Por ejemplo, las canas y la calvicie importan menos que los cambios sutiles en la musculatura facial.
Se les pidió a seis doctores examinar fotografías de los rostros de pacientes con cáncer terminal y determinar cuáles de ellos perecerían en los seis meses siguientes. Con la información de FaceAge en mano, sus predicciones mejoraron notablemente. El modelo además afirmó un meme ya famoso en internet, cuando estimó que la edad biológica del jovial actor estadounidense Paul Rudd era de 43 años en una foto tomada cuando tenía 50.
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Sesgos y dilemas éticos
Las herramientas de IA han sido objeto de escrutinio por no prestar suficiente atención a personas no blancas. Mak dijo que comprobaciones preliminares no revelaron sesgos raciales significativos en las predicciones de FaceAge; no obstante, el grupo entrena un modelo de segunda generación con 20.000 pacientes.
También ponen a prueba cómo factores como maquillaje, cirugías estéticas y la variación en la iluminación pueden engañar al sistema. Debates éticos saltan a la vista: una IA que puede leer la edad biológica a partir de un selfi puede ser una ayuda para médicos, pero también una tentación para las aseguradoras de vida o empresas que buscan medir el riesgo.
Saber que el cuerpo es biológicamente mayor de lo que se pensaba puede motivar cambios positivos en la salud o sembrar ansiedad, otro dilema sobre la mesa. Los investigadores tienen previsto abrir un portal FaceAge de acceso público donde las personas puedan subir sus retratos para participar en un estudio de investigación para validar el algoritmo. Las versiones comerciales para médicos le seguirán, pero solo después de más validación.