Elementos de una antigua fábrica comulgan con muebles victorianos y una historia muy singular relacionada con personajes de la historia nacional, narrada por un excéntrico mayordomo que invita a transitar una época abstraída de la actual.

Por Adriana Zacarías (adriana.zacarias@gruponacion.com.py). Fotos: Agustín Acosta y Gentileza.

Instrumentos de una antigua fábrica de curtiembre; ruedas, gomas, baúles, tambores; madera y hierro oxidado, ornamentan la misteriosa entrada a este hotel, situado a pasos de una concurrida avenida capitalina, pero a la vez sumergido en un callejón escondido. La edificación de cuatro pisos, ceñida entre lo antiguo y lo moderno, con un vagón de tren empotrado entre sus piezas; le brinda un aspecto tan singular como atractivo.

Detalles del estilo industrial

Dos elementos caracterizan al diseño industrial: madera y hierro. Por ello, es común ver muebles de madera de roble combinada con hierro en todos los espacios y metales con efecto oxidado. El sello de antigüedad está delimitado por los muebles de la era victoriana, las chesterfield en capitone de cuero que datan del siglo XIX y siglo XX. El ladrillo visto fue hecho exclusivamente para recrear el ambiente de época, pues actualmente los que se fabrican son más menudos.

Para reconocer e interpretar esta tendencia, conozcamos sus inicios. Nació con el auge de la industrialización en Europa. La escuela de arte, diseño, artesanía y arquitectura Bauhaus, fundada en 1919 en Alemania, acuñó los primeros indicios de su conversión en arquitectura y estilo de diseño industrial. Un año más tarde, se propagó en Estados Unidos, pero recién en los años 50 tomó notoriedad, cuando las fábricas situadas en zonas alejadas de la ciudad empezaron a ser habitadas como vivienda o talleres de artistas.

Revestido de cuadros de era barroca y libros dispersos hasta en bibliotecas que rozan el techo.

Las características de su semblanza se ven en los metales herrumbrados adrede, madera desgastada, las vigas descubiertas de hierro o acero, ladrillo visto, lámparas con impronta industrial suspendidas desde las alturas de los galpones, grandes ventanales de piso a techo para aprovechar la luz natural.

El baluarte del estilo rústico es la madera y la insignia del estilo industrial es el metal. Conviene decir que lo industrial está inspirado en raíces rústicas, al utilizar materiales nobles y resistentes propios del estilo rústico, como el caso de la madera.

Viajar a una época

Factoría Hotel Concept (Dr. Morra, entre España y Senador Long), a 20 minutos del aeropuerto Silvio Pettirossi; es un literal viaje en el tiempo. Posee 17 habitaciones, de las que nueve son estándar y el resto en suite. También cuentan con gimnasio ubicado en el entrepiso. Patio con jardín, piscina y reposeras para tomar sol.

El ladrillo visto de la fachada e interior fue hecho exclusivamente para recrear el ambiente de época, pues actualmente los que se fabrican son más menudos.

Suena la música a ritmo de jazz que crea una atmósfera nostálgica de los años 20. El pasillo revestido de cuadros de era barroca, conduce a la inusual recepción parecida a un despacho en un vagón de tren, donde se hallan colecciones de mariposas impregnadas a la pared. "La razón por la cual la recepción está aquí en el fondo, es porque simulando una fábrica, el movimiento de mercadería es lo que se tenía al frente y la administración al fondo", explica Fabián Gruber, Relacionista público del hotel.

El fragor de los ductos de los extractores de cocina, imitan vibraciones como si se estuviera andando en tren. Los ascensores conducen a un puente o vagón, un espacio alternativo donde los huéspedes gozan de la prerrogativa de estar más tranquilos y con más privacidad, que comunica con la sala roja, una sala de reuniones con bar para 22 comensales.

Reliquias de museo

En los vitrales de los armarios del recibidor se encuentran textos y fotos que formaron parte de los diarios de Ofelia. Los libros están dispersos hasta en bibliotecas que rozan el techo. Los mapas del vagón, relatan los pormenores de las dos guerras más importantes que atravesó el país: cómo se fueron moviendo los batallones y la distribución ulterior del territorio. Además, hay estampillas con imágenes del expresidente Carlos Antonio López de finales del siglo XIX e inicios del siglo XX.

Lámparas con impronta industrial suspendidas desde las alturas y muebles antiguos de estilo victoriano en un antiguo galpón.

La biblioteca es un destino per se, en ella yacen libros antiguos en todos los idiomas al servicio del huésped. Otros objetos antiguos de colección son los tinteros, cartas, frascos de perfume, viejas partituras e instrumentos musicales. Todas las habitaciones tienen algún distintivo alusivo al Paraguay, como especies nativas, bandera. "Como mucha gente trabaja y no tiene tiempo o vienen a descansar y luego vuelan nuevamente a su casa. Entonces, tratamos de transmitirle la mayor cantidad de cultura nuestra durante su corta estadía", enfatiza Gruber.

Una historia peculiar

Ronald Von Knobloch es un entusiasta mayordomo, cuya labor es narrar la historia de Ofelia. Aclara que hay dos historias, la real es que se trata de un hotel que recicló vestigios de una antigua fábrica de curtiembre y se habilitó en noviembre de 2015. La historia de ficción es la que cuenta sobre Ofelia, heredera de la fábrica que pertenecía a la familia Centurión Pueyrredón, compuesta por seis hermanos.

Según cuenta, el patriarca bisabuelo Venancio, fue compañero del Presidente Carlos Antonio López en el convento de San Carlos. El lugar funcionaba desde 1885 hasta 1930, cuando pereció el último de los hermanos, que fue Bernardino -entomólogo coleccionista de mariposas-. Más tarde, las llaves pasaron a manos del hijo de Emiliano (otro de los hijos del patriarca), Facundo de Jesús, el cual fue a Buenos Aires a estudiar Derecho, como su papá. Ahí se casó con Benigna Pueyrredón, pero ellos no podían tener hijos. Entonces adoptaron a una niña: Ofelia Centurión Pueyrredón.

La biblioteca es un destino per se, en ella yacen libros antiguos en todos los idiomas al servicio del huésped.

Ofelia, tuvo una relación muy buena con su padre, fallecido en 1960 y una relación muy difícil con su madre. Cuando Ofelia se casó, tomó distancia de ella y fue a vivir a Zurich, Suiza. En 1980 recibió una llamada proveniente de una escribanía paraguaya, en la cual le informaban que tras el fallecimiento de su padre, se la nombraba como única heredera.

Ella no conocía el lugar, si bien, sabía que existía. Así fue como vino a Paraguay en 1980 y conoció la fábrica abandonada, llena de baúles, cajas, botellas. Luego empezó a recorrer, vaciar los baúles y encontró libros, manuscritos, cartas, por lo que fue desentrañando poco a poco la historia que yacía dentro.

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