En medio del repunte de la epidemia de COVID-19 arrecian en Estados Unidos los llamados a imponer la obligación de usar mascarillas luego que muchos estudios demostraron su efectividad. Pero mientras en países europeos endurecen sus medidas de protección, el presidente estadounidense Donald Trump se rehúsa a admitir restricciones nacionales y apuesta a disponer de una vacuna en algunos meses.

Trump se mofa de su adversario en las presidenciales de este martes, Joe Biden quien es partidario de imponer en todo el país el uso obligatorio de mascarillas. Hasta hoy, 33 de los 50 estados del país obligan a usarlas. En los otros 17, algunas localidades las exigen. Para algunos investigadores, esa dualidad genera una suerte de “experiencias naturales” que permiten comparar a ciudades similares pero que difieren sobre la mascarilla.

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En Kansas, por ejemplo, el gobernador obligó a usarlas en julio pero los condados podían conseguir ser exonerados. Apenas 20 de los 105 condados hicieron obligatorias las mascarillas. En esa veintena de localidades, los contagios se redujeron 50% en comparación a los registrados en donde no se obligó a usarlas, según investigadores de la universidad de Kansas.

El problema de ese método, también utilizado en Texas u Oklahoma, es que no toma en cuenta otras medidas sanitarias que lo complementen, como el cierre de bares, por ejemplo. Un estudio publicado en Health Affaires concluyó que el uso obligatorio impuesto en la primavera (boreal) evitó por sí solo hasta el 22 de mayo entre 230.000 y 400.000 casos en Estados Unidos.

Un modelo epidemiológico de la Universidad de Washington publicado en Nature estimó incluso que se podrían evitar 130.000 muertes hasta febrero si el 95% de los estadounidenses se cubriera la boca y nariz.

Gran mayoría

“Llega el invierno: es hora de la mascarilla obligatoria”, dijo el influyente jefe de la agencia de medicamentos, la FDA, Scott Gottlieb, el domingo el diario The Wall Street Journal. Aboga por una obligatoriedad de dos meses. “Es más fácil usar mascarilla en invierno que en verano”, observó.

Antoni Fauci, principal infectólogo de Estados Unidos, aboga por sencillas soluciones contra la epidemia: mascarilla, distancia física y reunirse solo en locales abiertos. La gran mayoría de los estadounidenses ya se cubre el rostro: el 78% en abril y 89% en junio dijo haberlo hecho, según una encuesta de la agencia federal de combate a las enfermedades (CDC). Encuestas recientes mostraron porcentajes similares.

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Pero cuando el virus empieza a contagiarse en forma exponencial, una minoría basta para que sobreviva. Y por demás, ¿lleva ese 89% siempre la mascarilla en tiendas, entre plato y plato en restaurantes o en el auto con otras personas? Jurídicamente no está garantizada la legalidad de un decreto que imponga el uso obligatorio de mascarilla. “Nuestro equipo jurídico piensa que se puede hacer según el grado de la crisis en los estados”, dijo el Biden el mes pasado, aunque no parecía muy confiado.

Empero el gobierno federal tiene prerrogativas fuertes en algunas áreas. Los Centros para la Prevención y el Control de Enfermedades (CDC) prepararon en septiembre una directiva para tornar obligatoria la mascarilla en aviones, trenes, autobuses, metros y aeropuertos pero la Casa Blanca la bloqueó, según el diario The New York Times. Un nuevo y muy controvertido asesor de Trump en la pandemia, Scott Atlas, tuiteó recientemente: “¿Las máscaras funcionan? No”. Twitter bloqueó ese mensaje.

Fuente: AFP.

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