Por Yvelice Villalba M.
Fotos: Agustín Acosta.
La avenida España es una de las principales calles de acceso al microcentro de la capital, Asunción. Desde sus inicios fue una de las vías más utilizadas para llegar a la Estación del Ferrocarril, o al Puerto o la Catedral Metropolitana. Sobre esta importante calle, en el siglo XIX, se instalaban las casas quinta y un lugar de parada obligada de los visitantes a la capital del país fue el tradicional Bar-Recreo San Miguel. La referencia más antigua que se tiene del sitio es una publicación del periódico “La Colonia Italiana”, de julio de 1886, que se encuentra en la Biblioteca Nacional. Desde esa época ya funcionaba como un lugar de ventas de licores, cigarros, leche fresca, quesos y la comida genovesa y estaba administrada por la familia Viera Torreani.
Era un local donde las personas, visitantes del interior a Asunción, desayunaban, comían o tomaban alguna bebida. A parte, ofrecía el servicio de “baño de lluvia”, para los que querían darse un baño antes de regresar a sus pueblos.
En 1940 cambió de dueño, una pareja de checolosvacos-judios, Walter y Elena Mandelik, que llegaron al país, huyendo de la Segunda Guerra Mundial, tomó la posta del bar e hicieron una renovación de su carta, ofreciendo platos ricos en sabor y color, mezclando la mediterraneidad italiana con la rusticidad checoslovaca.
Ya en la década del 70 (1970), la pareja decide vender el local y volver a su país. Y le ofrecen específicamente a una persona conocida, quien desde hacía unos años vivía en el lugar junto a sus dos hermanos, quienes trabajaban en el bar. Se trata de Ramón Maciel Mendoza, un joven que en esa época contaba con 24 años de edad, oriundo de José Leandro Oviedo (Salitre Cué), Itapúa, quien a los 5 años quedó huérfano de madre y fue adoptado para estudiar por la familia del doctor Manuel Giagni, en aquel entonces director de Primeros Auxilios (hoy Hospital del Trauma).
Don Ramón desde joven empezó a trabajar, primero como secretario en Primeros Auxilios, luego de terminar sus estudios pasó al Ministerio del Interior y a los 24 años decide ir como responsable del Departamento de Contabilidad del Instituto de Previsión Social (IPS)
“Un 16 de marzo de 1971 compré el local por 4.000.000 de guaraníes, principalmente para dar trabajo a un amigo. Pude comprar porque la pareja me conocía y me apreciaba mucho como a un hijo, y me dio con muchas facilidades. Yo en ese momento trabajaba como jefe de Tenedor de Libros en IPS (responsable de toda la contabilidad de la institución), no conocía nada de gastronomía, pero ya estaba casado con Elvira Rojas Deggeller, así que la señora Elena se quedó con mi esposa seis meses para enseñarle todo. Pero al principio, la administración quedó a cargo de personas extrañas. Durante los 10 años siguientes continúo abriéndose como un bar, desde la mañana hasta la noche, y tenía muy buena clientela, hasta que nos llegó los efectos del asesinato de Anastacio Somoza, el ex dictador nicaragüense, quien vivía en Asunción”, recuerda don Ramón, quien ahora cuenta con 86 años y sigue dando su aporte al local, cuidando el jardín de jazmines y orquídeas y la pequeña huerta de hierbas, como una representación fiel de las antiguas casas de la ciudad de Asunción, y en memoria de su infancia.
En 1980, la señora Elvira se hace cargo, logra levantar y jerarquizar el local gastronómico, que daba de comer a los funcionarios de la Ande y albergaba a la tardecita-noche a los estudiantes de los colegios capitalinos. En 1987, el bar presenta un nuevo menú, las primeras milanesas de Asunción, y revoluciona a su clientela. Actualmente, la administración está a cargo de su hija María Luisa, y su sobrino Roberto.
“En febrero de 1987 mi hermano Ramon viaja a Irlanda y le llama la atención un restaurante que ofrecía exclusivamente toda variedad de milanesas e inmediatamente decidimos lanzar la propuesta. Fue un domingo de febrero, previo aviso a un diario, en que empezamos con las milanesas y jamás imaginamos del éxito que obtendríamos. Fuimos rebasados por los pedidos de la clientela. Al domingo siguiente tuvimos que dejar la paila y comprar una fritadora para poder cumplir con los pedidos. Hace 30 años que somos reconocidos por ofrecer las mejores milanesas de Asunción, de diferentes tipos, pero las más reconocidas son la de lomito y surubí”, cuenta María Luisa.
EVOLUCIÒN
En los últimos 30 años, el local gastronómico fue cambiando y modernizándose en infraestructura y propuestas, pero manteniendo siempre el ambiente familiar, acogedor, con el aroma de jazmines y especias y hierbas aromáticas. El local fue ampliado y actualmente cuenta con espacios para 120 comensales. El salón principal constituye parte de la antigua estructura de la casa colonial y aún mantiene el techo original. “Nuestra propuesta gastronómica se basa en lomitos, surubi, pastas elaboradas artesanalmente, milanesas y lo que nos caracteriza son las grandes porciones”, menciona.
En los 130 años de historia de San Miguel han pasado centenares de personalidades del ámbito artístico, políticas, empresariales y diplomáticas. “Estas paredes son testigos de muchos encuentros y momentos de alegrías de miles de familias, amigos, enamorados, así como la camada de jóvenes de las décadas de los 80 y 90, provenientes de los colegios San José, Goethe, Internacional y otros, quienes cariñosamente nos llamaban St. Michael. También venían estudiantes universitarios de arquitectura e ingeniería. Estas paredes son testigos de muchos encuentros, tertulias y momentos de alegría entre miles de personas, colegas, amigos y enamorados”, rememora María Luisa.
“Además, en las mesas de San Miguel se han trazado cientos de conjuros, planes, proyectos políticos y deportivos, encuentros de enamorados, San Miguel es orgullosamente parte de la historia gastronómica y social de Asuncion”, resalta a su vez Roberto Maciel.
El restaurante cuenta con 30 colaboradores permanentes. Todos están asegurados y reciben una gratificación, dependiendo de la productividad del local. En los últimos tiempos fueron jubilados 4 empleados. Sus chefs son Antonio Soley, quien hace 20 años trabaja en el lugar, y Jorge Carvallo.
MENÚ ACTUAL
El restaurante San Miguel propone platos internacionales y artesanales tradicionales del país, que son el resultado de los intercambios culturales que definieron como esencia del local. “Nuestros clientes nos prefieren por las milanesas, el surubí, la carne vacuna a la plancha, el bife a caballo, las pastas, y los postres tradicionales como el dulce de mamón y el arroz con leche”, precisa Luisa Maciel.
Además, en el local se preparan, a pedido de don Ramón y sus amigos, platos típicos como el caldo ava, locro, bife de hígado y otros menues.
Los platos que más salen son el bife a caballo con arroz quesù y las milanesas.
Según don Ramón, la misión de la familia Maciel es que el restaurante se mantenga como el mejor establecimiento gastronómico familiar de Asunción. “Porque sin importar nuestro pasar de recreo a comedor, de bar a restaurante y la colisión de ambos, en San Miguel nos enorgullece verlo levantarse de la mesa y que ante la pregunta de nuestros ministros de bandejas de ¿cómo estuvo todo?, y la respuesta siga siendo: “Me voy bien servido. ¡Nos vemos en la semana!”, resalta el propietario.
En las mesas de San Miguel se han trazado cientos de conjuros, planes, proyectos políticos y deportivos, y encuentros de enamorados.
17 de agosto de 2017, 15:11
Un restorán tradicional y familiar de Asunción
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