- POR CARLOS GIMÉNEZ
- Periodista
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“¿Por qué nunca estuve en Paraguay?”, se preguntó Amaia Montero, cerca de cerrar su potente y emocionante concierto por la noche del sábado último en el Gran Teatro del Banco Central del Paraguay, donde sus seguidores le correspondieron de manera entusiasta al juego de la “primera cita”.
Hacia las 21:52, las luces se apagaron y los cinco músicos de la cantautora española tomaron lugar para abrir con “La boca del lobo”, “Darte mi vida” y “Deseos de cosas imposibles”, el primero de los cinco éxitos de su afamada banda anterior, La Oreja de Van Gogh, que cautivaron en el repertorio.
“¿De verdad es la primera vez?”, saludó Amaia, proponiendo que se haga una fiesta y que iba a haber momentos para dejar de estar quietos en el sofá. Siguió con “Ave Fénix” y “Quiero ser”, con que puso a algunos fans de pie. Tras algunos gritos como “te amo”, “ídola”, “guapa”; Amaia dijo entonces: “Aquí es cuando voy a comprobar al público paraguayo. Es momento para conocernos”, porque cantaría “La playa”, hit del 2000. La artista (que supo evitar caer con algunos tropezones) se mostró inquieta y enérgica, paseando por el escenario, conectándose con sus músicos y arrodillándose al borde de la tarima.
Tras “Vistas al mar” (donde desnudó su voz, sentada sobre un parlante y solo con el piano de fondo), Amaia comentó que tuvo una etapa en la que se encontró a sí misma y señaló que era “un concierto muy especial” para presentar el estridente “Mi Buenos Aires”, pero acotó: “No quiero que os pongáis celosos”, por el nombre de la canción. Continuaron “Muñeca de trapo” (también de La Oreja), “Palabras” y “Cuestión de suerte”.
“Aquí ya no voy a decir nada, aquí ya es cuando voy a conocer de verdad al público paraguayo”, dijo la artista, porque llegaba “Rosas”, que puso a todo el auditorio en pie para un coro a flor de piel y, coincidentemente, un fan se acercó y recibió un beso en la mejilla, cuando el estribillo decía: “Me pediste que te diera un beso…”. Luego de “Inevitable”, Amaia indicó que su “último disco es un ajuste de cuentas” y “qué triste dedicar esta vida a difamar a otras personas”, aludiendo a la poderosa lírica de “Nacidos para creer”, que comparte título con su cuarto álbum solista. “Gracias Paraguay, rohayhu Paraguay, pero rohayhu a morir”, expresó antes de despedirse y, durante su interpretación, agarró una bandera paraguaya que le entregó una fanática.
Obviamente se impuso el ritual del bis y Amaia volvió con la bandera nacional en mano para entonar “Puedes contar conmigo”. “Ha sido un placer”, se despidió, para abrazarse con sus músicos, mientras sonaban acordes de “All You Need Is Love”, de los Beatles, y el público aprovechó la oportunidad para arrimarse a la tarima para saludarla, pasando una decena de minutos de las 23:00.
Luego de dos décadas desde que iniciara su carrera junto a La Oreja de Van Gogh, Amaia Montero pisó Paraguay con la gira de “Nacidos para creer”, en una coproducción de RPM Producciones e InOut Music.