La vacuna contra COVID-19 de Pfizer-BioNTech llegará el lunes por la mañana a hospitales y otros lugares de inoculación en Estados Unidos, lista para ser inyectada a millones de personas de los sectores más vulnerables, anunció el sábado un alto funcionario.

Las dosis comenzarán a salir el domingo de la fábrica de Pfizer en Kalamazoo, Michigan (norte), almacenadas en cajas con hielo seco capaces de mantenerse a -70 grados centígrados (-94 grados Fahrenheit), la temperatura necesaria para mantenerla.

El general Gus Perna, que supervisa la masiva operación logística como parte de la estrategia antipandemia del gobierno, comparó el momento con el Día D, el punto de inflexión de la Segunda Guerra Mundial.

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“Estoy absolutamente 100% seguro de que vamos a distribuir de forma segura este precioso producto, esta vacuna necesaria para derrotar al enemigo COVID-19”, dijo a periodistas.

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La noticia llega cuando la pandemia embiste con más fuerza al país. Estados Unidos es el país más enlutado del mundo, con cerca de 300.000 muertos por COVID-19 y casi 16 millones de contagios.

En las últimas dos semanas, Estados Unidos ha superado varias veces las 2.000 muertes diarias relacionadas al nuevo coronavirus, cifras similares a los peores picos de los primeros días de la pandemia.

Perna dijo que cientos de sitios, incluyendo hospitales y otros centros de distribución, recibirán las vacunas entre el lunes y el miércoles, lo que cubriría la primera fase de la vacunación, con unos tres millones de personas inmunizadas.

Las autoridades sanitarias del país recomendaron que los trabajadores de la salud y los residentes de asilos tengan prioridad, pero las decisiones se dejarán en manos de los gobiernos estatales.

La primera vacuna aprobada

Estados Unidos se convirtió en el sexto país que dio luz verde a la vacuna Pfizer/BioNTech el viernes por la noche. Fue un momento triunfal para el gigante estadounidense y su socio alemán BioNTech, que comenzaron a trabajar en su producto, basado en la tecnología experimental del ARNm (ácido ribonucleico mensajero), hace solo 11 meses.

Aunque ya se esperaba la aprobación de la vacuna, se dio en medio de la controversia. Medios estadounidenses informaron que el presidente Donald Trump llamó al jefe de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) para amenazarle con despedirlo si no daba a la vacuna la aprobación de emergencia el viernes.

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Este sábado, el comisionado de la FDA, Stephen Hahn, desmintió esta información ante periodistas: “Las declaraciones en la prensa de que amenazaron con despedirme si no lo hacíamos antes de cierta fecha son inexactas”.

En un ensayo clínico con 44.000 voluntarios, la vacuna demostró ser 95% efectiva en la prevención del COVID-19, y no se tiene evidencia de efectos secundarios serios.

Pero después de dos casos de alergias graves reportados en Reino Unido esta semana, la FDA desaconsejó la vacuna a los pacientes que ya han tenido “reacciones alérgicas graves” a sus componentes o a vacunas similares.

Si algún paciente recibe la primera dosis y tiene una reacción alérgica grave, se aconseja no tomar la segunda dosis.

La FDA no ha tomado ninguna decisión definitiva sobre si las mujeres embarazadas o los inmunocomprometidos deben recibir las inyecciones, invitando a la gente en estas condiciones a tomar la decisión con sus médicos.

“No hubo suficientes mujeres embarazadas en los ensayos, o mujeres que se embarazaron en los ensayos para saber realmente, y hacer alguna declaración al respecto”, dijo el científico de la FDA Peter Marks.

Marks también expresó su apoyo al plan de Pfizer de permitir a las personas que participaron en el ensayo clínico averiguar si han recibido la vacuna o el placebo.

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Según esta propuesta, si recibieron el placebo pueden solicitar la vacuna cuando llegue el turno de su grupo demográfico.

Algunos científicos se han opuesto a este plan porque si los participantes del ensayo descubren qué sustancia se les administró, podrían cambiar su comportamiento y esto corrompería los datos del ensayo.

Pero para Marks, se debe “equilibrar la cantidad de datos ciegos que recibimos con la necesidad de proteger a la gente de una pandemia que se está llevando miles de vidas diariamente”.

Fuente: AFP.

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