La BBC inició el miércoles una investigación independiente para desentrañar cómo uno de sus periodistas, acusado de falsificar documentos, obtuvo la impactante entrevista de 1995 con la princesa Diana en que relató la ruptura de su matrimonio con el príncipe Carlos.
La junta directiva de la radiotelevisión pública británica nombró a un exjuez del Tribunal Supremo, John Dyson, para que dirija la investigación sobre las circunstancias que rodearon la entrevista en 1995 para el programa Panorama, informó en un comunicado.
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La entrevista, vista por 22,8 millones de británicos, tuvo el efecto de una bomba: la princesa, que murió dos años después en un accidente de coche en París, dijo que había “tres personas” en su matrimonio, refiriéndose a la relación de Carlos con Camila Parker Bowles.
Y admitió tener ella misma una aventura. Veinticinco años después, el hermano de Diana, el conde Charles Spencer, acusó al célebre periodista Martin Bashir de haber falsificado documentos para obtenerla.
Spencer afirma que Bashir le mostró estados de cuenta bancarios -que resultaron ser falsos- para probar que los servicios de seguridad pagaban a dos personas para espiar a su hermana. “Si no hubiera visto estas declaraciones, nunca habría presentado a Bashir a mi hermana”, escribió en una carta a la BBC, pidiendo una disculpa por estos métodos “deshonestos”.
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“La BBC está decidida a llegar al fondo de la cuestión y por eso hemos encargado una investigación independiente”, dijo su nuevo director general, Tim Davie. La investigación examinará la conducta de Bashir, al que esta exclusiva propulsó a nivel internacional, y examinará los “supuestos registros bancarios”. También estudiará de cerca lo que la BBC sabía y si la institución protegió a su periodista a sabiendas.
La entrevista de Diana, una de las mayores primicias del siglo XX, dejó al descubierto la vida íntima de la familia real. La pareja se había separado en 1992, antes de divorciarse en 1996. El príncipe Carlos, heredero de la corona, se casó con Camila en una discreta ceremonia civil en 2005.
Fuente: AFP.
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Vida, muerte, fantasía, ilusión, deseo… pulsiones y condición humana
- Ricardo Rivas
- Periodista
- X: @RtrivasRivas
- Fotos: Gentileza
Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
“¿Fantasear o desear...?”. Ese era el dilema que, en frecuentes charlas de café, proponía un tan veterano como anónimo polemista que habitaba, cuando la tarde agonizaba, algunas de las selectas mesas en el mítico café La Paz, en la esquina de la avenida Corrientes 1593, cuando esa arteria cordial se cruza con la calle Rodríguez Peña, muy cerca del Obelisco, en Buenos Aires, unos 1.300 kilómetros al sur de mi querida Asunción.
Era los años 70, en el siglo pasado. Enfrente –justo en diagonal– intentaba competir el bar Ramos. En concurrentes habituales estaban cabeza a cabeza. Inolvidables, por cierto. Pero el caso es que, luego de encender la polémica con aquel interrogante, con impostado tono académico, intentaba, aquel sanatero, zamarrearnos.
¡Me parece verlo! Acomodaba prolijamente los dos o tres libros de Sigmund Freud o de Foucault que siempre llevaba con él y lentamente –como buscando las palabras más adecuadas– iba al punto. Fumaba tabaco inglés en una pipa muy gastada y sobre su prominente nariz montaba espejuelos redondos tonalizados verde oscuro.
“El tío Segismundo –ironizaba mientras revoleaba sus manos refiriéndose a Freud– cuando compartíamos algunos puros con amigos en el Café Frauenhuber, en la inolvidable Viena, nos explicaba con claridad, jóvenes amigos, palabra más, palabra menos, que solo fantasean las personas insatisfechas”.
PULSIÓN
Lo seguíamos en silencio. Algunas veces –como la ignorancia nos impedía responder y/o, mucho menos, poner alguno de sus dichos en duda, hacía una pausa que disfrutaba y, si la memoria no me falla, en aquel caso puntual remató: “Cada fantasía surge de una pulsión para cumplir con un deseo insatisfecho, muy deseado, que corrija la realidad”.
Nunca recuerdo su nombre. En verdad, no tengo claro si alguna vez lo supe. Pero sí, sus anécdotas con pretensiones académicas y que se definía como “un libre pensador, diletante”. ¡Nos maravillaba! Aunque –debo admitirlo– teníamos dudas que no confesábamos sobre su presunta sabiduría por aquello de que entre los ciegos un tuerto es rey.
“¡Déjese de joder, farfullante…!”, recuerdo que le dijo –indisimuladamente molesto y a voz en cuello– un reconocido profesional y estudioso freudiano, de quien exclusivamente consignaré sus letras iniciales (G.G.), que incontenible por lo que también escuchó abandonó su café en una mesa cercana y lo increpó sin miramientos.
Un pesado silencio cubrió todas y cada una de las mesas. El increpado no atinó a responder. Se retiró cabizbajo –con sus tres libros bajo el brazo– enmudecido y sin plantarle cara. El increpante nos miró, se disculpó “por interrumpir la conversación sin que nadie me llame” y fue al punto: “Simple y sencillo, muchachos. La fantasía tiene que ver con el imaginario. Con lo que creemos o sabemos que muy difícilmente suceda. Con aquello que suponemos imposible y que, de alcanzarlo, imaginamos sería placentero, pero sabemos que no podrá ser. Desear es converger la fantasía con la realidad más deseada en algún momento de tu vida. ¡No entender esa diferencia es grave… y, pretender explicar desde la ignorancia y la confusión, no lo puedo dejar pasar!”.
Renovó su disculpa y volvió a su mesa. “Como una escuela de todas las cosas...”, como nos enseñó Discépolo cuando escribió aquel tangazo que llamó “Cafetín de Buenos Aires”, así era el bar La Paz. Fantasías. Deseos. Ilusiones. Me atrevo a añadir que, como entonces, en estos tiempos de imágenes exacerbadas y exacerbantes que circulan y atropellan en los avasallantes ecosistemas digitales que facilitan las comunicaciones reticulares contemporáneas, aquellas –junto con la vida y la muerte– emergen como inevitables pulsiones incrustadas en el día a día de nuestros días.
OXÍMORON
Claramente, forman parte de la condición humana. Pese a que, con el correr de los tiempos y a la democratización de las monarquías (¿oxímoron?), con mucho menos frecuencia que algún tiempo atrás y, en aquel contexto, escuchar decir “vida de príncipes”, sorprende porque pareciera ser una expresión que cae en desuso.
Aun así, hay quienes insisten con ella cuando se procura producir sentido respecto de alguna persona que –a juicio de quien así se expresa– tiene allanado el acceso a poderosos y poderosas o cuando dispone de bienes materiales en abundancia o cuando no debe preocuparse por necesidades que –como tales– sí lo son para la mayoría de la humanidad.
En ese contexto, tampoco el futuro debiera ser preocupante para quienes tienen –siempre a la vista de las otredades– tránsitos principescos o, acaso, propios de las realezas. Hambre, desocupación, falta de salud, de educación. En aquel contexto, se suponen alejados de aquellos y aquellas minorías vistosas. Sentires y decires. Pareciera, incluso, que nada ni nadie está exento, alguna vez, de emitir esos juicios o ser depositario de ese tipo de expresiones.
Hasta la muerte –en ciertas ocasiones, por la forma en que se produce y a quien afecta– hace que no sean escasas las voces que se atreven a afirmar que Mengana o Fulano “murió como un príncipe”. En el siglo XIX y buena parte del XX era frecuente que así se significara la partida de este mundo cuando las y los finados eran considerados socialmente como “patricios” o “ricos”.
Curioso, por cierto. Y tanto lo era (y es) que vaya a saber a quién y en qué situación tuvo la lucidez para destacar que “al final de la partida, reyes y peones vuelven a la misma caja”. ¿Sabiduría popular? Tal vez.
LA BODA DEL SIGLO
Aún recuerdo cuando el 29 de julio de 1981 –la tele satelital cuando el mundo era mundial y para nada global– puso “en el aire” (vieja expresión de uso común en la radiotelefonía de entonces, hoy casi olvidada), desde la catedral de San Pablo, en Londres, la que fue llamada como la “boda real o del siglo” porque, aquel día, el príncipe Carlos (32) –hijo primogénito de Isabel Alejandra María Windsor (1926-2022), la reina Isabel II del Reino Unido y de la Commonwealth desde 1952 hasta su muerte– contrajo matrimonio con la joven aristócrata llamada Diana Spencer (20).
Cerca de 800 millones de televidentes lo vimos. “¡Parece un cuento de hadas...!”, escuché decir a dos mujeres que – como otros muchos, frente a una vidriera colmada de televisores– vimos pasar a Carlos, por entonces príncipe de Gales, y Diana recién casados, a bordo del 1902 State Landau, como se conoce al carruaje que, en aquel año, el rey Eduardo VII –tío del contrayente– ordenó construir para ceremonias relevantes.
En la Argentina, desde poco menos de tres años, teníamos tele en colores. La novia, tanto en el ingreso a San Pablo –luego de descender junto con John, su padre, VIII conde de Spencer, de un carruaje vidriado– como en el momento en que salió de esa catedral con su esposo convertida en “alteza real”, tuvo que detenerse varios minutos para que las “damas de honor” acomodaran la cola de su vestido “de casi ocho metros de largo”, relataba la transmisión oficial.
¡Hermoso para ver! Un año y 22 días después –el 21 de julio de 1982– se anunció el nacimiento del príncipe Guillermo, heredero de la corona británica. El 15 de setiembre de 1984 –setecientos ochenta y siete días después que su hermano mayor– nació el príncipe Enrique.
Sin embargo, y como sostiene el dicho popular, “no todo lo que reluce es oro”. El 28 de agosto de 1996 –cinco mil quinientos nueve días después de aquella boda principesca– Diana y Carlos se divorciaron. Con el paso del tiempo la fantasía pública trocó en públicos desatinos vinculares. La princesa descubrió y confirmó que el príncipe tenía como amante a Camilla Parker-Bowles, una amiga de la Casa Real. ¡Crisis!
MULTITUD
Carlos pasó –para muchas y muchos– a ser el “realmente odiado”. Diana, en el transcurso de 1995, decidió no ocultar la situación. Habló con la BBC, la tele pública en el Reino Unido. “¿Cree que Camilla Parker-Bowles fue el factor que desencadenó el fracaso de su matrimonio?”, preguntó el periodista Martín Bashir a “su alteza real”. La respuesta fue simple, breve y clara: “Bueno, éramos tres en mi matrimonio. Y eso es una multitud”. El 31 de agosto de 1997, Diana, Dodi Al-Fayed (1955-1997), multimillonario egipcio, y el chófer, Henri Paul, murieron en un accidente de tránsito ocurrido en el interior del túnel del Pont de l’Alma, en París.
Aquel príncipe, Charles Philip Arthur George (77), desde el 8 de setiembre de 2022, es Carlos III, rey del Reino Unido y de los otros reinos de la Mancomunidad de Naciones. Camilla Rosemary Shand, luego Parker-Bowles (78) –la tercera de aquel matrimonio principesco que “era multitud”, como lo sentenció Diana, “la princesa del pueblo”, como la categorizó para siempre el ex primer ministro Tony Blair, el 31 de agosto de 1997– es reina consorte.
Fantasías. Deseos. Ilusiones. Condición humana. Fantasías. Deseos. Ilusiones. “Cambia, todo cambia”, canta como nadie Mercedes Sosa. Los khasi –una minoría étnica originaria que habita en el estado de Meghalaya, noreste de la India desde antes de las invasiones dravídicas pobladoras del sur en ese mismo país– desconocen quiénes de sus antecesores y cuándo comenzaron a orientar las raíces de los árboles para construir con ellas “puentes vivientes”.
Lejos de aquellas selvas inigualables, recién se supo algo de los que se conocieron entonces también como “los puentes de raíces vivas de Sohra (Cherrapunji)”, cuando era avanzado el siglo XIX. Los exploradores occidentales se asombraron con aquel descubrimiento. En La Sociedad Asiática, un histórico periódico que se publicaba en Calcuta en 1844, se consignó la información. Desde aquellos tiempos, es polo de atracción hasta nuestros días.
“AMOR RECÍPROCO”
Hacia allí, unas tres semanas atrás, partieron en luna de miel el príncipe Raj Raghuvanshi (21) y la princesa Sonam Raghuvanshi (24). Eran marido y mujer porque sus madres –en esa sociedad matrilineal– así lo acordaron. Ambos pertenecían a la misma clase social y casta. Aquel enclave natural que, además, con unos 12.000 milímetros de lluvias anuales es, según Guinness, el lugar más lluvioso de cada año, era perfecto para manifestarse amor recíproco sin interferencias. La actuación crucial de la mehndi, la celebración musical previa, la ceremonia principal, la fiesta posterior quedaron atrás.
Me explican –por Whatsapp, desde Nueva Delhi, tres diplomáticos chimenteros que me pidieron anonimato– que los fastos nupciales se extendieron por cuatro días. Las dos familias en estado de tranquilidad. Espiritual, social y económico. No faltó nada. Se observaron todos los rituales. Homa (la ofrenda al fuego) se concretó. El Panigrahena, los unió como nunca antes. Las siete vueltas al fuego –el Satapadi– hizo celebrar a muchas y muchos, sonreír a las y los más refinados y desear, ilusionarse... soñar, a otros y otras.
Samskara se instaló en la flamante pareja. Luego, silencio. Los días pasaban y... más silencio. Pero irrumpió la angustia. Primero en el que fue el pueblo de ambos, luego en la provincia, la región y, finalmente, en todo el país. “¿Dónde están?” “¿Qué se sabe?”. La falta de novedades fue parte de las informaciones de la agencia de noticias nacional. Se iniciaron las búsquedas. Los supuestos ganaron el espacio público. Las ideas conspiranoides de poderosos y poderosas ingresaron en los circuitos informativos.
Nadie respondía a las incesantes llamadas a los móviles de Raj y Sonam. La policía y los servicios de inteligencia de la India los monitoreaban inútilmente. También el de uno de los hermanos de la princesa. ¡Nada! Pero, cuando nadie lo esperaba, todo cambió. El domingo pasado aquella novia obediente de los acuerdos y mandatos familiares que se mostró alegre, ilusionada, ante los unos y los otros; que fue objeto de los comentarios de sus vecinos e incluso blanco preferente a la vista de aquellas y aquellos que por ser de clases inferiores o de castas poco respetables no debieran haberla mirado, trocaron interrogantes y angustia sociales.
DIMES Y DIRETES
Desde algunos anocheceres en las sacudidas calles de aquel país con 1.400 millones de habitantes, se sabía por trascendidos –que más tarde se confirmaron– que el cadáver de Raj fue encontrado y recuperado de las profundidades de un precipicio con abundante vegetación. Fue el momento de los dimes y diretes. Se conoció el escabroso detalle de que el cuerpo lo encontraron con el cráneo partido con dos golpes duros aplicados con algún objeto contundente y cortante.
¡Horror! Rescatistas e investigadores tuvieron la convicción de que fue asesinado. Así lo dejaron trascender. No murió como un príncipe. Pero las honras fúnebres sí lo fueron para despedir a su alteza real. Sonam, esposa por un breve tiempo –geolocalizada desde el momento en que se comunicó con uno de sus hermanos– supo por quienes la hallaron que era viuda.
Gritó. Se ahogó en llanto. Insistió con el deshilachado argumento de que fueron víctimas de secuestro. Pero no tenía una coartada que generara, por lo menos, una duda. También supo que Rai Kushwaha, un chófer a su servicio, estaba preso en otra celda. Fue apresado en su pueblo natal, Madhya Pradesh. Contrastaron sus respuestas. Eran amantes desde tiempo antes de que Sonam y Raj protagonizaran una boda principesca.
Como en el caso de Carlos y Diana –con Rai– también se constituyeron en multitud. El amante capturado también confesó. Señaló a los tres criminales que asesinaron al príncipe –sus cómplices– a los que convenció para que ejecutaran al joven esposo de la mujer que también amaba.
Los sicarios fueron apresados. Abrumados, admitieron. La exprincesa viuda dejó de ser víctima para ser victimaria. La justicia la acusa de ser quien incitó a su frustrado enamorado de la necesidad de asesinar a Raj. Vida, muerte, ilusión, deseo... pulsiones incrustadas en la condición humana, aunque “reyes y peones, al final de la partida, vuelven a la misma caja”.
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¿Kate Middleton y Lady Di, malditas por un anillo de zafiro?
La princesa de Gales Kate Middleton generó mucho misterio estos últimos meses desde el anuncio de su cirugía abdominal, su ausencia pública y la supuesta crisis matrimonial con el príncipe William. En la red social X se viralizó una teoría de una aparente maldición que cayó en Middleton, así como en su recordada suegra Lady Di.
La supuesta maldición estaría vinculada a un anillo de zafiro que ambas emplearon. Diana Spencer, más conocida como Lady Di, sufrió un triángulo amoroso en su matrimonio con el ahora rey Carlos III, quien tuvo una relación extramarital con Camilla Parker-Bowles. Es sabido, que hoy en día la corona sigue bajo la aparente sombra de la infidelidad.
Pues se especula que el príncipe William estaría en un affaire con la marquesa Rose Hanbury. Ambos fueron vistos juntos el 14 de febrero del 2022 celebrando el Día de los Enamorados, aparentemente. A este rumor se le suma que tendría dos hijos más y que encima Kate Middleton estaría al tanto de la situación.
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Estas infidelidades estarían relacionadas con la maldición del anillo de zafiro que heredó Middleton de Lady Di. Con este anillo, las mujeres no solo corrieron con la pena de un engaño en su relación matrimonial, sino que la maldición tendría que culminar en un divorcio. Para los más esotéricos, la piedra del zafiro está relacionada con la energía de saturno, misma que atrae karma y divorcio.
Ante la teoría se compartieron varias reacciones en línea: “Lo peor del asunto es que le dio el mismo anillo que uso Lady Di, ese anillo contiene toda la tragedia que fue el catastrófico matrimonio con Carlos”, “El problema no es el zafiro, es la persona. Salió igual a su padre, no aprendió nada del sufrimiento de su mamá”, “Lo que atrae divorcios es la gente y su falta de principios, no una maldita piedra”, escribieron.
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Top 100: la Pantera Guaraní y su silenciosa lucha a favor del medioambiente
Por Rebeca Vázquez
rebeca.vazquez@nacionmedia.com
Es atleta, es bióloga, es la que lleva la bandera paraguaya en sus hombros. Es la digna representante de la gloriosa mujer paraguaya. Ella es Camila Pirelli, quien recientemente fue incluida en la lista de las 100 mujeres inspiradoras e influyentes de todo el mundo. Este importante reconocimiento lo consiguió debido a su compromiso en la lucha contra el cambio climático.
La destacada atleta nacional Camila Pirelli recordó cómo adoptó la causa ambiental. Lo hizo de niña, gracias a la influencia de su madre. La Pantera Guaraní utilizó el deporte como una plataforma para abogar por el cuidado al planeta y, sobre todo, la riqueza de la fauna nacional.
La BBC, el servicio público de comunicación de Reino Unido, dio a conocer recientemente la lista de las 100 mujeres inspiradoras e influyentes de todo el mundo para este año 2023, con miras a la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28). Entre ellas, se encuentra posicionada la atleta paraguaya Camila Pirelli, quien recibió su inclusión con mucha sorpresa, según comentó a La Nación/Nación Media.
“Me gustó muchísimo. Vengo trabajando de manera silenciosa a favor del medio ambiente. Mi sueño siempre es dedicarme al 100% en ser ambientalista, aunque aún no lo estoy cumpliendo. Trabajé con organizaciones locales y también internacionales como ‘Eco Atletas’, que fue en este caso mi nexo con la lista de la BBC. No lo creí hasta que vi la lista final”, explicó para LN/NM.
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La Pantera Guaraní recordó que, por influencia de su madre, siempre fue consciente de la importancia de la preservación del medio ambiente, por lo que decidió utilizar el deporte como una plataforma para transmitir este mensaje. “Crecí en Ayolas. Mi mamá trabajó rodeada de animales silvestres y yo la acompañaba. Siempre fue mi pasión el cuidado del ambiente y, de hecho, me recibí de bióloga. Por mis experiencias, puedo decir que me duele ver lo que pasa con el hábitat de estos animales debido al calentamiento global”, indicó.
Pirelli enfatizó que su inclusión en la lista de BBC reafirma más que nunca su compromiso de luchar por la preservación de nuestro ecosistema. “Es una gran responsabilidad”, agregó. De cara a lo que resta del año, la Pantera Guaraní tiene previsto participar en varios foros internacionales como el “Green Forum”, en donde hará énfasis en enseñar a niños y niñas la importancia del cuidado del ambiente.
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La muerte de la princesa Diana cerrará “The Crown”
“The Crown”, la exitosa serie de Netflix sobre el reinado de Isabel II, concluye con un acontecimiento extremadamente delicado para la monarquía británica, la muerte de la princesa Diana. La sexta y última temporada de la serie creada por Peter Morgan se estrena en dos etapas.
Cuatro episodios fueron puestos en línea este jueves pasado y los últimos seis pondrán fin el 14 de diciembre a las 60 horas de emisión, que desde 2016 han seguido los pasos de monarquía británica, desde el matrimonio de la difunta reina Isabel II en 1947 hasta la llegada de Kate Middleton, actual princesa de Gales, a principios de la década de 2000.
La sexta temporada narra las últimas semanas de la vida de la princesa Diana, tras su turbulento divorcio del actual rey Carlos III, hasta su muerte el 31 de agosto de 1997. Perseguida por los paparazis, el coche en el que viajaba Lady Di se estrelló contra una columna del túnel del Puente del Alma, en París, falleciendo la princesa a sus 36 años y su nuevo amor, el rico heredero egipcio Dodi Al Fayed.
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La familia real tardó años en superar el trauma causado por la muerte de quien fue calificada por el ex primer ministro británico Tony Blair como “la princesa del pueblo”, que en la serie es interpretada por Elizabeth Debicki. “Es un tema muy delicado de tratar porque fue un evento muy importante en la vida de la monarquía y de la familia real. Y las personas relacionadas con Diana todavía están vivas, incluidos sus dos hijos que ahora son adultos, Guillermo y Enrique”, explicó a AFP Ed Owens, historiador especializado en la monarquía.
“Este es el momento clave para el que la serie se ha estado preparando desde la primera temporada”, aseguró Owens. “Siempre nos preguntamos si Peter Morgan es amigo o enemigo de la monarquía y esta temporada nos dará una mejor idea de lo que piensa. ¿Es una institución que ha cometido grandes errores y todavía necesita modernizarse o es una institución que ha sabido modernizarse desde 1997?”, concluyó.
“Enorme responsabilidad”
La última temporada de la serie recrea el excepcional discurso que Isabel II pronunció en directo por televisión desde el Palacio de Buckingham el 5 de septiembre de 1997 para rendir un homenaje a la princesa y responder a la inmensa conmoción popular por su muerte. Imelda Staunton, que interpreta a la soberana en las dos últimas temporadas, tras Claire Foy y Olivia Colman, dijo sentir “una enorme responsabilidad” con esta escena.
Amiga de celebridades y figura mediática, Diana se forjó una gran popularidad a nivel mundial al mostrar su empatía hacia los más desfavorecidos. La princesa sigue siendo objeto de una inmensa admiración incluso fuera del Reino Unido, y su recuerdo ensombrece la imagen del nuevo rey Carlos III y de su esposa, la reina Camila, que nunca logró superar por completo su reputación de haber sido la causante del divorcio.
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Esta parte final de la serie es esperada con ansiedad por la gente cercana a la monarquía, aunque la familia real nunca ha comentado nada sobre la producción. Pero los reportes de que Diana es representada como un fantasma ya han provocado acusaciones de falta de respeto en la opinión pública.
No es la primera vez que “The Crown” es criticada, sobre todo porque la serie llega al público joven de Netflix, que ve ciertos acontecimientos relatados por primera vez. Annie Sulzberger, que dirigió la investigación documental de la serie, aseguró al diario The New York Times que es consciente de tratar un tema muy delicado con Diana. “Con la historia reciente, nos enfrentamos constantemente a perspectivas íntimas y personales de los espectadores”, afirmó.
Fuente: AFP.